- La periodista Irma Gallo platicó con LEVIATÁN sobre violencia de género y feminicidios, en el marco de la presentación de su libro Cuando el cielo se pinta de anaranjado (ser mujer en México), en la Feria Nacional del Libro BUAP, que reúne historias de mujeres violentadas en el día a día mexicano. Esta es la primera de dos partes.
PUEBLA, MÉXICO.- Emma Gabriela Molina Canto fue asesinada frente a las puertas de su domicilio en Yucatán, el pasado lunes 27 de marzo a las 15:30 horas. Gaby, como le decían de cariño, mantuvo una ardua lucha durante dos años para recuperar a sus tres hijos secuestrados por su padre Alberto Medina Sonda, político priista acusado de corrupción y actualmente preso por el delito de desvío de fondos públicos.
Ligia Canto, madre de Emma, denunció que las autoridades federales, yucatecas y tabasqueñas nunca hicieron nada por otorgarle a su hija las garantías de la Ley General de Víctimas, entre las que se garantizaba su seguridad.
“Ser mujer en México está difícil”, afirmó la periodista cultural Irma Gallo durante la presentación de su libro Cuando el cielo se pinta de anaranjado (ser mujer en México), en la Feria Nacional del Libro BUAP. El libro contiene la historia de esta joven con el título “Emma Gabriela Molina Canto: perder a los hijos por decir alto a la violencia”, una historia que concluyó con la muerte de Gaby el pasado lunes.
Irma Gallo publicó en su perfil de Facebook un sentido mensaje acompañado de la imagen de unas flores:
“Durante estos cinco años muchas mujeres se han acercado a mí a contarme sus historias”, señaló la periodista, quien relató que ese fue el caso de Emma Gabriela Molina Canto, “cuando Gaby estaba escondida, porque había salido en libertad de la primera acusación de robo de camioneta que le hizo su marido para quitarle los hijos y ya le había fabricado otra acusación con toda la intención de volverla a encarcelar”.
Cuando estaba escondida, detalló, su madre me llamó desde Mérida contándome la historia de su hija.
“Lo primero que hice fue preguntarle si estaba de acuerdo en que la grabara y dijo ‘sí, por favor; quiero que esto se sepa’. En cuanto colgamos, investigué el caso y extrañamente encontré que a nivel nacional los eventos no se conocían, a pesar de que el ex esposo de ella era un funcionario del gobierno de Andrés Granier en Tabasco. Y así empecé a armar el reportaje.”
Aunque su campo de batalla es la cultura Irma Gallo, en entrevista para LEVIATÁN, habló con determinación del feminismo incluyente, “que no discrimina, que es tolerante”, de estas 16 historias de mujeres que viven desigualdad, violencia de género y marginación, y de cómo invitan a la reflexión y la sororidad para lograr un cambio en la sociedad.
—¿Sororidad y feminismo qué significan estas palabras para Irma Gallo?
—“Sororidad” es algo que ciertos feminismos han olvidado y dejado de lado (…) En el momento en el que algunos feminismos se vuelven totalmente radicales y desconocen todo lo que no comulga con sus ideas creo que se pierde la sororidad. Para mí sororidad es algo indispensable, afortunadamente es algo con lo que he crecido toda mi vida (…) He estado rodeada de mujeres que tiene ese compromiso con la otra, que tienen ese amor por la otra. Desde que somos chiquitas y nos ponen a las princesas de Disney, por ejemplo, o las telenovelas como referente cultural a las niñas y a las mujeres nos enseñan a competir con la “otra”. La “otra” se convierte en un enemigo potencial en lugar de un aliado potencial, por eso nos cuesta tanto trabajo practicar la sororidad.
—¿Cuál es el feminismo con el que está de acuerdo?
—El feminismo para mí tiene que ver con lo que me dijo Jean Franco: un feminismo que voltee a mirar a las otras y a los otros; a las otras primero, a las que el feminismo tradicional no ha querido ver. La escuela feminista desde los años 60 y 70 ha estado muy pendiente de mujeres con cierto nivel de educación, nivel social, económico y para ese feminismo las mujeres que están en casa atendiendo a sus hijos, las indígenas, las trabajadoras sexuales, las trabajadoras domésticas o las ancianas que viven en un asilo porque allí las dejó su familia, no existen.
Me interesa un feminismo que voltee a ver a todas las mujeres, a las niñas, que sea tolerante e incluyente, porque los hombres no son los enemigos. Los hombres han sido educados por mujeres fomentando el machismo, la misoginia y la discriminación.
—¿Qué opinas del término “feminazi” que se le ha dado a las feministas?
—Hay mucho miedo de este segmento de la sociedad que aplica estos calificativos. Miedo a algo que no conocen y no comprenden, algo que les suena agresivo. Y también, por otra parte, tengo que decirlo, ha habido mujeres que han impulsado un feminismo intolerante, agresivo y radical, que se la pasan desconociendo a todo lo que no va de acuerdo con lo que ellas piensan.
No justifico a nadie que le diga “feminazi” a una mujer, pero tampoco justifico a un grupo de chicas que se dedican a ser feministas y que en la manifestación de abril del año pasado, de la Primavera Violeta en la ciudad de México, fueron y pintarrajearon el monumento de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, como diciendo ‘Estos eran hombres y por eso no me interesan que estén desaparecidos. Ese no es mi problema porque a mí lo único que me interesa es la igualdad de género y la no violencia contra las mujeres. Mientras sean hombres los que están desaparecidos no me interesa y pintarrajeo su monumento’.
Eso me parece una conducta muy equivocada y que está generando que parte de la sociedad reaccione con estos términos de “feminazi”, en burla e incluso con agresiones.
—¿Crees que existe el “techo de cristal” que no permite que la mujer tenga un crecimiento laboral y personal?
—Algunas estrellas de Hollywood como Patricia Arquette, Emma Watson, Meryl Streep y Jennifer Lawrence, por mencionar algunas, han dicho que los hombres siguen ganando más. Si eso sucede allá, por supuesto que sucede en una oficina de gobierno, o en una empresa privada. Y no se te ocurra embarazarte porque entonces te va peor, corres el riesgo de ser despedida.
Había un periódico, que no voy a decir cuál porque no sé si todavía siga teniendo este requisito, pero me enteré que un requisito para entrar como reportera a ese diario era que aceptaras realizarte una prueba de embarazo, y si estabas embarazada no te contrataban. Y eso sigue sucediendo en muchas maquilas en ciudad Juárez, en la ciudad de México, en Salamanca en Guanajuato en muchos lugares.
Es como las cuotas de género que hay en el senado, resulta que las mujeres nada más están allí para cumplir con la cuota del partido en cuestión de igualdad de género y al rato ellas ceden su lugar al suplente que es hombre, lo mismo en la cámara de diputados.
Creo que falta mucho. Aún no estoy convencida de que en México se haya logrado vencer la inequidad de género, mucho menos la violencia. La violencia está a todo lo que da, está desatada y no podemos decir que esto ya pasó.
PRIMERA DE DOS PARTES