- Demandan una visión política para crear sociedades sustentables, igualitarias y diversas
AMSTERDAM.- La Organización Mundial de la Salud ya ha estimado que 4.2 millones de personas mueren cada año por la contaminación, y que los impactos del cambio climático causarán 250 mil muertes adicionales por año entre 2030 y 2050, por lo que los expertos advierten que, con la severa degradación adicional de los ecosistemas, los brotes virales posteriores, incluso más fuertes que la COVID-19, son muy realistas.
Todo esto requiere de una acción integrada y drástica y vuelve crítico comenzar a planear un mundo posterior al COVID-19 tan pronto como sea posible, por lo que en un manifiesto, 174 académicos holandeses intentan resumir lo que consideran serán políticas críticas y exitosas para avanzar durante y después de la crisis.
Señalan que mientras algunos impactos medioambientales y sociales, positivos a corto plazo, han surgido, como apoyo comunitario, organización y solidaridad local, menos contaminación y emisiones de efecto invernadero, estos cambios serán temporales y marginados sin esfuerzos concentrados para un cambio político y económico general.
Es necesario prever cómo esta situación actual podría conducir a una forma de desarrollo económico sustentable, justo, equitativo, saludable y resistente que vaya hacia adelante.
Proponen cinco políticas clave para el Modelo de Desarrollo Post COVID-19, todas las cuales pueden ser implementadas inmediatamente y sostenerse después de que esta crisis se haya calmado:
- Alejarse del desarrollo enfocado o relacionado con el crecimiento del Producto Interno Bruto para diferenciar entre sectores que puedan crecer o necesitar inversiones (los llamados sectores públicos críticos, energía limpia, educación, salud y otros) y sectores que necesitan decrecer radicalmente debido a su insustentabilidad fundamental o su rol en conducir a un excesivo y continuo consumo (sector del petróleo, gas, minería, publicidad, etc.)
- Un marco económico enfocado en la redistribución, que establezca un ingreso básico universal generado en un sistema político social universal, un fuerte y progresivo impuesto del ingreso, ganancias y riqueza; horas reducidas de trabajo y empleo compartido, que reconozca el trabajo de cuidado y servicios públicos esenciales tales como salud y educación por su valor intrínseco.
- Transformación hacia una agricultura regenerativa, basada en la conservación de la biodiversidad, en la producción local sustentable y mayormente vegetariana, así como condiciones justas de empleo agrícola y de salarios.
- Reducción del consumo y viajes, con un cambio drástico del lujo, el consumo de desperdicio y viajes, a lo básico, al consumo y viajes necesarios, sustentables y satisfactorios.
- Cancelación de la deuda, especialmente para los trabajadores y propietarios de pequeños negocios y para los países del Sur del planeta (tanto por los países ricos como por instituciones financieras internacionales).
Como académicos, concluyen, “estamos convencidos de que esta visión política conducirá a sociedades sustentables, igualitarias y diversas basadas en solidaridad internacional, mismas que puedan prevenir y abordar incidentes y pandemias por venir”.