- Desplazándose entre masculinidades y feminidades, toman parte activa de la vida sociocultural y religiosa de su comunidad
MÉXICO.- Se autodenominan Marisoles, resignificando y a la vez jugando con los vocablos ‘maricón’ y ‘girasol’, y si bien nacieron con genitales masculinos, su identidad y su vida en Cuajinicuilapa, en la región de la Costa Chica de Guerrero, les permite desplazarse dentro y fuera de las masculinidades y feminidades.
El estudio del carácter relacional de los Marisoles frente a sus contextos y del cómo han negociado sus presencias socioculturales, es conducido desde hace una década por la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Tania Ramírez Rocha, quien argumenta que más que un ‘tercer género’, este grupo es una “nueva figura dentro del espectro de género en Mesoamérica”.
Para ahondar en esta idea, la antropóloga del Centro INAH Morelos señala la existencia en Cuajinicuilapa y en la multiétnica Costa Chica guerrerense de una continuidad —para las ideas prehispánicas— asociada a las identidades sexuales, las cuales no regulaban la vinculación de un individuo con lo masculino o lo femenino, toda vez que incluso la deidad suprema y creadora de la cosmovisión nahua, Ometéotl, era dual.
En época precortesiana “lo que se normaba eran los tiempos y espacios en los que podía o no ejercerse la sexualidad: durante el embarazo o en el transcurso de alguna festividad calendárico-religiosa”.
Ese desplazamiento sexual que puede reconocerse en los Marisoles, apunta, es patente en la visibilidad que tienen en su comunidad: trabajan, caminan abiertamente con minifaldas y maquillaje, y toman parte activa en tareas como la confección de arreglos florales para las fiestas religiosas o, recientemente, en la creación de rutinas para XV años, bodas u otros eventos sociales.
“Si bien no son figuras en el poder, y han vivido episodios de discriminación, tienen mayor cabida que la que tuvieron los homosexuales en el mundo anglosajón de los siglos XIX y XX, o en los ambientes urbanos de la actualidad.
“Esto también explica por qué en Cuajinicuilapa no está arraigada la lucha LGBTTTIQ, ya que los Marisoles no enfrentan la misma discriminación que las personas de contextos occidentalizados, donde por siglos se ha regulado la heterosexualidad y sancionando a quienes la trasgreden, dándoles una identidad desde tales normas”.
La antropóloga, quien ha seguido la historia de vida de algunos Marisoles, comenta que, aunque algunos fueron obligados en edad temprana a pasar por rituales de masculinidad como pelear con otros infantes, es común que, cuando los hijos se desprenden de los modelos masculinos, se dé una resistencia paterna, por lo que aquellos se apoyan en las figuras femeninas de la familia.
“Cuajinicuilapa tiene un aspecto social distinto, en el que confluye lo afro con lo mesoamericano, creando una zona rica culturalmente, en la cual la sociedad cujileña flexibiliza las fronteras de género, con un modelo que no es dicotómico ni excluyente”.
“Sin libertad política no hay libertad sexual”, señala el poeta muxe Elvis Guerra
Ramírez Rocha enfatiza que denominar ‘tercer género’ a los Marisoles, o incluirlos en espacios como el movimiento queer, es equivocado dado que extrapola a las formas en que se entiende y se ejerce el género en Cuajinicuilapa.
“Calificar numéricamente a un género supone una especie de aparición progresiva o un orden de sucesión, además de que cierra la diversidad de los modelos genéricos que puedan existir en determinados contextos socioculturales”, concluye.
Cabe destacar que parte de esta investigación fue publicada recientemente por el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nanzan, de Nagoya, Japón, en el artículo Persona, géneros, cuerpos y sexualidades en Cuajinicuilapa, coescrito por las investigadoras Tania Ramírez Rocha y Haydée Quiroz Malca.