Fotografía: Especial

Vivencias extrañas en trabajos de arqueología retornan en segundo volumen de “Sombras y susurros”

En CAMALEONES Redacción Leviatán

MÉXICO.- Tiempo y espacio se distienden cuando, desde el presente, se asoma el pasado; situados en ese limbo, quienes realizan arqueología, regularmente en lugares deshabitados, se han visto asaltados por presencias inasibles que les intrigan y atemorizan. Un total de 28 relatos sobre eso que pone a prueba el espíritu científico integran el segundo volumen de Sombras y susurros.

Tras el éxito de la primera entrega, los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Luis Alberto López Wario y Luis Alberto Martos López convocaron de nuevo a colegas que han atestiguado este tipo de eventos y los convencieron de escribir sobre ello, como si se enfrentasen a una terapia colectiva que resulta en catarsis.

“Este segundo volumen es una invitación a sentir, pensar, compartir, recordar y ampliar visiones. Hablamos de formas de conocer el mundo y conocernos, de acercarnos a las realidades; esas cuya existencia planteada por la asociación de academias de la lengua española se ve contrapuesta a lo fantástico e ilusorio”.

“Pretendemos que este libro sea una provocación, un acto que a los lectores les deje una idea, un pensamiento, una motivación. A los autores nos deja el placer de vivirlas, y por qué no decirlo, de sufrirlas, transmitirlas, integrarlas y, con ellas, abordar el tema de una sensación básica en todos los animales: el miedo”, comentó el especialista de la Dirección de Salvamento Arqueológico, Luis Alberto López Wario.

En la presentación que se llevó a cabo, con lleno total, en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, el también coordinador de la obra editada por Punto Rojo Libros, Luis Alberto Martos López, retomó las palabras de su colega argentino Alejandro Haber, en otra publicación: Dioses, objetos y mercancías en la arqueología indisciplinada (2022), que podría servir como introducción a Sombras y susurros:

“La ruina es un aspecto del mundo antiguo, lo cual no significa que pertenezca a un mundo agotado y desaparecido, sino que pertenece a un mundo que vive ahí, en el interior de la ruina, en una vida paralela a la de este mundo, pues nada desaparece ni se agota”, leyó.

Por eso, continuó el director de Estudios Arqueológicos del INAH, “agradezco a  los autores de Sombras y susurros, porque todos experimentaron una situación fuera de lo ‘normal’ que, como científicos, puede apenar admitir. Contarlas requiere valor y generosidad”.

Las historias vertidas transcurren en sitios arqueológicos como Palenque o Bonampak, pero también en conventos; desiertos, selvas, alta montaña y milpas de México, Argentina, Perú, Bolivia e incluso Egipto, lugares casi siempre remotos e inhabitados, en donde arqueólogos y otros profesionales de la antropología buscan los arcanos de sociedades pretéritas.

Los comentaristas del libro, Ana Isabel Tsutsumi Hernández, Eliana Acosta Márquez y Jaime Delgado Rubio, insistieron que, en el afán de ceñirse al método científico, dichos expertos pueden convertirse en “incapacitados sensoriales”, ya que “la evidencia se convierte en una camisa de fuerza que nos incapacita para imaginar, si quiera, un fenómeno, ya no digamos para confesarlo públicamente”, afirmó Jaime Delgado, investigador de la Zona Arqueológica de Teotihuacan.

Por su parte, Eliana Acosta, adscrita a la Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, explicó que, desde sus campos de estudio, “ahora se habla de ontologías, de un multinaturalismo en el cual se busca, no solo dar reconocimiento, sino crédito a otras formas de existencia. Esto que llamamos realidad es mucho más complejo de lo que advertimos mediante nuestros sentidos. Me parece que, desde la arqueología y la antropología, hay que acercarse con humildad y respeto a esas otras formas de entendimiento”.

Finalmente, Ana Isabel Tsutsumi, académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, advirtió a todos aquellos que adquieran Sombras y susurros. Volumen II, leerlo durante el día o por la tarde, “nunca por la noche, para evitar sustos innecesarios. Cuando leemos las historias de este libro, en ocasiones, miramos detrás de nuestra espalda, no vaya a ser que seamos los protagonistas de esos relatos que tenemos entre las manos”.

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