Fotografía: Especial

Rudos y técnicos conviven por igual en Museo de Lucha Libre Mexicana

En ENTRETENIMIENTO Rocio G. Guzmán Mejía / Notimex
  • Aficionados a este deporte podrán admirar figuras de plástico, trofeos, libros, gafetes, fotografías, trajes y hasta butacas de la Arena México

TIJUANA.- Sillas voladoras, vidrios rotos, armas blancas, mucha sangre y un alambre de púas abrazando el cuadrilátero, es como el tijuanense vive la lucha libre extrema y, es tanta su pasión por este deporte que en el centro de la ciudad se encuentra el primer y único Museo de la Lucha Libre Mexicana.

Ubicado en el segundo piso del recinto que se localiza en la calle Séptima y Avenida Revolución, este museo recibe al visitante con un pequeño ring, no está acordonado con pinchos, pero la pasión por la lucha se siente una vez que estás ahí.

“La lucha libre nació en México y creció en Tijuana, donde después se da la lucha libre extrema, como que acá somos más violentos y nos gusta ver cómo se dan sus lamparazos, se golpean con las escaleras, se estrellan en las púas, es otro mundo. Tijuana es un público exigente”, aseguró en entrevista con Notimex, Zaurel León, promotor del museo.

Pese a ello, aquí no existen ni las rivalidades ni la violencia, no hay bandos, los rudos y técnicos conviven por igual en este lugar que brilla y destaca por su variada gama de colores gracias a los cientos de máscaras que detienen cada una de las paredes.

La máscara es el elemento que da identidad al luchador y al mismo tiempo oculta su rostro; es determinante para atraer al público, dan un propósito al espectáculo, por ello en cada esquina del museo uno puede verla, hay de diferentes tamaños y de variedad de materiales, se encuentran las originales de tela pero también hay otras convertidas en figuras.

Para muchos podrían ser meros objetos, juguetes, adornos referentes a la lucha, sin embargo, si uno pone atención, descubrirá que son artesanías, objetos hechos a mano con especial cuidado en los detalles que son los que definen a un luchador.

Además de las máscaras, el Museo de la Lucha Libre Mexicana (MULLME) está conformado por figuras de plástico, trofeos, libros, gafetes, fotografías, muñecos, identificaciones, contratos, trajes y hasta butacas de la Arena México. De acuerdo con León son cerca de siete mil piezas.

“Las figuras de plástico se pintaron una a una, hay piezas de papel maché, máscaras originales, botas, medias, calzoncillos y capas, todo fue hecho por costureros, son objetos muy artísticos”, insiste Zaurel.

Cualquier luchador que haya subido a un ring en México aquí está, sin embargo, el visitante también encontrará muñecos y máscaras desconocidas, esto se debe a que hay piezas customizadas, obra de Mauricio Pino, cofundador del museo y a quien pertenece gran parte de la colección, la cual comenzó con un ring y cuatro luchadores de plástico (colocados en una vitrina), adquiridos cuando tenía tan solo ocho años.

“Hay piezas que no existen en el mundo comercial, son piezas customizadas. Al ver que muchos luchadores no estaban a la venta, el dueño compró muñecos y a partir de una foto comenzó a pintar a los luchadores locales y a aquellos que aparecieron un par de años y luego desaparecieron”, explica el también coleccionista.

Además de disfrutar por un recorrido que incluye historietas, gorras, películas, bustos y manos de algunos luchadores, los asistentes conocerán una peculiar pared que posee mechones de las cabelleras perdidas en alguna contienda.

“Esa pared es gracias a Raúl Pérez, el otro dueño del museo. Él empezó a juntar cabellos desde sus primeras luchas de apuesta, dice que inició como algo chusco y curioso, tomar los cabellos que quedaban tirados (el mechón más grande se lo dan al vencedor), los guardó en una bolsa de plástico y anoto los datos de la lucha. Han pasado 30 años desde entonces”.

Y es que para un luchador lo más valioso que tiene es su máscara, pero si no posee una, es su cabellera, “que quedes pelón es algo que cala, perder el cabello contra tu más grande rival es algo humillante”, aseguró León.

La muestra está conformada por cerca de 119 mechones, fotografías y una máquina, protagonista de la lucha entre Nicho El Millonario y Pagano. “Pagano fue el perdedor de aquella apuesta, de hecho, ya vino y luego luego se acordó de la máquina y de aquel momento”.

Al MULLME se han sumado algunos luchadores, quienes tras enterarse del lugar decidieron visitarlo y donar algo, es el caso de Rey Misterio, Damián 666, Shamu, Camaleón Negro, entre otros.

También los han visitado Mil Mascaras, Héctor Garza, Rey Misterio Sr., Penta Zero M, Fénix, El Solar, Octagón, Silver King, El Hijo de Fishamn, El hijo de Máscara Sagrada, Ciclón Ramírez, han venido varios Juniors y luchadores japoneses e ingleses como Chris Brookes y Trent Seven.

“Es bien bonito ver como luchadores que tú ves y admiras vengan a este lugar en el que tu trabajas ahora ellos como fans, eso no tiene palabras”, apuntó.

