Fotografía: Especial

Analizan los escenarios de la vida nocturna en diferentes obras de arte

En NACIONAL Redacción Leviatán
  • En el marco de La noche nos pertenece, en el Museo Nacional de San Carlos, especialistas reconocen la importancia de la energía eléctrica en la pintura, la gráfica, el cine, la antropología, la historia de la cultura y el arte, así como de la literatura y el periodismo

Cuando llegó la luz eléctrica a la Ciudad de México, en las postrimerías del siglo XIX, encendió los reflectores de los nuevos escenarios de la vida nocturna que diversos artistas, pintores, grabadores, fotógrafos, cineastas, periodistas y literatos, harían suyos y plasmarían en sus obras para, al mismo tiempo, dejar registro sobre el proceso de modernización del país.

Ejemplo de lo anterior es una pintura única e inusual que Gerardo Murillo Dr. Atl realizó en 1940, San Juan de Letrán, que forma parte de la exposición La noche nos pertenece y sobre la cual hablaron Claudia Garay Molina, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, y Mireida Velázquez Torres, directora del Museo Nacional de San Carlos, durante el coloquio que se celebró la tarde del miércoles 27 de septiembre en el contexto de la exposición que se encuentra abierta al público en el recinto de la colonia Tabacalera.

El objetivo de este coloquio, cuyas mesas de análisis estarán disponibles en las redes sociales del recinto para consulta del público, fue “extender los diálogos que produce la exposición desde diferentes disciplinas y ahondar en las dinámicas de la vida nocturna en la Ciudad de México, sus protagonistas y escenarios, también como una manera de leer las imágenes que presenta esta exposición para tener el contexto histórico que se enmarca en la posrevolución mexicana”, explicó en entrevista la titular del recinto.

Consideró que lo importante es ofrecer distintos acercamientos a la historia de la vida nocturna de la Ciudad de México, la cual fue un tema que abordaron diversos artistas e intelectuales a través de la pintura, la gráfica, el cine, la antropología, la historia de la cultura y el arte, así como de la literatura y el periodismo.

Cabe destacar que el programa contó con la participación de 10 especialistas provenientes de destacadas instituciones, como El Colegio de México, los institutos de Investigaciones Estéticas, Investigaciones Históricas y Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que, desde distintas disciplinas, ofrecen lecturas y análisis sobre las piezas expuestas.

Velázquez Torres adelantó que las conferencias presentadas durante el coloquio formarán parte del catálogo de la exposición, el cual saldrá a finales de año, y contendrá imagen de las más de 150 piezas que conforman la muestra. Asimismo, invitó al público a visitar la exposición y participar en las actividades paralelas que se realizan, el cual incluye programas dirigidos a las infancias, los jóvenes y las familias.

VIDA NOCTURNA, NUEVO ESPACIO DE LIBERTAD

Fotografías que muestran las calles de las Ciudad de México al principio del siglo pasado, algunas todavía empedradas, recorridas por el desaparecido tranvía e iluminadas por el creciente sistema eléctrico de la capital, donde la noche “generó sus propios códigos, así como promesas de diversión y libertad que el arte también hizo suyas, como fiel testigo de las aspiraciones de una sociedad en plena transformación”, coincidieron Claudia Garay Molina y Velázquez Torres durante la ponencia Construcciones de la vida nocturna en el arte moderno mexicano.

Las especialistas hicieron un recorrido por diversas piezas que conforman la exposición, las cuales no solo registran escenas particulares de la vida nocturna, sino el asombro que provocó la modernización que trajo la luz eléctrica al país, como lo fue para el Dr. Atl, quien, de forma inédita dentro de su producción, decidió registrar el dinamismo nocturno de la avenida San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas.

Un artista y vulcanólogo que “pareciera se dejó llevar por el entusiasmo que le provocaron los anuncios luminosos, tan de moda en las décadas de 1930 a 1950, así como por la velocidad de los autos que abarrotaban la avenida, en un juego de luces en movimiento. Esta vista, que fue testigo de cómo la luz eléctrica logró que las calles principales fueran apreciadas de noche con una claridad que antes no era posible, es también un instante que el artista logró captar gracias a sus ágiles trazos, como una forma de encapsular los fenómenos de la modernidad”.

Otros artistas, como Isidoro Ocampo, muestran en sus obras esas transformaciones. En sus grabados Sin título (tranvía entre autos en la noche) y Noche, ambas obras de 1930, refleja una ciudad caótica en pleno desarrollo. En la primera, un tranvía, sustituto moderno del antiguo transporte jalado por mulas, hace la parada para que un hombre de atuendo rural pueda abordar, donde el alumbrado eléctrico es uno de los puntos focales de la composición. En el segundo, el congestionamiento vehicular, iluminado por las farolas de las calles y luces, destaca en un primer plano.

Sin embargo, la electricidad permitió también que cines y cabarets se convirtieran en escenarios de las narrativas plásticas de los movimientos de vanguardia, como sucede en los grabados Teatro La tanda, realizados por Ocampo en el mismo año.

Otros protagonistas y narradores de la vida nocturna fueron Salvador Novo, Manuel Rodríguez Lozano y Abraham Ángel, para quienes la ciudad y la noche no solo les permitió ejercer su sexualidad con mayor libertad, sino inspirar su obra, como Retrato, de Salvador Novo; El taxi, óleo que Rodríguez Lozano realizó en 1924, o El cadete, pintura que Abraham Ángel realizó en 1923, detallaron.

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