MÉXICO.- Lastimosamente en México el origen étnico continúa representando una barrera en el desarrollo social, económico, cultural o político, particularmente de las personas indígenas que históricamente han sido marginadas y violentadas por el sistema del país.
Dichas desigualdades se incrementan cuando se habla del desarrollo de las comunidades indígenas en el sector cultural, el cual ya sobrevive en medio de una situación compleja entre la falta de actuación institucional para su mejora y las fallas de las políticas públicas.
Según el “Registro Nacional de Espacios, Prácticas y Agentes Culturales. Telar 2020” (https://telar.cultura.gob.mx/), las condiciones para los artistas y gestores culturales indígenas es precarizado sobretodo cuando se habla de mujeres, además de la brecha salarial que existe entre los trabajadores de la cultura indígena y los no indígena.
POBLACIÓN INDÍGENA EN LAS ARTES
De acuerdo con el estudio –realizado con los datos recopilados del 25 de mayo de 2019 al 19 de agosto de 2020, con un total de 19 mil 279 registros de agentes culturales a lo largo del país–, la mayor concentración de agentes culturales pertenecientes a grupos indígenas se encuentra en la edad de 30 a 59 años, con una marcada mayoría de mujeres con el 41.22% sobre el 22.47% que representan los hombres.
Los pueblos indígenas con más registros en Telar son nahua, distribuidos en 16 entidads de México, con mayor presencia en Puebla, Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí y Guerrero; ñuu savi (pueblo mixteco) que abarca Oaxaca, Guerrero y Puebla; y maya, presentes dentro del país en Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco.
ROLES DE GÉNERO EN EL ARTE INDÍGENA
El informe de telar también evidenció que entre la población indígena suele ser más marcada la participación de hombres o mujeres, dependiendo el tipo de actividad. Aquellas con más intervención de mujeres indígenas son el arte utilitario (88.34%), prácticas artesanales y oficio tradicional (75.85%), prácticas sociales, rituales y festividades (62.45%).
Los hombres indígenas participan en un 11.66% en el arte utilitario y diseño. Dos terceras partes de las mujeres indígenas tienen una mayor presencia en áreas de actuación relacionadas con prácticas tradicionales, artesanales y las ligadas a la naturaleza.
Esta proporción se invierte en las de artes visuales, audiovisuales, multimedia y música, toda vez que la presencia de hombres en estas áreas sube a 88.05% en la música, a 67.39% en las artes plásticas y visuales y a 66.67% en multimedia y arte digital. Donde hay más paridad de género es en la creación literaria, que es de cerca del 44 por ciento en las mujeres y el 55 por ciento en los varones.
Destaca que las prácticas realizadas por mujeres suelen relacionarse a la reproducción de roles de género y los hombres cuentan con más acceso a áreas donde es necesario el uso de herramientas y tecnologías.
BRECHA SALARIAL
El porcentaje más alto de personas indígenas que perciben tres salarios mínimos o más está en la literatura y representa el 15% de sus practicantes. En tres áreas de actuación no hay agentes indígenas que ganen tres o más salarios mínimos: arte utilitario y diseño, multimedia y arte digital y artes de la representación tradicionales.
Asimismo, se registra una diferencia de más de 20 puntos en el porcentaje de indígenas, frente a no indígenas, en tres áreas de actuación que reciben un salario mínimo o menos; estas son: conocimientos y usos relacionados con la naturaleza (85.83% frente a 51.59%), arte utilitario y diseño (95.76% frente a 64.41%), así como prácticas artesanales y oficio tradicional (90.46% frente a 67.19%).
Las áreas más paritarias en términos de salarios son literatura, artes audiovisuales y artes plásticas y visuales. Por otra parte, las más desiguales son conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, prácticas artesanales y oficios tradicionales, multimedia y arte digital, arte utilitario y diseño y prácticas sociales, rituales y festividades.
LENGUAS INDÍGENAS
Es indiscutible que la producción artística de estas comunidades se desarrolle en sus lenguas originarias ya que forma parte de su identidad.
De acuerdo con la Encuesta Intercensal de 2015 del INEGI, en México más de 7 millones (7,382,785) de personas de tres años o más hablan alguna lengua indígena, lo que equivale a que alrededor de siete de cada 100 habitantes del país son hablantes.
De las 72 lenguas indígenas oficiales en México, las más representadas son náhuatl, mixteco, maya y tsotsil, lo que concuerda con las más habladas a nivel nacional.
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE RESPETO A LAS CULTURAS?
Los datos evidenciados por el Informe Telar reflejan la urgencia no sólo de atender la políticas públicas en materia de cultura que ponen en desventaja a sus actores, sino también de atender las demandas que tienen las comunidades originarias de México como parte estructural de la población del país.
Como lo habría anunciado con anterioridad, Adelfo Regino Montes, director general del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas de Santa María Alotepec, los pueblos indígenas demandan ser considerados sujetos de derecho público para determinar libremente su condición política y decidir su desarrollo económico, social y cultural.
Para ello sería necesaria la construcción de una reforma constitucional que reconozca plenamente los derechos de los pueblos indígenas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y su conjunto de leyes nacionales.
En ese mismo sentido, el autor mè’phàà Hubert Matiúwàa indicó a LEVIATÁN que una de las principales fallas es “pensarnos en categorías soy indígena o no”:
“Los pueblos tienen que organizarse, hacer marchas, manifestarse, tiene que haber persecución política, tiene que haber asesinatos para que se apruebe una ley. Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de respeto a las culturas? Es difícil que eso se logre en un mundo donde el dinero, la lucha de clases, el racismo, están tan marcados.
“Reconocer que sí hay violencia en los pueblos, que sí hay racismo, que sí hay desigualdad social, reconocer que no es cosa del pasado y está de forma cotidiana en todos los lugares (…). No se está pensando resolver ese problema de años sino resolverlo de forma mediática”.
Por ello, el escritor guerrerense marcó la necesidad de pensar en que “vivimos todos en una desigualdad social ante un sistema realmente violento” para luego reconocer las diferencias y respetar las formas de vida.