Fotografía: Captura de pantalla

Arma de doble filo

En COLUMNAS Ciudadano Cero

“Sólo quien conoce los días que le restan de vida no le teme a la muerte”. Esa pudiera ser la metáfora con la que los aventurados toman decisiones, realizan algo, sugieren e invitan sin titubeo alguno.

Y esa, a mi entender, es la apuesta que llevó a la presidente municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, a desafiar al tlatoani estatal, quien envuelto en dichos que bien a  bien no han sido comprobados hace uso del “te recomiendo” para disfrazar el “te ordeno”. Al menos eso es lo que aparenta.

Pero no nos desviemos sin aclarar la metáfora siniestra:

Claudia sabe, o al menos intuye, que su carrera política pende de un hilo, que recuperarse de esta tan desgastada etapa en la administración pública se antoja casi imposible. Quizás un “algo” a nivel federal, quizás una “pluri”, alguna dirección…

Sabe, además, que nunca ha sido del agrado del gobernador. Incluso sabe, o lo presiente, que la revisión de cuentas públicas pudiera ser el as bajo la manga para moverle el piso, y así condicionar su “lealtad” a la idea de gobierno que promulgan desde las oficinas estatales.

Sabe, por lo tanto, que la reelección se antoja por demás lejana.

¿Entonces?

Dado el enfrentamiento que sostienen ayuntamiento y gobierno del estado por la titularidad de la seguridad de la capital, donde unos acusan infiltración del crimen en altos mandos y otros señalan violación a la autonomía municipal, así como a la imposición de perfiles de oscuro pasado, ligados al morenovallismo, tocó el turno a la alcaldesa de hacer su jugada.

Es así que Claudia recurre al señalamiento mediático de lo que sucede, y afirma que ya puso el caso a nivel federal, ahí en los terrenos de AMLO donde el “no somos igual que los de antes”, al menos en discurso, es lo que se pregona.

Es decir que Claudia pone su futuro en manos del gobierno de la República, quitándole ese poder al mandatario de Puebla.

Si la condenan será decisión de “arriba”; si la exoneran, también, aunque su sucede le daría un golpe de gran alcance al actual residente de Casa Aguayo, recomponiendo en mucho su imagen y ganando adeptos en varios, pero varios frentes.

¿Un arma de doble filo? Sí.

¿Una decisión kamikaze? Sólo el tiempo lo dirá.

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