PUEBLA, MÉXICO.- “Aunque en la literatura parece que no hay nada político, sí que lo hay”, consideró la escritora mexicana Leda Rendón, quien busca que a través de la fuerza y resistencia de Adriana Conde, el personaje principal de su última publicación Cuento amarillo, la audiencia reconozca lo momentos donde todo el tiempo hay una incertidumbre, un cambio y un control mayor del Estado,
Al hablar con LEVIATÁN sobre su más reciente libro publicado en formato e-book por el sello Cuadrivio en junio pasado, mencionó que este texto que ve la luz nueve años después de su anterior obra, Tiempo bífido, es un texto abierto que se cierra con cada interpretación y con el que intenta que los lectores reconozcan la literatura mexicana que se está haciendo actualmente, una caracterizada por “cuestionarse a sí misma” sin dejar de hacer ficción.
“Quiero que el lector esté activo permanentemente y al mismo tiempo esté trabajando (…), me interesa hacer un libro que no se cierra, porque se cierra con cada lector que lo interpreta de una manera”.
Como lo explicó la autora, el libro hace una trilogía con otros dos cuentos: “Ciudad agua” y “Ácido”, los cuales tienen como personaje principal a Adriana Conde, que si bien son piezas independientes funcionan unidas incluso como una noveleta experimental.
La historia transcurre a través de Adriana Conde, una escritora que comienza a relacionarse con gente del medio literario no de forma azarosa sino provocado, quien siente la ilusión de vivir en la literatura; de pronto se da cuenta que tiene una facultad para viajar en el tiempo y el espacio, y lo hace a través de sustancias que para un ser normal serían imposibles.
Leda Rendón añadió que se trata de “un cuento expansivo que tiende a tragarse a los demás en un juego literario”, en un ejercicio en el que intentó emular a grandes literarios como Cortázar o Felisberto Hernández, pero sobre todo por Tierra baldía de TS Eliot.
Asimismo confesó que si bien el cuento no es un texto autobiográfico, sí mantiene ciertas similitudes con el personaje principal.
TEXTO REBELDE
¿Cuál es el germen de Cuento amarillo?
Es un hijo raro, un texto extraño, rebelde, que aún no logro entender bien el objetivo que tiene. En Cuento amarillo me desaté el pelo y decidí hacer un cuento como siempre había querido leer.
¿Cómo es Adriana Conde?
Es un personaje muy moderno que incluso tiene una serie de vestidos, zapatos, cree una serie de vestuarios para Adriana desde “Ácido”. En Cuento Amarillo ella empieza a desear construir un hombre perfecto que se da cuenta que no se pueden lograr sobre todo porque piensa que construir este hombre perfecto significaría no tener libre albedrío o que fuera una máquina a su disposición. Creo que es un personaje que le pasan muchísimas cosas, una suerte de diosa dentro de su mundo pero no sabe que hay algo más que está pasando.
La historia transcurre entre la verdad y la ficción, ¿cómo logras unificarlas en el cuento?
Me preguntaría primero qué es la verdad, si podemos hablar de una realidad o lo que pasa con la ficción. Pienso en Macedonio Fernández, quien decía que se escribía literatura fantástica o literatura autobiográfica, pero en todo lo que escribía era realidad porque sucedía en su cabeza. Al contrario de Macedonio yo creo que todo lo fabulamos, que todo es una suerte de ficción; siempre estamos reinventándonos, inventando a los otros y en este juego de vernos como mejor nos parece, ahí está de Adriana Conde, donde quise encontrar algunos episodios de mi vida, en algún momento Adriana Conde fue mi alter ego (…), aunque creo que finalmente todo lo que plasmo en papel es absolutamente ficción.
Entonces, ¿cuál es la conexión entre Adriana y Leda?
Es un tejido que hice donde, sí, no podría negar que el personaje tiene una liga conmigo, pero también sucede que el personaje ya no es para nada yo, sobre todo en Cuento amarillo y creo que nunca fui yo porque no sé quién soy yo… seguramente es una versión de mí, alguien que yo quisiera ser. Si tuviera que decir que tiene que ver algo conmigo, quizá algunos de los personajes tienen relación con gente a la que he amado, o no, y tiene un un poco de relación pero en esencia no son eso.
Pasaron cercad de siete años desde Tiempo bífido hasta la publicación de Cuento amarillo, ¿cómo cambió tu pensamiento y tu trabajo escritural en este tiempo?
Creo que cambie mucho, fueron muchos años donde tuve oportunidad de leer a grandes escritores; leí mucho literatura latinoamericana y creo que les aprendí muchísimo (…). En Cuento amarillo cuidé muchísimo cada frase, la musicalidad, aquí estoy inventando palabras o copular palabras; mi propuesta estética no ha cambiado en estricto sentido, pero sí en la forma de ver mi universo literario, me interesa muchísimo más fuerte que antes crear un universo que sea polifónico en sentido de que se repitan personajes en los trabajos. Para nada soy la misma persona que publicó Tiempo bifido.
¿Qué te gustaría dejarle a los lectores?
Es un libro abierto como el de Felisberto Hernández, de alguna manera sin capas, que está abierto la vida de cada lector. lo que quisiera dejar con este libro es que en la literatura mexicana se están haciendo cosas muy complejas exigentes muy rigurosas, con ganas de contar historias que combinan la ambigüedad entre lo real y lo ficcional y que ya una discusión en torno a ello porque, como ahora consigo consigo a la literatura está cuestionándose a sí mismo y al mismo tiempo sigue haciendo ficción.