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Familia, primer círculo discriminador de mujeres y hombres homosexuales

En ESPECIALES Susana Hernández Valles / Notimex

MÉXICO.- Los padres son las primeras personas que alejan y discriminan a sus hijos cuando descubren que les gustan las personas de su mismo sexo o que adoptan actitudes y visten como el sexo opuesto, lo que provoca que éstos caigan en una depresión o abandonen el hogar al no sentirse aceptados, señaló Dani Cruz, psicoanalista y doctorante de la UNAM.

En el marco del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, indicó que en algunos casos, en su afán de “corregir” su orientación sexual o identidad de género, los llevan a grupos de oración, donde son sometidos a torturas psicológicas, haciéndolos sentir mal por lo que son y lo que sienten.

Como Francisco Martínez, quien tiene un sobrino al que llevaron a uno de esos grupos para “curarle” la homosexualidad, debido a que a los 11 años de edad se vio afectado por el divorcio de sus padres, lo que hizo que buscara más el afecto de personas de su mismo sexo y adoptara actitudes femeninas, porque no tenía una imagen paterna.

Cuando la hermana de Francisco Martínez, para ayudar al menor de edad (de quien prefirió omitir su nombre), acudió a una “clínica para tratar el problema de su hijo”, que en realidad era un “templo”, la “terapia” duró cerca de seis meses, hasta que supuestamente “se curó”.

Con ello se incurrió en un acto discriminatorio, ya que los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (Ecosig), son prácticas de tortura, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su informe de 2015.

Los Ecosig consisten en la privación de libertad, tortura, violaciones correctivas, terapias de conversión, violencia económica y rechazo familiar; se justifican con argumentos morales, científicos, ideológicos y políticos que tienen una herencia religiosa, argumentos que vulneran los derechos humanos de esas personas.

Dichas prácticas son aplicadas a personas que decidieron “salir del clóset”, principalmente niñas, niños y adolescentes; y pueden constituir tratos crueles, inhumanos, degradantes o hasta tortura, de acuerdo con el Artículo 24 y 29 de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y otros Tratos Crueles, Crueles, Inhumanos o Degradantes.

En la actualidad, se espera que sea dictaminada la iniciativa que previene y sanciona los Ecosig en el Senado, para ser turnada la Cámara de Diputados.

MÁS FÁCIL ACEPTAR HIJA LESBIANA QUE HIJO TRANS

Laura Cruz tiene tres hijas, la mayor es una mujer lesbiana de 31 años de edad, de nombre Leticia, a quien desde pequeña le ha gustado vestirse con ropa de niño y siempre se identificó con dicho género, odiaba jugar con muñecas y estaba inscrita en el equipo de fútbol rápido de la escuela.

Aunque a la señora Cruz no le encantaba la idea, la dejaba porque pensaba que sería algo transitorio, que cuando creciera cambiaría, pero entrada en la adolescencia un día encontró unas cartas que una compañerita de la escuela le había enviado a su hija, en las cuales le manifestaba su amor.

Cuando Laura leyó eso sintió que la tierra la tragaba, pues no era posible que su hija mayor, el ejemplo a seguir para sus hijas menores, fuera lesbiana.

Por eso con Leticia y le prohibió acercarse a esa niña, así como tener algún tipo de relación sentimental con cualquier otra mujer, pues debía comportarse “correctamente” y desde ese momento comenzó un distanciamiento entre ella y su hija.

Así transcurrió el tiempo hasta que, a los 24 años, Leticia le escribió una carta diciéndole cómo era y que lo había ocultado por temor a su rechazo, pero ya no podía seguir escondiéndolo.

En ese momento, la señora Laura comprendió que se había perdido muchos años a lado de su hija y lo mucho que ella había sufrido al callar; entendió que a las personas no se les puede obligar a cambiar, ni imponer cómo deben de ser.

En tanto, Leticia aún guarda un secreto, pues su gusto por vestirse, comportarse e identificarse como un hombre no tiene nada qué ver con su orientación sexual, pues se identifica como un chico trans.

Aunque Laura acepta que ella adopte comportamientos masculinos y que al vestir oculte sus formas femeninas, no lo ve como un hombre, para ella es sólo una chica lesbiana, “no podría decirle hijo, eso no, nos costaría mucho trabajo a mí y a sus hermanas, quienes también han sufrido por esto”.

Ante ello, la psicoanalista Dani Cruz señaló que los hombres trans están aún más invisibilizados que el resto de las poblaciones de la comunidad LGBTTTI, porque los hombres sufren menos escrutinio que las mujeres y la transmasculinidad pasa más desapercibida social e incluso políticamente.

“Una violación pudo haber causado homosexualidad de mi hijo”

Daniela Flores es madre de Efraín, un chico de 24 años de edad que cuando era niño fue víctima de una violación por parte de su vecino, situación que tal vez sea la causa de que su hijo mayor sea gay.

Recordó que cuando su hijo entró a la secundaria y después a la preparatoria, tenía novias, sin embargo no mostraba mucho interés hacia ellas y fue cuando comenzó a sospechar que algo ocurría con él, ya que encontraba en el historial de búsquedas en Internet a hombres.

Ese hecho despertó en ella una alerta y lo llevó a terapia psicológica. La especialista le dijo que Efraín era “normal”, que no era gay y que no tenía nada de qué preocuparse.

Cuando Efraín cumplió 19 años le confirmó que era homosexual y que a él mismo le había costado mucho trabajo aceptarlo, porque quería ser “normal”.

En ese momento la señora Daniela le brindó su apoyo, pero quien fue más duro con su hijo fue su papá, pues lo insultó y le dijo que no iba a llegar con “mariconadas” a su casa.

Ella sintió que en algún momento falló como madre, pues pensó que la homosexualidad de su hijo se debió al abuso que sufrió de niño y se siente responsable.

En ese sentido, la especialista Dani Cruz refirió que los padres tienen la idea de haber fallado, pues es muy fácil cuestionarse cómo es que no pudieron darle lo suficiente a los hijos y esa insuficiencia provocó esto.

Ante ello, dijo, es necesario desmarcarse de la pregunta sobre si las personas de la diversidad sexo-genérica nacen o se hacen, pues la respuesta apunta a legitimar un discurso “patológico” sobre estas poblaciones y es cuando surgen los mitos de su origen, como podría ser el de la violación.

Es decir el recurrir a algo traumático para explicar cualquier diversidad sexo-genérica activa el querer “enfermar” a estas poblaciones, lo cual las discrimina.

Ser lesbiana, homosexual, transgénero o bisexual comprende cuestiones del orden de lo identitario, la expresión de género, las formas en las que la gente se vincula erótica y afectivamente, aquí no hay nada que “curar y que corregir”, agregó.

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