Fotografía: EsImagen

Los cadáveres que cargamos en el automóvil

En COLUMNAS Magaly Herrera

La ciudad de Puebla es el refugio preferido de los capos y nada más. Eso hemos consignado en múltiples textos noticiosos, pero de la diversidad de otros actos delictivos en el estado se ha documentado por fragmentos. Mientras el olfato periodístico y la crítica casi siempre apuntan a los mercaderes de la droga, el crimen organizado que se ocupa del robo de combustible nos ha llevado a las estadísticas de primer nivel. Sí. Ocupamos el nada honroso quinto lugar por el robo de hidrocarburos en México, según revela Petróleos Mexicanos (Pemex) a través de una solicitud de información realizada por esta reportera.

Tamaulipas (420), Veracruz (257), Sinaloa (256), Jalisco (223) y Puebla (217) concentran más del 70 por ciento de las 2 mil 532 denuncias interpuestas en el 2013 por robo de hidrocarburo en su modalidad de toma clandestina. Cada día se interponen tres denuncias por este delito, aunque son sólo cifras oficiales. Los cálculos se aproximan a siete perforaciones cada 24 horas.

En el 2013, el gran total del robo de combustible a través (y sólo) de tomas clandestinas en México alcanzó los 2 millones 120 mil 37 litros. Cabe precisar que este monto sólo corresponde a datos oficiales calculados por el número de denuncias interpuestas, pero su cálculo en pesos mexicanos sobrepasa el presupuesto anual de cualquier estado de la República.

Además del desfalco a Pemex, el robo de combustible a través de la perforación de los ductos ha causado la muerte de decenas de personas víctimas de las explosiones provocadas por la misma causa. No vayamos tan lejos, San Martín Texmelucan encabeza la lista de las cinco tragedias más dramáticas del 2009 a la fecha en el país.

Por si fuera poco, el robo de combustible va más allá de la zozobra colectiva de quienes se saben cerca de los ductos que se ordeñan. Si usted tiene la fortuna de tener un automóvil es probable que sea parte del negocio de los ladrones de hidrocarburo y aún no lo sabe, pues los grupos del crimen organizado se han encargado de estudiar los controles volumétricos instalados en las despachadoras de combustible para extorsionar con cuidado y frecuencia a los dueños de las gasolineras para obligarlos a comprar pipas de combustible robado.

¿Se ha preguntado el destino de los 2 millones 120 mil 37 litros de combustibles que fueron denunciados por robo en el 2013? ¿Y de los que no se tienen en lista oficial?

Apenas la semana pasada, el 20 de junio, la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Puebla detuvo en carreteras de la Mixteca al chofer de una camioneta Dina Estacas con placas de circulación SH26646 por trasladar cuatro contenedores con 4 mil litros de diesel robado. Así, en carga “hormiga” la extracción y traslado de combustible apunta a ser un negocio redondo que busca quedarse en Puebla.

La “ordeña” de hidrocarburos es un delito que se comete con frecuencia en Puebla, y esa no es la novedad. Tampoco lo es que miles de hectáreas de cultivos nacientes se pierdan por derrames de combustible. O más aún, que en cualquier momento una nueva explosión nos traiga a cuentas la experiencia de San Martín Texmelucan. Lo que los poblanos no tenemos en mente con tanta familiaridad, y que parece (o ya lo es) un hecho anunciado, es que usted y yo participemos de manera involuntaria en la compra de combustibles robados que se despachan por litros al mismo precio en algunas de las 405 gasolineras que hay en el estado. Y entonces sí, en el negocio del crimen organizado que las autoridades se repiten una y otra vez que en Puebla no existe, casi todos seremos clientes frecuentes.

Los puntos de ordeña los conoce Pemex, de las extorsiones a los dueños de gasolineras se sabe poco porque los empresarios desconfían de las autoridades, pero de llenar los tanques de nuestros automóviles con gasolina robada tendrá noticias en un tiempo no muy lejano.

Quizá en Puebla no vea cadáveres que cuelgan de los puentes, pero le aseguro que en su automóvil cargan enormes posibilidades de llevar algo que apesta más que a gasolina robada.

No es ficción, es estadística.

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