Fotografía: Especial

Una voz, mil historias

En ESPECIALES María José Palomino Rivera

PUEBLA, MÉXICO.- La radio, todo mundo la ha escuchado en el auto, en el trabajo, en el tiempo libre, en cualquier instante escuchamos locutores que nos transmiten energía positiva y alegría con tan solo escucharlos, locutores que siempre nos mantienen al día e informados de los espectáculos, política, el clima, lo que pasa en nuestra ciudad, país e, incluso, en todo el mundo.

Yo tuve el privilegio de entrar a una cabina de radio. Siempre me ha fascinado escuchar el radio todo momento. Un día, a los 10 años, gané un boleto para ir a conocer una cabina de radio y aparecer en un pequeño fragmento de un programa junto con otros niños. Estaba emocionada. Al llegar fue asombroso lo que vi a mi alrededor: era un lugar enorme conformado por pequeños cuartos, con enormes mesas y micrófonos; detrás de ellos, un gran tablero de teclas y botones, donde controlaban la radio. Era simplemente increíble. Entré con tres niños más a una sección de seguridad vial, pero todos estábamos callados, a excepción del locutor, claro. El micrófono me aterraba. ¿Qué debía decir? ¿Y si me equivocaba? Tantas preguntas en tan solo un instante y la sensación de que miles de personas podían escucharme. Al salir quedé fascinada de lo maravilloso que era estar ahí. Pensé que tendría que regresar otra vez a una cabina de radio, pero ahora mi sueño era estar atrás del micrófono.

A cinco años de aquel suceso tuve la gran oportunidad de poder aprender de este gran oficio en el que una voz puede traer mil historias y sentimientos. Estoy aprendiendo de la radio y la locución. Algo importante es perderle el miedo al micrófono, tener el control y fluir, dar mil historias y sonrisas en tan solo un instante. Es maravilloso atestiguar el trabajo que hay detrás de esas voces de locutores alegres por las mañanas, avisándonos lo más relevante de la ciudad, haciendo dinámicas en las que el radioescucha pueda participar. Es asombroso cómo todo esto sucede a cada minuto y a cada instante. Espero que, algún día, pueda ser quien dé los buenos días a los radioescuchas y que envíe una canción a cada persona que esté disfrutando su día, su trabajo, sus descansos y pueda relajarse. Quisiera demostrar que este oficio, a pesar de los años, seguirá vigente.

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