Fotografía: Cortesía

“Pensar para escribir”, regla Yaney Jiménez, niña tsotzil que se abre paso en las letras

En MIXCOATL Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Tiene 9 años y vive en la zona rural de Lázaro Cárdenas del Río, municipio de Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas, y aunque apenas estudia el tercer grado de primaria ya logró destacar en uno de sus pasatiempos: la escritura.

Se llama Ysleni Yaney Jiménez y es una niña tsotsil que recientemente obtuvo una Mención Honorífica en el Tercer Premio de Creación Literaria en Lenguas de México “Gusanos de la Memoria”, gracias a su cuento Jali k’oke / El fuego.

Aún no reconoce muy bien qué le atrae de la escritura, pero sí sabe que por las tardes en su casa, luego de regresar de la escuela, uno de sus hobbies favoritos es ponerse a escribir. Le gusta tanto como dibujar y comer pescado.

“Feliz, contenta. No lo podría creer”, dice a LEVIATÁN la pequeña a quien se le escucha la voz sonrojada luego de preguntarle cómo se sintió haber tenido, a su corta edad, un reconocimiento en un concurso donde participan otros niños y jóvenes de todo el país.

Suele preguntársele a los escritores de dónde llega la inspiración para sus obras. Sin vacilar en la respuesta, la pequeña Yaney contesta: “Pensando”. Más allá de ser simplista, es una respuesta corta y contundente, alejada de aquellas explicaciones rebuscadas que suelen lanzarse en ocasiones.

Y es que para Yaney no hay más camino. Simplemente agarra el lápiz y comienza a romper la hoja en blanco pues, como dice, esta no es la primera vez que escribe.

“Es lo que hago: agarro mi lápiz y mi libreta y empiezo a escribir”.

Una de sus aspiraciones es ser maestra para aprender “de todo”, como su maestro Límbano, quien le apoyó para entrar al concurso de creación literaria.

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Doña Martha Jiménez, su madre, comparte la emoción con su hija, pues aunque no tuvo la oportunidad de ir a la escuela como ahora sí lo tienen sus hijos, los anima a esforzarse en el estudio.

“La verdad me siento muy sorprendida, cuando escuché esa noticia me sentí muy feliz, sorprendida, no lo podía creer porque me preguntaba ¿quién le enseñó mi hijita, dónde aprendió?”.

Ella misma se responde: “De su mente empezó a hacer todas las cosas, lo poquito que ella puede porque le digo ‘yo no te puedo enseñar hijita, pero échale ganas’. Y así ha sido de primero (de primaria), segundo hasta ahorita de tercero le está echando ganas”.

La señora Martha Jiménez considera que no ha sido de mucha ayuda para Yaney, la más grande de sus tres hijos; no obstante cada día le regala uno de los mejores obsequios: su apoyo.

“Ella solita empieza a agarrar lápiz, empieza a dibujar (…), con su color y su hoja blanca y le digo que le eche ganas también a las tablas (de multiplicar), los libros de matemáticas (porque) yo no pasé, yo no sé nada, pero yo le digo que ella vaya poco a poco echándole ganas”.

El cuento de Ysleni Yaney destaca porque “a pesar de su brevedad es capaz de poner en un mismo plano narrativo lo onírico y lo cotidiano resolviendo la posible confusión mediante una circunstancia física y verosímil que permite no descartar ninguno de los aspectos abordados”, declaró tras otorgar la mención el jurado integrado por la poeta y cuentista zapoteca Natalia Toledo y el escritor guerrerense Ángel Carlos Sánchez.

El cuento se puede leer en el sitio web del Colectivo Gusanos de la Memoria https://bit.ly/3IGbljS, mismo que enseguida se reproduce fielmente.

JA LI K’OKE

Kakal muto’ox xlik li jo’e ta akuvaltike, te ta vo’oy li chomtikile li jun jnichontaake, kitsin, jm’e schiuk li vune’ laj kaykurik kusi xbak’. Hay jkelkutik pe laj jtakutik ta kelel k’ok’ ta olilal te’etikti vinajele k’on, li jun jnichontaake y vayik, y kot jun jech la yal:

—Laj skoponun li k’oke.

Ti k’oke y tup yu’unli vo’e, ta jkotolkutik chi nikutik ta sik.

EL FUEGO

Antes que empezara a llover en la noche, allá en la milpa; mis primas, hermanito, mi mamá y yo escuchamos un ruido. Fuimos a ver. Miramos un fuego entre el monte verde y el cielo anaranjado. Mis primas que estaban dormidas, llegaron. Una de ellas dijo:

—Me habló el fuego.

Pero el fuego se había apagado por la lluvia. Y todos temblábamos de frío.

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