Fotografía: Magdiel Olano

Solamente pensando se puede llegar al máximo nivel de la felicidad: Óscar de la Borbolla

En ENTREVISTA Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Solamente pensando se puede llegar al máximo nivel de la felicidad, esa es la certeza a la que ha llegado el filósofo mexicano Óscar de la Borbolla, una tarea compleja si se considera que en la actualidad el pensar es un acto rebelde.

Así lo señaló el escritor en su reciente visita a la ciudad para participar en la clausura del Festival Vaniloquio en San Pedro Cholula para presentar la reedición por el Fondo de Cultura Económica de su libro La rebeldía de pensar, título que a lo largo de sus ya cuatro ediciones ha sido reconocido por tener la virtud de abordar las preguntas fundamentales de la filosofía desde un ámbito asequible, comprensible y explicativo.

En entrevista con LEVIATÁN, el también autor de El arte de dudar, señaló que contrario a lo que la generalidad supone que entre más se piensa se es más triste, la verdadera felicidad se encuentra al final del pensamiento,cuando se comprende el gran privilegio que es vivir:

“Normalmente se cree que entre más se piensa más triste es uno. Yo creo lo contrario, que la verdadera felicidad se encuentra al final del pensamiento, después de pasar por encima de las formas fáciles en las que una simplemente se atonta y está en un estado de contentes no estrictamente humana. La felicidad propiamente humana se encuentra cuando uno comprende el gran privilegio que es vivir”.

Esta es una certeza que explica en el último capítulo de La rebeldía de pensar, pues el experimentado docente de filosofía, señala que pensar no solamente sirve para resolver problemas filosóficos o plantearse asuntos científicos, sino que sirve también para la vida, para estar menos expuestos a la manipulación de los medios, la manipulación de los políticos, al chantaje de la familia o de los hijos, pues “uno se centra cuando es capaz de relacionar las cosas conceptualmente”.

En ese sentido, acotó que pensar básicamente podría reducirse a relacionar: “cuando uno tiene la mente en blanco y está pensando en cualquier cosa, y se le pasa por la cabeza un recuerdo o una canción, un deseo o una imagen, en un estado como de flotación de conciencia, no es pensamiento sino flujo de conciencia. Cuando tenemos un problema, todas las cuestiones que están a nuestro alcance entran en juego y se relacionan para ver de qué manera se puede solucionar”.

Destacó que consecuencia del amplio campo tecnológico que invade a la sociedad en la actualidad, ésta ya no tiene claro qué es la amistad ni qué es el amor, ni qué es la justicia o qué es la libertad, y todos los problemas que debieran preocupar no están claros:

“Estamos viviendo transformaciones en todos los campos (…). La gente está yendo a buscar las respuestas a libros de superación personal o de desarrollo humano y creo que hace falta alguien que recupere un poco el tono con el que escribían los pensadores latinos como Séneca o Cicerón, sin necesidad de hacer grandes disquisiciones de complejidad para tratar con el lector los asuntos más importantes de la vida”.

De la Borbolla explicó que al formar parte de un grupo como la familia, comunidad o la localidad, la gente sólo se reúne con las personas que piensan de forma afín, “de hecho vivimos a mitad de un coro que repite con nosotros lo que nosotros creemos”.

En ese sentido, pensar es empezar a revisar las propias evidencias, esas certezas que normalmente están mal fundadas, porque “cuando uno la revisa lo primero que descubre es que eso que une a la comunidad normalmente es un error. Entonces, comenzar a pensar es empezar a distinguirse y al distinguirse por supuesto que es uno tachado, de ahí que todo acto de pensar sea un pensamiento rebelde. Siempre que pensamos nos rebelamos”.

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