PUEBLA, MÉXICO.- Con fragmentos de una misma historia contada a través de tres líneas paralelas, el escritor mexicano Horacio Porcayo ofrece su nueva propuesta literaria titulada Te regalo mi luna de cartón, una novela que aborda el abandono, el amor fracasado y las salidas que quedan para la soledad.
Haciendo un guiño a grandes filósofos como Camus o Sartre, Porcayo cuenta la historia de Adalberto, un chico que vive depresión y desesperanza, que al enfrentarse a una situación crítica decide terminar con su vida. Adal es el creador de una autobiografía fragmentaria que busca la culminación de su obra al saltar de la torre de catedral de la ciudad de Puebla.
Al respecto de los sentimientos de desesperanza que sintió su personaje principal, Porcayo mencionó en entrevista para LEVIATÁN que no hay nada más dañino que esas fantasías que dicen que todo se va a corregir; habría pues que entender que “el mundo tiene otra vertiente y las fantasías son otra cosa”, dejando en la sentencia su clara influencia existencialista.
“Puedes tener todos los paraísos artificiales que quieras, todos los paliativos para evitar sentirte triste y abandonado, pero eso no es más que un placebo, un constructo que tienes de un ideal que nunca vas a alcanzar”.
El ganador del Premio “Magdalena Mondragón” (2013) en la categoría de Ensayo, explicó que el texto es una propuesta que se desarrolla a partir de tres líneas paralelas: la analógica, que ocurre a través de tuits; los fragmentos de la vida del personaje, que escribe en desorden; y la enmienda, que incluye la corrección en la cronología.
Dijo que la obra, publicada por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP) se complementa con dos partes más, que si bien no continúan la historia de Adalberto habla de contextos paralelos. Adelantó que este par de textos, aunque ya están terminados esperan fecha de publicación.
¿Cómo nace la novela?
Es compleja su génesis. Es una novela fragmentaria, una especie de autobiografía de un chico que se ha dedicado a escribir pero que decidió suicidarse y deja el montaje de su vida antes de aventarse de la torre de catedral, desnudo, con su Hortencia y atado con una cuerda para asegurar que no quede cuadripléjico. Es una novela de soledad, de abandono (…), es esta desolación en un mundo globalizado que parece prometerlo todo.
¿Por qué abordar el tema del suicidio, de pronto la nostalgia, la añoranza?
Cuando estás en crisis entras a buscar tus justificaciones para vivir, entonces buscas en todas partes y cuando la mirada que te vuelve ese espejo extraño es negativa, sigues revisando.
Es una invención entre ese explorarse a sí mismo y de enfrentarse a la separación de sus compañeros.
¿Describirían los sentimientos de Adalberto, en cierto punto, los sentimientos de Horacio Porcayo?
Creo que no hay libro, por muy ficcional que sea que no contenga préstamos biográficos, y en este caso todas esas partes oscuras que fueron saliendo en mis momentos de depresión están ahí reflejados. Esa novela no fue que se escribiera de una sentada, fueron también momentos de soledad después de mi divorcio.
El final de Adal es catastrófico. Al desarrollarse en un contexto conocido para nosotros, ¿pudiéramos imaginar otro final para los sujetos que viven la desesperanza en Puebla?
Una de las razones más románticas que tuviera uno cuando piensa en el suicidio es que todo mundo se va a dar cuenta de lo que se está perdiendo, pero esa es la mayor mentira. Todo mundo queda ofendido, dolido, pero no reconoce lo que le pasó al otro porque nadie te llega a conocer cuando estás en ese momento de aislamiento. Creo que por eso son tres novelas. En ésta pareciera él construir todo y dejar su herencia y su mensaje claro, el problema es que esos son constructos que nos hacemos y creemos que la gente nos pone atención y resulta que no.
EL APUNTE
Gerardo Horacio Porcayo, escritor que introdujo el cyberpunk a la literatura iberoamericana, presentará Te regalo mi luna de cartón (junio 2019), primer título de la serie Los Urbanos, este sábado a las 18:00 horas en la Galería del Palacio Municipal.