Fotografía: Leviatán

“Kojkohuilotl”, silbatos del Día de Muertos en la Mixteca de Puebla

En ESPECIALES Magaly Herrrera

PUEBLA, MÉXICO.-  El viento  despeina las cabecitas trenzadas de las niñas, las madres envueltas en rebozos salen de misa, los hombres del campo y sus hijos cargan refrescos, canastas de pan y cazuelas rellenas de dulces para compartir con sus compadres el Día de Muertos en los pueblos indígenas de Huatlatlahuca, en la Sierra Mixteca de Puebla.

Las familias se reúnen para  convivir con comida, pan, refrescos, tamales, dulce de calabaza y alguno que otro trago de cerveza, refino o mezcal. Los pequeños escuchan la cháchara de los adultos y posan la mirada sobre el rostro de sus padrinos para ver si alguno de ellos capta su impaciencia.

Los niños en estas comunidades al sur del estado de Puebla saben que el Día de Muertos es un intercambio: los vivos ofrecen a sus difuntos comida, cigarros y ceras en un altar; a cambio, los muertos  traen “desde donde están” juguetes y silbatos para hacer de estos días alegoría y música.

Los padrinos se encargan de entregar a los niños unos regalos muy peculiares: silbatos de barro pintados con colores llamativos y formas de aves, becerros, vacas, cerdos, pájaros y otros animales de la región que en náhuatl (la lengua materna de la zona) llaman kojkohuilotl, que quiere decir “silbatos de que no son de verdad”.

Los niños se arremolinan frente al altar para recibir los regalos de los difuntos mientras los adultos degustan de la comida y los tragos. Todos celebran a los muertos.

LA TRADICIÓN

Esta tradición ancestral sólo se conserva “pura” en algunas comunidades indígenas de la Mixteca poblana, al pie de la cordillera del Tenzón, donde los pequeños esperan todo el año con gran expectativa esta temporada para recibir los juguetes que los difuntos depositan en los altares que las familias preparan en su honor.

Según el arqueólogo Eduardo Merlo, esta “fiesta de juguetes” al sur de Puebla es un día para disfrutar de los regalos porque la Navidad y los Reyes Magos son fechas de convivencia familiar una celebración religiosa.

En cambio los Días de Muertos es un tiempo de convivencia, juegos y regalos, “es la Navidad de algunos niños en la Mixteca”.

Pero el fenómeno de la migración ha puesto en jaque esta tradición ancestral de los pueblos, pues en diciembre algunos familiares envían a los niños juguetes sofisticados, películas, videojuegos o celulares que poco a poco han ido desplazando la expectativa de recibir un “regalo de los muertos” en estos días.

A pesar de ello, partir de hoy y hasta la próxima semana, los comerciantes salen a las plazas a vender los kojkohuilotl que colocarán sobre sus altares para regalar a sus hijos, ahijados o visitantes como una muestra de la bondad y el recuerdo de los difuntos.

Estos días la Mixteca es más que una ofrenda gigante de los vivos a los muertos, es el espacio donde todos conviven con la música que los niños componen de forma espontánea con sus kojkohuilotl en medio de las tolvaneras de los pueblos del desierto.

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