MÉXICO.- En el marco de la charla virtual Espacios para tejer sororidad. Testimonios sobre mujeres artistas, activistas e investigadoras, organizada por la Galería José María Velasco del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), la artista visual Cynthia Martínez compartió algunas experiencias y reflexiones sobre la necesidad de construir espacios para desmontar las violencias que atraviesan las mujeres desde lo colectivo.
Como parte de la conmemoración por el Día Internacional de la Mujer, la también promotora cultural, egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda comentó que la violencia hacia las mujeres se manifiesta de muchas maneras y todas nos atraviesan. “Como sociedad es necesario desmontarlas, visibilizar los diferentes tipos de violencia de los que a veces no nos percatamos”.
Cynthia Martínez, quien labora en la Casa del Tiempo -de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)-, comentó que las universidades tienen la responsabilidad de construir espacios libres de violencia. Añadió que al cursar la maestría de Estudios de la Mujer, en 2012, comenzó a trabajar de manera más articulada en la organización de actividades culturales con perspectiva de género.
La artista visual con especialidad en grabado, “técnica que tiene la virtud de hacer público el conocimiento”, expresó que con ayuda de colegas, comenzó a introducirse en los diferentes feminismos, que no es uno, son muchos, y es algo que se ha construido a través de diversas voces, luchas y vidas. “Es necesario reconocer los diferentes feminismos, porque una vez que se pone uno las gafas violetas no se pueden quitar tan fácilmente. Este es un camino largo, y vale la pena recorrerlo”.
Al traer a la memoria los tiempos difíciles de su infancia, y la vida de su papá, quien fue huérfano de padre desde pequeño, señaló que le enseñó a ser una persona autónoma. “Eso me ayudó a saber que es una de las misiones que uno debe buscar, lo que no quiere decir que estemos libres de problemas”.
Al respecto, aseveró que la educación artística en México se ha cimentado en diversas formas de maltrato, porque se creía que así se formaba el artista. “Esa creencia se había naturalizado, pero ahora sabemos que eso no es así, no se tiene que sufrir para aprender algo, mucho menos en la educación artística”.
En este sentido, manifestó que el reto es replantearse una historia del arte que ha sido muy androcéntrica y eurocéntrica, y que hoy en día se está reconfigurando, expandiéndose hacia otros lados.
Comentó que varios años vivió en Oaxaca y trabajó de cerca con el artista Francisco Toledo, quien le enseñó a tender puentes de comunicación y a aprender otras maneras de mirar el mundo, sobre todo en cuanto a la difusión de las lenguas originarias.
Asimismo, destacó dos proyectos en los que colaboró con un grupo de mujeres artesanas: La manta curativa e Historias de mujeres, cuyo objetivo era trabajar colectivamente contra la violencia hacia las mujeres, las niñas y la naturaleza,
Finalmente, reiteró la necesidad de construir espacios libres de violencia. “Esto es una actividad que se hace todo el tiempo y a veces parece que no lo logramos, porque la violencia nos atraviesa a todos, pero hemos estado haciendo redes de protección y seguimos trabajando para erradicar la violencia, porque sabemos que sí es posible erradicarla, y seguir adelante en la construcción de espacios de sororidad”.