PUEBLA, MÉXICO.- “Si pudiera pagaría por que la gente fuera al teatro y pudiéramos sentir al público y que ellos nos sientan a nosotros”, sentencia el dramaturgo chiapaneco radicado en Puebla Daniel H Soto, para quien el ritual que se forma en torno a una puesta en escena, la reunión y lo presencial son fundamentales para que funcione el teatro.
Más allá de extrañar a los públicos que se han alejado por disposición federal para evitar los contagios de Sars-Cov2, Daniel Soto, reconocido por el Mejor Texto Original en la Muestra Estatal de Teatro (2015) por su opera prima Mariposas negras, busca a las audiencias para reflexionar con ellas temas profundos como el odio, la muerte, el dolor o la podredumbre que acecha a la humanidad.
El fundador de la compañía independiente Ícaro Casa Artística (Innovación Cultural Artística Objetiva) ha radicado en Puebla desde hace 15 años, iniciando su trabajo en el teatro penitenciario, dando clases y exhibiendo obras en el Cereso de San Miguel; hoy, luego de haber transitado por distintas compañías y montando obras en diferentes partes de la República, platica con LEVIATÁN respecto al quehacer de este arte y su futuro en la “nueva normalidad”.
“Vamos a salir de esta porque hemos salido de todas. Mientras eso sucede, haremos teatro donde sea, como sea: en celulares, en las calles, en Zoom, en nuestras casas, en el baño, en el Facebook”.
El otrora tramoyista e iluminador siempre ha tomado el teatro para reflexionar problemáticas sociales, lo cual también se expresa en su segundo guion, El evangelio de Tonantzin, una obra contestataria que habla del dolor de México y los abusos a las mujeres en la Sierra de Guerrero, el narcotráfico en aquél estado y el pentágono de amapola, la zona más importante en el país del trasiego de esta droga.
Por ahora, Ícaro Casa Artística espera a que los centros culturales sean reabiertos para estrenar su tercera obra original, La última tempestad, un trabajo que explora el suicidio infantil. En ella un niño suicida encarna una de las experiencias más fuertes de Daniel Soto en su infancia, pero ahora, como una persona madura, el propio escritor reflexiona qué lleva a un niño a abrazar la idea de que es mejor morir.
RETOMAR LO SAGRADO
¿Dónde ubicarías al teatro en la circunstancia actual?
En estos momentos el teatro y las artes están atravesando por un momento donde pareciera que todo lo que es importante y profundo pasa a un lado y no le toman importancia. Como si la humanidad estuviera inserta en un discurso efímero, donde lo que tiene que sobrevivir es lo mediocre, lo banal. El teatro necesita retomar lo sagrado, lo espiritual, lo antiguo…
Entonces, ¿para Daniel qué es el arte, el teatro?
El arte tiene que ver con una cuestión de tocar la conciencia de las personas con temas profundos. Mi forma de abordar el teatro es una forma muy personal donde trato de entregar lo más profundo que tenga en el alma, el corazón o la vida, de esa manera sutilmente tengo la mínima posibilidad de acercarme al arte desde lo verdadero. El arte es lo verdadero.
¿Cómo concibes el quehacer teatral que se está realizando en plataformas digitales por la contingencia de Covid-19?
El teatro tiene un pulso que no puede registrarse a través de la pantalla, pero estamos haciendo esfuerzos para buscarlo y lo vamos a encontrar. El teatro que desarrollamos no estaba pensado para una pantalla, tengo la idea de que lo principal para ello es la reunión, el ritual y lo presencial. Creo que para que esto funcione los dramaturgos, directores escénicos, actores y actrices tendríamos que rediseñar una parte del teatro, crear algo muy específico para este formato, aunque respeto y aprecio a quienes lo están haciendo porque están resistiendo, y el teatro es resistencia. Su labor es fundamental en este momento.
¿Crees que podría haber un cambio de paradigma dado que se habla que no se regresará a una normalidad como la conocíamos antes?
No regresaremos a una normalidad como la conocíamos. Espero que regresemos a una mejor, y en ese espacio el teatro tendrá que responder a las necesidades del mundo. Ojalá un día una vacuna nos permita volver a reunirnos o volver a ver al otro sin miedo a que nos contagie, ahora eso es lo nuevo, observar al otro y tener miedo de tocarlo. Cuando salgamos de esta, porque hemos salido de todas, el teatro estará listo, mientras tanto seguiremos haciendo teatro como podamos y donde podamos.
Ícaro se propone como una compañía que hace comunidad, ¿por qué?
Somos esa compañía que te dice que puedes venir a nuestra función y si no tienes dinero para pagar no hay ningún problema, si no tienes dinero para un autobús nosotros te prestamos, si no tienes dinero para regresar a tu casa te quedas con nosotros. Lo importante para nosotros no es el dinero, sino que veas teatro.
¿Cómo será el teatro independiente, Ícaro Teatro, en la “nueva normalidad”?
Si a mí me dicen que para que yo vuelva a hacer teatro tengo que tener sólo 10 personas en el público, lo hago sin lío. En este momento si pudiera pagaría por que la gente fuera al teatro y pudiéramos sentir al público y que ellos nos sientan a nosotros. De algún modo volveremos… o nunca nos fuimos.