MÉXICO.- La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) entregaron un reconocimiento a la narradora y novelista Rosa Nissán en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la cual lució llena de familiares, amigos, colegas y seguidores de la autora.
En su intervención, la autora de No sólo para dormir es la noche (1999), agradeció a los presentes su asistencia y al Inbal por la realización del homenaje, el cual forma parte del ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana.
En entrevista, Rosa Nissán comenta que una buena parte de su biografía estuvo marcada por el silencio debido a que debía cuidar la imagen de su familia −incluidos su marido y su abuelo−, situación que cambió cuando conoció la literatura.
“Yo era muda, nada se podía decir, y cuando empecé a leer dije ‘ah, ¿esto también se puede decir?’, y seguía leyendo. En mi familia, mi papá no hablaba porque mi abuelito era muy aplastador, y mi papá era mi amado, lo adoraba, entonces aprendí a quedarme callada también. Y estuve casada 20 años, no te voy a decir que era una santa, pero no expresaba nunca una cosa del interior, vivía como una piedra sin entrada”, señala.
La autora de novelas autobiográficas como Novia que te vea (1992), Hisho que te nazca (1999) y Me viene un modo de tristeza (2019), afirma que desde niña admiraba a la escritora Elena Poniatowska, quien ha sido su modelo a seguir por su temple, trayectoria, personalidad y enseñanzas.
“Escribir me enseñó a hablar, me regaló las palabras. Tengo un árbol lleno de palabras, en mi casa, y cada hoja es una palabra. Estoy feliz con el regalo que me hizo Elena”, afirma en su breve charla.
Al recordarla como su alumna en el Taller de escritura creativa, creado originalmente por Alicia Trueba en la década de 1960, la escritora y periodista Elena Poniatowska afirmó que desde muy joven Rosa Nissán se distinguía como la escritora más libre y más ganosa entre sus compañeras.
“¿De quién creen ustedes que fue el texto más fresco y más original? Obviamente de Rosa Nissán, cuyo rostro amé desde el primer momento en la mesa rectangular en la que 20 personas se sentaban a escribir. Rosa Nissán supo liberarse de las reglas que nos imponen desde niñas. No nació libre, al contrario, nació dentro de una alambrada de prejuicios”, agregó.
La ganadora del Premio Cervantes de Literatura 2013 aseguró que, a lo largo de sus años de escritura y sus seis viajes a Europa, la autora de Las tierras prometidas (1997) se propuso rescatar con su capacidad crítica y libertaria a muchas seguidoras mujeres quienes tenían miedo de lanzarse a la literatura, a la cultura o al teatro.
En tanto, el escritor y periodista Carlos Olivares Baró expuso que Rosa Nissán se distinguió como una de las mayores exponentes de la literatura feminista en México.
“Si hablamos de literatura feminista en México, la primera persona es Rosita Nissán. Cuando leo a Rosita, pienso mucho en Esther Seligson, y quizás haya una especie de vaso comunicante entre Esther y Rosa Nissán, sin embargo, creo que Rosa va más allá; ella es capaz de confesarse”, afirmó.
El autor de La orfandad del esplendor (1996) dijo que el hilo conductor de la obra de Rosa Nissán es el amor y la libertad, lo que se refleja en obras como Los viajes de mi cuerpo (1999), el cual consideró una de las mejores novelas mexicanas del siglo XX.
En nombre de la directora general del Inbal, el subdirector general de Bellas Artes, Héctor Romero Lecanda, reconoció la trayectoria de Rosa Nissán y le entregó un reconocimiento por su legado a la literatura mexicana.
En la Sala Manuel M. Ponce del recinto cultural de México también se realizó la lectura dramatizada de un fragmento de la novela Novia que te vea, de Rosa Nissán, por parte de la actriz Aída Paredes.