Fotografía: Especial

Mujeres ralámuli, agentes de cambio en el desarrollo de la Sierra Tarahumara

En MIXCOATL Redacción Leviatán

MÉXICO.- Cerca de Creel, en San Ignacio de Arareco —municipio de Bocoyna, en la Sierra Tarahumara, Chihuahua—, en 1995, alrededor de 200 mujeres ralámulis constituyeron la Sociedad de Solidaridad Social denominada Kari Igomari Niwara (La casa de las mujeres) como parte del complejo ecoturístico y alternativa de desarrollo para ellas, con el objetivo de generar opciones laborales tales como las tiendas de artesanías.

Con el paso de los años, varias tomaron otros caminos; sin embargo, la artesana Todos los Santos Dolores Villalobos Vigil (mejor conocida en la comunidad como “Tere” o “Teresita”) se quedó en 2005 a cargo de la tienda de artesanías junto con otra compañera: también hacían confección y venta de prendas de vestir, de artículos de consumo básicos, y daban atención a una escuela preescolar, primaria y educación para adultos.

“La idea de poner la tienda era ganar el precio justo: yo lo hago, yo lo vendo y yo le pongo precio. La mayoría de las ralámuli hacen su ropa. Yo confecciono las blusas de manta para turistas también”, comenta Teresita en entrevista.

En la tienda, Tere elabora la indumentaria completa tradicional ralámuli para niñas, niños y adultos; todo, confeccionado en manta: blusa, falda o pantalón y la cintilla que va en la cabeza y cintura, así como las aplicaciones, hechas a mano. Además, compañeras de la comunidad venden en dicho espacio cintillas de hilo, bolsas de estambre y muñecas de trapo, entre otras piezas.

La entrevistada comenta que le gusta elaborar los trajes, así como platicar la historia y significado de los elementos que conforman la indumentaria: por ejemplo, la banda para la cabeza, con grecas en color rojo, representa a las montañas; así como el cinturón de colores, hecho de telar de madera (el original es de lana blanco con negro y lo usan tanto mujeres como hombres).

Los bordados en las túnicas representan la naturaleza como el sol, la luna o el agua y reflejan su importancia en la vida diaria y espiritual de la comunidad ralámuli. Tere suele hacerlos a máquina, y en ocasiones especiales, a mano. Tienen un diseño funcional para el entorno montañoso e impredecible de la Sierra Tarahumara: son ligeras y transpirables, lo que permite a quien las porta moverse con libertad durante su larga jornada.

Actualmente, Kari Igomari Niwara (La casa de las mujeres) se integra por 15 de aquellas iniciadoras: “Somos un grupo de mujeres empoderadas que trabajamos mucho en la venta de artesanías, de cómo mejorar la calidad, de cómo obtener un precio justo y vender directamente; que, dicho sea de paso, la mayoría vendemos sin intermediarios. Mucho de este proyecto se trabajó sobre lo que es la perspectiva de género, y de ahí hemos aprendido bastante para defender lo que es nuestro, lo que son nuestros derechos”, subraya la artesana, orgullosa de los logros obtenidos hasta el momento.

Tere ha trabajado mucho más allá de su tierra: se ha convertido en una incansable luchadora social, en defensora de los derechos humanos (sobre todo, de niñas, niños y, en especial, de las mujeres); además, impulsa el respeto de los usos y costumbres, la vestimenta tradicional, la lengua materna y a los recursos naturales.

“Me reconozco, y siempre lo he dicho, soy acompañante de mujeres indígenas, porque acompaño a defender las injusticias que vivimos diariamente como pueblos originarios y como mujeres: por eso es que de repente se me olvida que soy artesana, porque me enfoco mucho en ser la defensora de las mujeres”.

Todos los Santos Dolores Villalobos Vigil recuerda que desde niña le gusta aprender, es muy observadora, y su experiencia de vida le ha valido para sobresalir en diversos ámbitos: por ejemplo, funge como intérprete en casos de injusticia social, enseña a las infancias la lengua materna. Su principal escuela —comenta— ha sido el cariño a su gente y la preocupación por que se haga justicia: sobre todo, con las mujeres y en la defensa de su territorio.

Tere es parte del Consejo Asesor de ORIGINAL, el cual tiene un Encuentro de Arte Textil Mexicano una vez al año, que impulsa la Secretaría de Cultura del Gobierno de México. Ella es un puente entre su gente y las instancias involucradas.

“Ha sido un trabajo muy importante porque ser consejera me ha ayudado a ver de cerca cómo se van planeando los proyectos. Ví cómo tomaron en cuenta a la comunidad de los pueblos originarios, lo que nunca antes se había hecho, y nunca antes se había acudido al último rincón de las comunidades indígenas. Fueron hasta nosotras y vieron dónde estamos elaborando las piezas, cómo las hacemos y quiénes somos las que estamos ahí”.

Comenta que estar en ORIGINAL es una gran experiencia que le dio un parámetro de cómo se organizan las y los artesanos en otros estados, los logros que han tenido y el cómo poder comercializar sus creaciones más y mejor: “En fin, que fue una gran retroalimentación porque vi que nos falta mucho por hacer y hay que trabajar en eso”.

Para esta cuarta edición de ORIGINAL: Encuentro de Arte Textil Mexicano, Tere comenta que, además de algunas prendas, sus compañeras realizan muñecas de trapo, vestidos de la comunidad ralámuli y un disfraz de manta: elementos que se podrán encontrar a venta del 14 al 17 de noviembre de 2024 en el Complejo Cultural Los Pinos, con acceso de 10:00 a 20:00 h.

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