Fotografía: Especial

La resurrección de Brooklyn Nine Nine

En COLUMNAS Shanik David

Hace unos días el poder de las redes sociales quedó demostrado de la forma más espontánea posible. El 11 de mayo nos despertamos con la noticia de que Fox había decidido cancelar la comedia Brooklyn Nine Nine como parte de sus ajustes de programación para la siguiente temporada.

Este anuncio lo sentí como un golpe directo al corazón, porque justo la noche anterior había hecho un maratón para ponerme al corriente con la temporada actual y no podía dejar de pensar lo brillante del guión. El sentimiento fue compartido por mi amigo Andrés, quien por mucho tiempo me recomendó la serie, y pese a mi primera resistencia -no soy muy fan de Andy Sanberg- le di la oportunidad y noté el grave error con el que había vivido por mucho tiempo.

Quién diría lo que pasaría después. Las redes sociales se volvieron locas. Personajes como Guillermo del Toro, Mark Hamill y Sean Austin, nombres que merecen reverencia en la comunidad geek, hicieron pública su tristeza por la cancelación, promovieron en sus cuentas de Twitter peticiones para que se reviviera la serie.

24 horas después la cadena NBC aceptó el reto y decidió rescatar el programa para su sexta temporada. Y todo volvió a la normalidad en la galaxia…

Esta controversia me hizo preguntarme que si de haber existido redes sociales tan activas hace unos años se hubieran salvado de cancelación joyas como Jericho, Pushing Daisies o tantas de mis series adoradas. La segunda duda que me llegó a la cabeza es la que me motivó a escribir estas líneas: qué es lo que hace tan querida a Brooklyn Nine Nine.

De entrada su premisa es muy sencilla: la vida de un escuadrón de policía en Brooklyn, Nueva York, pero de esa sencillez sale la inteligencia.

Una de mis primeras impresiones de la serie, y que es uno de los elementos que más me gustan, es la diversidad: el capitán del escuadrón es un hombre negro abiertamente gay que tuvo que luchar por años contra prejuicios para llegar hasta donde está, el segundo al mando es otro afroamericano todo musculo pero todo amor (el brillante Terry Crews); dos de las mejores detectives en el grupo son mujeres latinas; el “líder” es un joven detective judío amante de Die Hard y con severos daddy issues.

El segundo elemento que abona a la maravilla que es Brooklyn Nine Nine es el guión. Si bien hay ocasiones en las que puede caer en ciertos clichés de las comedias televisivas, el desarrollo de la historia y de los personajes se aleja de las formulas típicas. Desde la relación entre Jake y Amy que es el ejemplo ideal de relationship goals, Rosa con sus relaciones un tanto extrañas y su proceso de aceptarse como bisexual. Y claro, todo lo que tenga que ver con el capitán Holt, su parsimonia, inexpresión y seriedad lo hacen, paradójicamente, uno de los más graciosos de todo el elenco.

Otro aspecto que llama la atención es cómo a pesar de lo tenso del ambiente político que se vive en la actualidad en Estados Unidos, Brooklyn Nine Nine ha logrado hacer críticas sutiles sin caer en una comedia cargada de intensión política. En uno de los capítulos más recientes el escuadrón tuvo que sobrellevar el que uno de sus compañeros estuviera en medio de un tiroteo de esos que se han vuelto comunes en la unión americana. Sin sangre, sin gran drama, mostraron algo que, tristemente, ya es parte de la cotidianidad.

Así que si andan en busca de una comedia relajada pero inteligente y con sello de aprobación de los altos mandos geeks, Brooklyn Nine Nine es la opción.

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