- “Definitivamente no estoy haciendo negocio, te lo puedo jurar, pero voy sobreviviendo. Estoy dando un poco más barato, estoy poniendo ofertas”
- Pedidos: https://www.facebook.com/elias.dalva
PUEBLA, MÉXICO.- Unos 50 kilómetros en bicicleta en un solo día, partiendo desde Cuautlancingo con rumbo a Bosques de San Sebastián, pasar al Centro Histórico para llegar a San Isidro, cerca de Ciudad Universitaria, en el sur de la ciudad, para luego emprender el regreso a casa, no sin antes pasar por Morillotla, en Cholula.
Ese es apenas uno de los muchos recorridos que realiza el poblano Elías D’ Alva para repartir libros durante el periodo de la contingencia por el nuevo coronavirus y con ello solventar sus gastos diarios, pues como librero de calle se ha quedado sin espacios de venta.
Las ferias de libros, tianguis en parques y espacios públicos, solían ser los lugares donde podía recomendar textos, intercambiar opiniones y lograr ventas; sin embargo, el confinamiento que trajo consigo la Jornada Nacional de Sana Distancia no sólo dejó vacías las calles, sino que se llevó también a los potenciales compradores que mantenían a flote su negocio.
Fue el pasado 13 de marzo, durante la Segunda Fiesta Internacional del Libro Puebla, que como balde de agua fría cayó a Elías y a sus colegas la noticia de que éste y próximos eventos culturales se cancelarían por disposiciones federales.
Elías narró en entrevista con LEVIATÁN que la necesidad lo obligó, como a otros miles de poblanos, a no quedarse en casa como insistieron las recomendaciones de las dependencias de Salud, y más bien salir a buscar el sustento diario:
“Cuando me plantee qué demonios voy a hacer, dije: ‘¿Pues qué tengo? Tengo libros y tengo la bicicleta, voy a repartir libros en la bicicleta’. Fue una solución rápida frente a la circunstancia que tenía enfrente porque no estoy en condiciones como muchos otros colegas de parar y encerrarme”.
LA MEJOR AMIGA
Contó que si bien el ejercicio y este tipo de transporte no estaban dentro de sus actividades diarias, la obligada situación lo he hecho mantener una relación estable con esta práctica deportiva que más allá de ser una herramienta para su negocio, “me da una sensación de libertad muy plena, de saber que me puedo mover con mucha libertad porque es algo que no sentía”.
“De las cosas buenas que me han pasado con este evento es que he pedaleado un chingo, entonces me mantengo haciendo ejercicio como usualmente nunca hacía. La bicicleta se ha hecho mi mejor amiga. Si no fuera por la bicicleta sería muy complicado”.
Si tuviera que agregar el coste de transporte público a los libros, dijo que se haría imposible la entrega; así, la bicicleta se ha convertido en un buen aliado tanto para él como para los lectores y para su negocio, pues gracias a ello ha podido soportar las rebajas que tuvo que hacer a los ejemplares.
“Definitivamente no estoy haciendo negocio, te lo puedo jurar, pero voy sobreviviendo. Estoy dando un poco más barato, estoy poniendo ofertas”.
Al reconocer el penoso hecho de que “las librerías con contingencia o sin ella no son los lugares más visitados“, consideró que al contrario de como se ha dispuesto por las autoridades federales de ser de las últimas en abrir, “debería permitir se les abrir inmediatamente”.
Asimismo, confesó que “los lectores no me han dejado morir de hambre”, por lo que pidió a las autoridades que se detengan a pensar en los libreros de calle y se establezcan las medidas necesarias para re impulsar los comercios de este tipo:
“Los libros de feria esperaríamos que las autoridades de todos lados fueran sensibles al gremio de libreros de feria y de calle, y facilitarán espacios para que pudieran trabajar para que podamos recuperarnos de esta pausa”.
Desde poesía, narrativa, ensayo, literatura mexicana, novelas históricas, libros de arte, así como una colección de libros nuevos en 10 pesos, son las lecturas que Elías D’ Alva continuará repartiendo por la ciudad acompañado de su bicicleta.