Fotografía: Especial

Hacer poesía es compartir más allá del papel: Ana Jimena Sánchez

En ENTREVISTA Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Para la escritora mexicana Ana Jimena Sánchez la poesía es compartir, porque cuando el otro lee es cuando se completa la razón de ser de esas ideas que se plasmaron en palabras.

Así que para compartir, ella no se limita ni a los tradicionales libros ni a ningún soporte. Ella expande su horizonte de “hoja en blanco” y expresa sus versos bien en una playera, bien en postales, en hojas volantes que lleven sus letras por doquier, “en páginas desperdigadas que circulan por distintos rincones de la ciudad, abiertas a cualquier destinatario”.

Ana Jimena es una comunicóloga a quien su entusiasmo por la vida, sus ganas de sentir, conocer y compartir con los otros la llevó a descubrir el mundo multidisciplinario en el que vive: tanto dirige el festival internacional de música Guacamaya –ahora en su versión Guacamashhhita–, como se dedica al diseño, a la gestión cultural y a la escritura.

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Todo este bagaje le ha permitido no limitarse a que sus textos sean “aceptados” por la industria editorial, y más que ello decidió explorar el mundo de la autopublicación para sus poemarios Intradiegético (2015), Ecuador (2017) y Las otras (2019).  

En entrevista con LEVIATÁN,  la poeta egresada de la Facultad de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Puebla, compartió su opinión en torno a la dificultad de la autopublicación y los retos de ser una persona “multitareas”.

Tras la crisis de la pandemia decidió abrir uno de sus proyectos, La Hojas Poesía Viva  a otros autores que, como ella, buscan compartir sus versos con el mundo.

“La poesía vive en el hacer, en el estar con otros, aventurarnos, aventurarnos a descubrirnos a nosotros mismos, hacer ese viaje interior de qué nos está pasando, ese impulso vital de ir a descubrir, de conectar”.

EL ACERCAMIENTO CON LA POESÍA

¿Cómo se dio tu primer acercamiento?

Sucedió de manera inesperada hace unos 12 años que estaban muy de moda los blogs, una especie de diarios públicos donde la gente compartía cosas. Yo estaba en la universidad con ganas de entenderme a mí misma en mis procesos, y me encontré con que mucho de lo que leía en esos blogs eran poemas que conectaban mucho con mis experiencias y me sentí muy acogida, decía: “qué bonito, las palabras pueden ser una especie de casa donde te sientes acompañada”. Creo que la poesía abre ese espacio como un universo compartido, a mí me conmovió y me invitó a encontrar la manera de expresar lo que yo iba comprendiendo mejor de mí a través de las palabras.

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Entiendo que a partir de ello nació tu proyecto La Hoja Poesía Viva, donde compartes tus pensamientos a través de letras. ¿Cómo nació?

Nace cuando yo empecé con la inquietud de publicarme por el gusto de explorar con el papel. Justo para no sentirme tan sola y tan Ana Jimena a la deriva, inventé este sello, algo que me acompañara, que no tenía la intención de ser una editorial y estar publicando más cosas pero que pudiera acompañarme para explorar. En 2015 yo empecé a sacar mis libros y la Hoja existía solo en esa lógica. Pero ahora, a raíz de la pandemia que todo dio un viraje, dije: “bueno, creo que esto que he estado haciendo para conmigo sería bonito compartirlo con más gente, alentarlos a este proceso, a publicarse y explorar con otros soportes”. Fue poner sobre la mesa que publicar es muy amplio y tiene muchos horizontes (…). Este proyecto abre ese diálogo de todas las herramientas que pueden haber para compartir y que la gente no sienta que el hecho de que yo me publique está súper lejano porque no tengo el dinero ni sé cómo hacerlo ni sé con quién y un montón de obstáculos que siempre están entre nosotros y concretar algo. Entonces, La Hoja se convirtió en eso, en animar a la gente a publicarse.  

La Hoja nació entonces como una alternativa a la publicación, con ella has encontrado diversas formas de llegar a los públicos. Y si hay tantas formas, ¿Por qué crees que seguimos pensando en grandes editoriales como la única forma de dar a conocer nuestros textos?

Yo creo que socialmente determinamos que hay un sólo camino para lograr cada cosa. Desde la idea de que hay que estudiar, hay que tener un título y si no se te dificulta encontrar trabajo, se van formando dogmas; en las grandes industrias sucede lo mismo, es como “esta es la manera de hacer un libro, necesitas la aprobación de un gremio, tener una propuestas que se venda”, y no es descartarlas, sino que no todos tenemos que seguir ese camino. Publicar con una editorial, que un círculo literario te lea, te evalúe, te considere valioso está muy bien, pero creo que mucha gente sentimos que si no sucede eso no tenemos derecho a publicar (…). Es desempolvar las formas preestablecidas, (la autopublicación) también tiene que ver con el trabajo autogestivo y tener las ganas de hacer las cosas.

Decías que entrar a las grandes industrias podría ser difícil, pero la autopublicación o el ser independiente en general también es complejo. ¿Cómo ha sido para ti?

Creo que todo en la vida, lo que vale la pena y nos hace crecer, requiere esfuerzo (…).Pero como va siendo un camino placentero, el camino es placentero para cada quien que elige ciertas cosas, el esfuerzo se va sintiendo muy rico, que vale la pena: estás aprendiendo, haciendo algo que te gusta. Para la autogestión, si no confías, va a ser muy difícil.

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¿Cómo ha sido hacer poesía en estos otros soportes en los que descubriste que se podía compartir?  

Primero es una satisfacción personal (…), pero cuando lo cantamos sucede algo muy lindo y es que las demás personas se sienten invitadas porque todos al final tenemos esa necesidad de ser reconocidos como lo profundo de lo que somos. Por eso al final creo que la escritura, la poesía, se completa cuando hay alguien que lee; está el ejercicio de escribir que es muy bonito pero cuando alguien te lee es como que se abre este universo, esa casita compartida. Ha sido bonito porque he tenido la fortuna de que la gente ha leído con cuidado mi trabajo.

Tienes varios proyectos en los que trabajas al mismo tiempo, ¿cómo haces para conjugar trabajos de diferentes disciplinas?, ¿qué tan difícil es?

Es una pregunta que yo me hago todos los días, a veces hago malabares pero es muy hermoso. Otra cosa con la que crecemos es que te tienes que especializar en algo y meterse en otras cosas es dispersión, pero depende cómo te vas organizando y distribuyendo tu energía porque se puede volver más enriquecedor. Hoy ya nos abrimos más a los perfiles multidisciplinarios y eso ha sido muy importante para mí porque yo no podría dedicarme sólo a escribir, a lo editorial, sólo a la promoción de eventos musicales, difusión cultural ni sólo al tema de diseño y estrategias de comunicación, en mi vida las necesito todas. El reto ha sido unir todas estas cosas que creo que sí tiene un hilo conductor que va por el tema de la comunicación, los lenguajes que conecta mi trabajo; en todos los proyectos que tengo está la apuesta por los espacios de encuentro, la apuesta por el diálogo con los demás y por la creación artística.

 

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