Fotografía: Magdiel Olano

“Al escritor lo rebasa la vida real”, señala Elma Correa

En CAMALEONES Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- “Al escritor lo rebasa la vida real. El estereotipo de un escritor que sólo está creando no es cierto, hay que pagar las cuentas”, asegura la escritora mexicana Elma Correa, al recordar que le tomó siete años terminar de escribir su primer libro de cuentos, pues fue más fuerte la exigencia de la cotidianidad como mujer que el gusto por la labor escritural.

Que parezca un accidente es el nombre que recibió la primera obra de la originaria de Mexicali, Baja California, quien viajó a tierras poblanas para presentar el texto junto a Oscar Alarcón la mañana de este miércoles en la Biblioteca Central Universitaria BUAP.

Fotografía: Magdiel Olano

Durante la presentación con auditorio lleno, Elma Correa mencionó que el trabajo del escritor es y siempre ha sido complejo, mucho más en el contexto económico del México actual donde los quehaceres del día a día y la lucha cotidiana por cubrir las necesidades básicas limitan tiempo.

“Si yo no voy a dar mis clases, si yo no hago freelance no llego a fin de mes. Entonces eso es una circunstancia bien particular para las personas que creamos en este país en este momento, en estas circunstancias”.

Lo anterior, sobre todo para las mujeres, quienes por estereotipo de género además están ligadas a las labores domésticas: “No me voy a hacer la mártir pero también como morras la tenemos bien pesado, siempre hay una carga particular sobre las chavas (…). Tengo que lavar, tengo que cocinar, tengo que ir a trabajar, tengo que hacer un montón de cosas y después ganarle tiempo al día para escribir”.

En ese sentido de cómo superar esta y otras violencias de género, dijo que desde la frontera en México hay  un grupo importante de mujeres que están tejiendo redes, creando comunidad juntas, circunstancia que se ha visibilizado más por las féminas de las últimas generaciones, que por las de hace 20 años:

“Las mujeres más adultas traen un bagaje bien denso estructural del que no se puede deshacer, mientras que las morras de mi generación o más jóvenes ya intelectualisamos, discutimos, pensamos, teorizamos, y yo siento que las generaciones más jóvenes todavía tienen todas las herramientas que no teníamos en los 90 o a principios de los 2000 como para conectarnos, acceder a ciertas informaciones. Yo siento que las redes existieron siempre, sólo que están mucho más visibles”.

LA COTIDIANIDAD

Narró que la situación de atender la cotidianidad como mujer y madre, aunada a sus estudios y otras publicaciones en antologías y revistas, fueron los motivos que postergaron la publicación de su primer libro, el cual contiene 13 cuentos completamente inéditos guiados por una sola circunstancia, en palabras de la autora, “cuentos que hablan de personas tristes y solas”, entre ellos “Senos Vigotes”, “Nos reiremos cuando acabe” y “En buena caza, hermano scout”.

A pesar de ello, agregó que está escrito con un lenguaje muy digerible:

“Dije, bueno, si ya el lector utópico va a soplarse (leer) 13 cuentos de cosas bien dramáticas (…), entonces traté de hacerlo con un lenguaje sencillo y ligero y ser muy divertida. No sé si lo logré pero a mí me dan mucha risa”.

Explicó que a lo largo de sus cuentos aparecen personas “normales”, y aunque agradeció la interpretación de críticos literarios sobre encontrar un elemento profundo en el titulo de la obra, en toco chusco indicó que simplemente lo eligió porque “no tenía nada que ver con los cuentos”.

“La intimidad de las abejas”, “Wild in the country”, “El corrido del Chito Cano”, “Kamikase” y “Plantas carnívoras” son otros de los títulos de los cuentos que lo conforman.

Lo más importante para la edición de Que parezca un accidente (Nitro/Press, 2018) fue elaborar textos completamente inéditos, lo que le tomó cerca de siete años, pues “no quería retomar textos publicados, ya leídos, se me hacía muy chafa, no digo que no vaya a hacerlo nunca pero no quería un primer libro de pedacería juntar todos los cuentos y que esa fuera mi entrada al mundo de las letras”.

Finalizó que lo que quería era “estar muy contenta y muy orgullosa de un primer libro, quería escribir el libro que a mí me hubiera gustado leer”.

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