El Museo de la Lucha Libre Mexicana, se inauguró el 29 de abril de 2017, se encuentra abierto al público de viernes a domingo, de las 10:00 a las 18:00 horas. Los boletos tienen un costo que oscila desde los 25 hasta los 50 pesos. En lo que va del año registra cerca de nueve mil visitantes.

Sillas voladoras, vidrios rotos, armas blancas, mucha sangre y un alambre de púas abrazando el cuadrilátero, es como el tijuanense vive la lucha libre extrema y, es tanta su pasión por este deporte que en el centro de la ciudad se encuentra el primer y único Museo de la Lucha Libre Mexicana.

Ubicado en el segundo piso del recinto que se localiza en la calle Séptima y Avenida Revolución, este museo recibe al visitante con un pequeño ring, no está acordonado con pinchos, pero la pasión por la lucha se siente una vez que estás ahí.

“La lucha libre nació en México y creció en Tijuana, donde después se da la lucha libre extrema, como que acá somos más violentos y nos gusta ver cómo se dan sus lamparazos, se golpean con las escaleras, se estrellan en las púas, es otro mundo. Tijuana es un público exigente”, aseguró en entrevista con Notimex, Zaurel León, promotor del museo.

Pese a ello, aquí no existen ni las rivalidades ni la violencia, no hay bandos, los rudos y técnicos conviven por igual en este lugar que brilla y destaca por su variada gama de colores gracias a los cientos de máscaras que detienen cada una de las paredes.

La máscara es el elemento que da identidad al luchador y al mismo tiempo oculta su rostro; es determinante para atraer al público, dan un propósito al espectáculo, por ello en cada esquina del museo uno puede verla, hay de diferentes tamaños y de variedad de materiales, se encuentran las originales de tela pero también hay otras convertidas en figuras.

Para muchos podrían ser meros objetos, juguetes, adornos referentes a la lucha, sin embargo, si uno pone atención, descubrirá que son artesanías, objetos hechos a mano con especial cuidado en los detalles que son los que definen a un luchador.

Además de las máscaras, el Museo de la Lucha Libre Mexicana (MULLME) está conformado por figuras de plástico, trofeos, libros, gafetes, fotografías, muñecos, identificaciones, contratos, trajes y hasta butacas de la Arena México. De acuerdo con León son cerca de siete mil piezas.

“Las figuras de plástico se pintaron una a una, hay piezas de papel maché, máscaras originales, botas, medias, calzoncillos y capas, todo fue hecho por costureros, son objetos muy artísticos”, insiste Zaurel.

Cualquier luchador que haya subido a un ring en México aquí está, sin embargo, el visitante también encontrará muñecos y máscaras desconocidas, esto se debe a que hay piezas customizadas, obra de Mauricio Pino, cofundador del museo y a quien pertenece gran parte de la colección, la cual comenzó con un ring y cuatro luchadores de plástico (colocados en una vitrina), adquiridos cuando tenía tan solo ocho años.

“Hay piezas que no existen en el mundo comercial, son piezas customizadas. Al ver que muchos luchadores no estaban a la venta, el dueño compró muñecos y a partir de una foto comenzó a pintar a los luchadores locales y a aquellos que aparecieron un par de años y luego desaparecieron”, explica el también coleccionista.

Además de disfrutar por un recorrido que incluye historietas, gorras, películas, bustos y manos de algunos luchadores, los asistentes conocerán una peculiar pared que posee mechones de las cabelleras perdidas en alguna contienda.

“Esa pared es gracias a Raúl Pérez, el otro dueño del museo. Él empezó a juntar cabellos desde sus primeras luchas de apuesta, dice que inició como algo chusco y curioso, tomar los cabellos que quedaban tirados (el mechón más grande se lo dan al vencedor), los guardó en una bolsa de plástico y anoto los datos de la lucha. Han pasado 30 años desde entonces”.

Y es que para un luchador lo más valioso que tiene es su máscara, pero si no posee una, es su cabellera, “que quedes pelón es algo que cala, perder el cabello contra tu más grande rival es algo humillante”, aseguró León.

La muestra está conformada por cerca de 119 mechones, fotografías y una máquina, protagonista de la lucha entre Nicho El Millonario y Pagano. “Pagano fue el perdedor de aquella apuesta, de hecho, ya vino y luego luego se acordó de la máquina y de aquel momento”.

Al MULLME se han sumado algunos luchadores, quienes tras enterarse del lugar decidieron visitarlo y donar algo, es el caso de Rey Misterio, Damián 666, Shamu, Camaleón Negro, entre otros.

También los han visitado Mil Mascaras, Héctor Garza, Rey Misterio Sr., Penta Zero M, Fénix, El Solar, Octagón, Silver King, El Hijo de Fishamn, El hijo de Máscara Sagrada, Ciclón Ramírez, han venido varios Juniors y luchadores japoneses e ingleses como Chris Brookes y Trent Seven.

“Es bien bonito ver como luchadores que tú ves y admiras vengan a este lugar en el que tu trabajas ahora ellos como fans, eso no tiene palabras”, apuntó.

El Museo de la Lucha Libre Mexicana, se inauguró el 29 de abril de 2017, se encuentra abierto al público de viernes a domingo, de las 10:00 a las 18:00 horas. Los boletos tienen un costo que oscila desde los 25 hasta los 50 pesos. En lo que va del año registra cerca de nueve mil visitantes.

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