MÉXICO.- En diciembre del año pasado la vida de Esmeralda Millán cambió de manera radical gracias a su expareja, desde entonces vive con miedo y escondida; sólo porque no quiso volver con él éste le arrojó ácido que le desfiguró el rostro, pecho y cuello.
Fue a dos calles de su casa, en el municipio Misiones de San Francisco, Puebla, donde su expareja, junto con otras tres personas, la interceptó y le arrojó el líquido corrosivo.
“Fue el 2 de Diciembre (de 2018) que me pasó esto, la verdad fue mi expareja porque no quise regresar con él. Es como un día él me dijo: !Si no vas a estar conmigo no vas a estar con nadie!”, relató la mujer quien no tiene seguridad social y no recibe ningún tipo de apoyo.
Ante la necesidad de recursos para las cinco operaciones que requiere, Esmeralda se armó de valor y acudió a la Cámara de Diputados para mostrar su rostro, ese que no le gusta exhibir por las burlas de las que ya ha sido objeto.
Un día antes de la agresión, Fidel -su expareja, con quien vivió casi ocho años, le llevó el dinero para la manutención de sus dos hijos y la cuestionó sobre las actividades que tendría al día siguiente.
“No pensé que iba a pasar esto y yo la verdad le dije que iba a salir casi a las 6 de la mañana… pues me encontró a dos calles de mi casa y me arrojo el ácido”, relató entre sollozos.
Ese fatídico día que marcó su rostro y vida, iba a acompañada por su mamá, de la mano, platicando rumbo al baño de vapor. Su agresor se acercó a ellas, le arrojó el ácido y se echó a correr, porque también fue salpicado del líquido.
Su madre la auxilió, en las calles no había más gente, ni patrullas. “No sabía en ese momento que era ácido, cuando me lo arrojó era una sensación como caliente y como me lo tragué no me dejaba respirar”.
Al hospital la llevó su tía, a donde llegó inconsciente y fue cuando se enteraron que la sustancia que Fidel le había arrojado era ácido. En ese centro libró una batalla por su vida.
Pasó un mes para que la joven pudiera verse en un espejo. “No me dejaban ver en un espejo, pero con las reacciones de la familia, que me decían no te pasó nada, estás bien, pero con su mirada me daba cuenta de la destrucción, de lo que me pasó”.
Hasta el momento solo ha tenido injertos en manos, pecho y cuello, que es lo que se carcomió el ácido. “Me faltan como cinco operaciones para mi rostro que literalmente está desfigurado, más un trasplante de córnea”.
Sin trabajo y con sus dos hijos, una niña de cinco años y un niño de siete, Esmeralda lanzó un grito de auxilio para solventar sus operaciones y su día a día. “No tengo médico ni un tratamiento que me ayude”.
La joven señaló que no ha sido tomada en cuenta para los programas sociales del gobierno federal, “la que me ha apoyado mucho es Alessandra -Rojo-, moviendo todo esto para que me operen. Pero de los programas de López Obrador no, la verdad no”.
Vivió con su agresor casi ocho años entre celos y violencia, por lo que intentó dejarlo en cuatro ocasiones, pero siempre regresaba por sus hijos y cuando por fin lo logró, fue desfigurada.
“Tenía muchos planes de trabajar para sacar a mis hijos adelante. Confiaba en que los tres saldremos, pero ahorita cómo, si no puedes trabajar, te rechaza la gente, te miran y se burlan cuando te ven cubierta el rostro, son muchas cosas que te impiden salir”, relató.
No hay estadísticas sobre el número de mujeres agredidas con ácido, Esmeralda consideró que es por el miedo a sufrir violencia que se apodera de las víctimas y les impide salir a mostrar sus rostros. Ahora solo confía en que los diputados endurezcan las sanciones para los agresores.