Richard Wagner marcó un antes y un después en la música

En ICONOS Angela Anzo / Notimex
  • Durante el programa “Hablemos de ópera” se discurrió por “Tristán e Isolda”

MÉXICO.— “Escuchamos ‘Tristán e Isolda’ y puede parecernos grata o no grata, difícil, complicada, extraña, inaccesible, atractiva o cualquier otro calificativo; lo que no podemos negar de ninguna manera es que estamos oyendo algo que es diferente de todo aquello que hemos escuchado en relación con la música y la ópera”, refirió Gerardo Kleinburg.

Durante la sesión del martes del programa Hablemos de Ópera, el crítico mexicano compartió la charla “Tristán, Isolda y el éxtasis. Segunda parte”, en la que habló sobre la obra de Richard Wagner, compuesta entre 1857 y 1859 y estrenada en Múnich el 10 de junio de 1865, bajo la batuta de Hans von Bülow.

“Muchísimos historiadores del arte dicen que esta pieza es realmente el principio del siglo XX, asimismo, expresan que este periodo no empieza con la última campanada de 1899, sino treinta años antes, cuando se estrena en Múnich y suenan las primeras notas extrañísimas y ese primer acorde incomprensible y nuevo”.

Apuntó que fue un esteta e innovador como pocos en la historia, quien creo una de las grandes obras de arte dedicadas al deseo, al placer y a la tensión; sin toda esa música lo que siguió hubiera sido imposible… pues no se puede negar que existe un antes y un después del compositor alemán, ya que nada volvió a ser lo mismo desde entonces.

“Wagner en la música es el ejemplo supremo de un hombre que se propone hacer algo nuevo, que lo genera intelectual, filosófica y estéticamente, pero que luego lo aterriza con neuronas, con tinta, con sonidos, con sangre y lágrimas, porque no hay duda de que era un hombre intenso”.

Refirió que esta es una historia de dualidades, con lo masculino y lo femenino o la noche y el día, y no una gran historia de amor como Romeo y Julieta, “es una historia de amor profundamente intelectualizada, inyectada de filosofía, tiene más que ver con una reflexión acerca del deseo, el amor carnal y la muerte, otra forma más oscura, más perversa, pero también real del deseo”.

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