PUEBLA, MÉXICO.- *Es creador de los “raptículos de opinión”, donde hace análisis políticos sobre distintos acontecimientos en México. Se define como un rapero, jazzista, funkero… un bohemio sobreviviente de la generación de finales de la década de los ochenta, quien jugó en las calles antes de que México fuera devorado por tanta violencia, la urbe, y previo a que el internet invadiera la cotidianidad de la vida.
Así es Cuauhtli Hunaac-cel Mercado García, un músico, multiinstrumentista, analista político y activista de 31 años de edad, oriundo de la Ciudad de México, quien desde el arte lucha “contra un sistema político económico-moral injusto”.
Sus experiencias previas al cambio de siglo le ayudaron a gestar un arte que desde su comienzo ha buscado propagar el pensamiento crítico, pues como dice en entrevista con LEVIATÁN, “sanar al mundo es responsabilidad de todos”.
Afín a las disciplinas de filosofía y psicología, Hunaac-cel se inclinó por estudiar sociología bajo el entendido de que el mundo no necesita más de estas llamadas áreas “de especialización”, sino más bien un humanismo que permita ampliar la mente de las personas.
Encontró en la música una forma de expresar sus opiniones, diluyendo la línea entre la política y el arte. Así, brincando de una a otra, tejiendo ideas a base de melodías, visibilizando contradicciones a partir del discurso sonoro, va construyendo su propio “arte de la política”.
“El arte de la política y la política del arte es interesante porque teniendo este discurso no es muy fácil que se abran las puertas, y hay que tener un poco de sensibilidad para que los espacios no se cierren. Creo que todo arte tiene una política dentro, todo lo que escuchamos es político”.
Su ánimo musical lo llevó buscar la guitarra a la edad de 12 años, y unos seis años después se acercó a las cuerdas del bajo eléctrico, aprendiendo de las lecciones del reconocido bajista Alonso Arreola.
La sensibilidad humana la adquirió desde pequeño en casa, ya que creció en una familia de luchadores sociales quienes, junto a otros amigos activistas, siempre buscaron exigir sus derechos.
Si bien la Orquesta Vulgar fue uno los primeros proyectos que fundó en 2009, buscó otra forma de poder decirle “mis cosas al mundo”. En esta necesidad el rap lo acompañó bastante bien, pues tuvo la facilidad de que con él podía desarrollar discursos, creando así los “raptículos” de opinión y con los que ha colaborado en medios como Canal Once y Rompevientos TV.
Para ello, se inspiró en otros creadores como el artista mexicano interdisciplinario Aldo Villegas “Bocafloja”, quien fue uno de los primeros artistas en América Latina en utilizar el rap como un modelo de pedagogía crítica; o el rapero Akil Ammar, de quien su música está comprometida con lo social y la crítica política.
“Porque a mí me costó trabajo llegar a esas conclusiones, tener esa información y qué mejor que poderlo compartir como herramientas para transformar la realidad, para entenderla”, comenta sobre los raptículos.
La sociedad en México, considera, no es muy diferente a la rana que protagoniza la conocida fábula de “La rana y la olla”. Piensa entonces en la crisis político-social que atraviesa México donde pareciera que la sociedad vive anestesiada.
“Yo siento que estamos en ese momento y a mí como artista, como ser humano, lo que me gustaría es que esa rana, que somos la sociedad, saltáramos del agua hirviendo porque nos vamos a morir”.
Pero es “difícil porque la banda no quiere pensar”, agrega, “lo bueno es que la gente que me escucha y me sigue, confía en lo que pienso, incluso me debate, me acompaña, me busca. A lo mejor no soy de los superseguidos pero sé que la banda que me sigue es por algo que no es tan superfluo”, refiere sobre aquello que lo motiva a continuar con su oficio, su pasión: la música.
Confiesa que una vaga ilusión lo hizo querer formar parte del Club de los 27, pero “me gusta romper la pauta”, dice. Así que cuatro años más tarde de su cumpleaños número 27 continúa creando, cantando, opinando y construyendo.
Así lo explica en su rola “Tercer Piso”, que forma parte de su más reciente EP, disco homónimo compuesto por seis canciones donde se reflexiona sobre la edad adulta. Con canciones como “Saber volar” y “Abre los ojos y respira”, éste se suma a sus dos producciones discográficas anteriores: El Principio (2014) y Teoría & Caos (2018).
“‘Tercer piso’ es justo esto, ver quiénes somos, ¿estoy haciendo bien las cosas?, ¿me dejé engañar? (…) Es un resumen, un freno de reflexión y saber dónde estamos, quiénes somos, qué hemos sido y también hacia dónde vamos”.
A la par de su proyecto en solitario y formar parte del colectivo de hip-hop Rap y MuchaMierda, trabaja en Danzando Bajo, donde con los acordes del bajo acompaña a la bailarina contemporánea Sarahí González, quien hace un desenvolvimiento escénico a partir de la improvisación.
Continúa con la Orquesta Vulgar capacitándose “para poder enfrentarnos a la industria musical”; pero además, con la seguridad de que el arte puede ayudar a tener una sociedad más críta, Hunaac-cel está en el proceso de construcción de un estudio musical para apoyar a más artistas independientes desde la corriente crítica del arte.
“Seamos partícipes del proceso en el que estamos, (porque) sanar al mundo es responsabilidad de todos”.
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