Fotografía: Especial

Pluralidad y justicia, requisitos para habitar el mundo: Joshua Gil

En CAMALEONES/ENTRETENIMIENTO/ENTREVISTA Magdiel Olano
  • El largometraje aborda la violencia que se ejerce en los campos mexicanos cuando los campesinos tienen que cambiar de giro

PUEBLA, MÉXICO.- “Si no tenemos un mundo más justo, más ecuánime, más plural,  entonces no deberíamos de tener un mundo”, afirma al reseñar su película Sanctorum el director poblano Joshua Gil, quien este jueves fue doblemente galardonado en el Cinélatino Rencontres de Toulouse por este filme.

Sanctorum, filmada en las montañas de Oaxaca y hablada en mixe y español, narra cómo en un pueblo azotado por la violencia del narcotráfico, un niño ha perdido a su madre. Su abuela le dijo que ella podría volver de la muerte si pide un milagro.

En exclusiva con LEVIATÁN, Joshua Gil explicó que la narrativa se desenvuelve en el México rural abordando una temática sobre campesinos que se dedican al cultivo de marihuana en una situación extrema, ya que el cultivo de lo que ellos acostumbran, como maíz o frijol, ya no es viable para la subsistencia.

Por un lado el largometraje aborda la violencia que se ejerce en los campos mexicanos cuando los campesinos tienen que cambiar de giro, situación que no los convierte en narcotraficantes, sino al contrario, los convierte en víctimas; por otro lado, trata de una analogía de lo que sucede en la vida desde un plano metafísico que lleva hacia un viaje que tiene que ver con los desaparecidos que ha tenido México durante su historia.

Este es el segundo largometraje de Gil, estrenado en el XVII Festival Internacional de Cine de Morelia (2019), y aunque no ha participado en Puebla ya que el recorrido que se tenía previsto tuvo que ser suspendido por la contingencia de Covid-19, el director confío en que pueda ser presentado en esta ciudad antes de que culmine el año.

¿Cómo surge la idea de retomar historias del campo mexicano?

Hace algunos años encontré una nota del Washington Post o The New York Times donde planteaban, a través de un reportaje profundo, este fenómeno que está sucediendo en el campo mexicano y en el que se habían encontrado familias mujeres y niños trabajando en el cultivo de amapola.

Una vez más yo notaba que tenía que ser una voz extranjera la que diera pauta para ampliar la agenda nacional con respecto a este asunto que tiene que ver con el campo, el derecho de los niños, la migración, el poder económico del narcotráfico, etc. A partir de eso plantea la posibilidad de escribir el guión y tratar de llevarlo a la realización de una película de la manera lo más congruente posible.

¿Cuál es el eje central de la película?

Un problema muy contemporáneo en México y en otras partes que aborda la situación que tienen muchos campesinos al verse obligados a cambiar el maíz, el trigo o cualquier otro producto del campo para sembrar en este caso marihuana y amapola, ya que su valor en los mercados es mejor y lo logran vender por kilo en un precio más alto.

¿Se refleja entonces la marginación de los campesinos?

Esto no los convierte en narcotraficantes, al contrario los convierte en víctimas tanto de del gobierno y de los propios narcotraficantes, porque ellos terminan vendiendo su producto mucho muy barato y los narcotraficantes los que tienen la red de distribución, lo revenden a precios que ya conocemos que son verdaderamente elevados.

También la película se centra en la historia de un niño. ¿Por qué retomarlo desde la mirada infantil?

Uno de los conflictos que plantea la película es que una de las trabajadoras de estos campos de marihuana es madre de Edwin, un pequeño de cuatro o cinco años, quien pierde a su madre; no se sabe lo que sucede con ella, simplemente desaparece.  La abuela al tratar de explicarle qué sucede, le plantea la posibilidad de que rece, implore a los Espíritus del bosque, de las estrellas, que le regresen a su madre para que vuelva sana y salva a su casa.

De una manera muy metafísica el niño logra conectar con la naturaleza y conjuntamente nos llevan hacia un viaje que tiene que ver con los desaparecidos que ha tenido México durante su historia y que también tiene que ver con el fin del mundo, en esta esperanza de pensar, de sentir, que si no tenemos un mundo más justo, más ecuánime, más plural, entonces no deberíamos de tener un mundo (porque) es un mundo egoísta en donde no cabemos todos.

¿Auguras una pronta mejoría en los campos mexicanos?

Yo creo que es un problema que se tiene que estudiar analizar encontrar varias formas de combatirlo porque no solamente es un asunto económico sino que también tiene que ver con el narcotráfico tiene que ver también con la migración las herencias familiares de cómo se van formando los campesinos. Finalmente recuperar al campo mexicano puede tardar muchos sexenios.

¿Cuál es la lectura que te gustaría que el espectador tuviera de Sanctorum?

Me parece que hay un sentimiento que es el que le da nombre a la película, Sanctorum (Santuario en latín), y que pienso constantemente porque nuestro querido México se convirtió en un Santuario a muertos, desaparecidos, tristezas, llantos por la situación que se ha vivido en los últimos años respecto a la guerra contra el narcotráfico, gobiernos que se han tenido y que heredaron el problema que plantea la película.

Yo creo que lo que más me gusta pensar cuando alguien ve la película es que hay una esperanza, que existe una posibilidad de mejorar.

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