Fotografía: Especial

J. M. Servín, escritor cuya obra es un híbrido de ficción y periodismo criminal

En ENTREVISTA Juan Carlos Castellanos C. / Notimex

MÉXICO.— Ganador del primer lugar de historieta en la Semana Negra de Gijón (2000) por El Antojo, Servín impartió durante el pasado mes de septiembre su taller de nota roja y periodismo “Esto es un asalto, saquen todo lo que escriban”, donde él y sus pupilos valoraron y dimensionaron la importancia histórica de ambos géneros en la literatura mexicana.

      —¿Qué momento vive la novela negra en México?

—Un momento de esplendor, con lectores en aumento, pese a que los reseñistas literarios son desdeñosos en general, a veces justificadamente. Circula mucha basura. Festivales como Huellas del Crimen son una muestra de la popularidad del género. La novela policiaca y la negra (dos vertientes distintas, aunque parezcan una misma), aún pasan por una transición hacia la madurez estilística y formal, que en el mejor de los casos romperá con los clichés y la enorme influencia aún vigente de obras canónicas como El complot Mongol, saqueada hasta decir basta.

      —En el plano mundial, ¿cómo se observa la novela negra mexicana?

—No tengo elementos para dar una opinión categórica, soy lector, no especialista. Pero me da la impresión de que aún es una literatura emergente y de aceptación muy local, salvo en casos excepcionales como el de Taibo II o Elmer Mendoza. Durante los últimos años ha surgido una buena cantidad de escritores no precisamente especializados en el género, como Jorge Volpi, ganador del premio Alfaguara 2018 con su ‘true crime’ Una novela criminal. Quizá en el mercado editorial extranjero el atractivo de una parte de la literatura mexicana se sustenta en el interés por denunciar una realidad bañada en sangre, impunidad y corrupción. Además veo guiños constantes a Netflix: parece subasta de tramas escritas al vapor.

      —¿Cuáles son las particularidades de la novela negra escrita en México?

—Diría que es mostrar las variantes de la impunidad y la violencia que asolan al país a través de antihéroes metidos en funciones de justicieros sobre todo personificados por detectives y periodistas adaptados de la tradición estadounidense, pero cuyas condiciones remiten a la novela picaresca tipo José Rubén Romero (Cotija, Michoacán, 1890-Ciudad de México, 1952), académico de la lengua, escritor y diplomático mexicano ganador de un Premio Ariel en la categoría Mejor Guion Adaptado.

      —¿Hasta dónde llega el arraigo de ese género entre los lectores de este país? 

—Creo que ya hay producción suficiente para sostener un mercado editorial especializado pero con lectores poco exigentes— manifestó el ganador del Premio Nacional de Testimonio Chihuahua 2001 por Periodismo Charter, finalista del I Premio Internacional de Literatura Independiente Opera Prima Madrid 2001, y poseedor del Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2004 en la categoría de reportaje escrito.

      —¿Cómo define usted su obra en este rubro y cómo su aportación al género? 

—Mi obra es un híbrido de ficción y periodismo criminal con una fuerte carga de historia social más en deuda con el escritor, diplomático y político liberal mexicano Manuel Payno (1810-1894); con el también periodista y escritor realista costumbrista nacido y muerto en la capital mexicana Ángel Efrén de Campo Valle (1868-1908), conocido como Micrós o Tic Tac; Luis Spota (Ciudad de México, 1925-1985), escritor y periodista de largo aliento; el revolucionario, escritor y activista José Revueltas (Durango, 1914-Ciudad de México, 1976), o con el escritor de novelas que han servido de base para algunos éxitos cinematográficos James Ellroy (Los Ángeles, California, 1948), que con el escritor de novela negra estadounidense Raymond Thornton Chandler (Chicago, 1888-San Diego, 1959). Es decir, no me considero un autor de género, y si tengo aportaciones, no me toca a mí mencionarlas.

Actualmente, J. M. Servín prepara una novela basada en ciertos aspectos de la delincuencia común de la Ciudad de México que le tocó vivir a sus padres, desde el alemanismo hasta los años 80 del siglo XX. —Espero terminarla antes de que el policiaco se convierta en otra variante de la ficción costumbrista—, subrayó el escritor al regresar a la Ciudad de México luego de su participación en el 4° Festival Internacional de Novela Negra que terminó éste sábado en San Luis Potosí, donde impartió su mencionado taller ante escritores mexicanos y extranjeros.

Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en el Programa de Intercambio de Residencias Artísticas México-Colombia en 2005, y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) desde 2006, nunca deja de escribir.

 

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