MÉXICO.- Debemos reflexionar acerca de la necesidad de un nuevo equilibrio entre las ciudades y sus entornos naturales, y encontrar una forma más amigable de relacionarnos con la naturaleza; eso nos debería llevar a repensar una mejor planeación de las actividades cotidianas y prescindir, por ejemplo, de los desplazamientos largos o el uso del automóvil, y determinar qué actividades se pueden llevar a cabo de forma remota, consideró el secretario general de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas.
La crisis sanitaria nos debe llevar a perseverar en la necesidad de explorar las nuevas vocaciones de las ciudades, compatibles con un nuevo equilibrio con el medio ambiente, con mitigar las tendencias más adversas del cambio climático, detalló.
En la conferencia inaugural del “2º Congreso Internacional de Estudios sobre la Ciudad. Comunidades pospandemia, asimilar lo aprendido” -convocado por la Coordinación de Humanidades y el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC)-, expresó:
Aprovechar esas vocaciones implica mayor inversión en educación, ciencia, tecnología e innovación. Hay que hacerlo, porque esa es la característica de aquellos países que mejor se incorporan a la globalización, y que mejor enfrentaron la crisis sanitaria de los últimos años. Sin embargo, no lo estamos haciendo en el país, y por eso es necesario insistir en ello.
Al hacer uso de la palabra, la coordinadora de Humanidades de la UNAM, Guadalupe Valencia García, destacó que es posible advertir las transformaciones que se han experimentado recientemente en la habitabilidad, la vivienda, el mercado inmobiliario, la economía y el empleo; estas son algunas de las líneas temáticas de la segunda edición del encuentro.
La reunión, afirmó, se constituye en un espacio para reflexionar y discutir experiencias y propuestas de planeación urbana. Uno de sus mayores aciertos es propiciar la interacción académica y reunir estudiantes, investigadores, especialistas, ciudadanos organizados y funcionarios en torno a un tema que nos atañe a todos: las ciudades.
Esta actividad incluye tres ponencias magistrales y 67 trabajos de investigación en 18 mesas de trabajo. “Tengo la seguridad de que nuestra Universidad continuará generando espacios académicos para la reflexión y el análisis, y que los trabajos del Congreso serán de la mayor trascendencia”, refirió.
ASIMILAR LO APRENDIDO
Estos años de pandemia –prosiguió Lomelí Vanegas– deben servir a los estudiosos de las ciencias sociales como un poderoso estímulo para repensar los grandes problemas a partir de sus disciplinas, y plantear la necesidad de encontrar nuevos paradigmas, ahí donde los vigentes o dominantes se han revelado claramente insuficientes para plantear alterativas que hoy, más que nunca, son necesarias.
Está a la vista la necesidad de responder a los problemas que dejó la emergencia sanitaria, y a los que traíamos arrastrando desde antes y se agravaron, y que se expresan en asimetrías de todo tipo: sociales, económicas, aprovechamiento del espacio público, etcétera.
Una de las grandes lecciones de la pospandemia debe ser asimilar lo aprendido, valorar y rescatar los espacios públicos, y no segmentar las ciudades, como se venía haciendo en una lógica eminentemente dominada por intereses mercantiles. Hay que recuperar el sentido de pertenencia de la ciudad y reencontrarnos en ella eliminando las barreras que numerosas veces nos separan y que nosotros hemos puesto, además de exigir, como sociedad civil e instituciones académicas, políticas adecuadas para el desarrollo de largo plazo de las urbes.
Asimismo, no podemos descartar otra emergencia sanitaria como la que hemos vivido en los últimos años, por lo que debemos estar preparados para una eventualidad de ese tipo, alertó Lomelí Vanegas.
Si a esa posibilidad le sumamos, como hace tiempo no se veía, un riesgo real de una guerra que pudiera salir de Europa, implicar a otros países y escalar a un conflicto nuclear, entonces debemos “asumir, con un sentido de urgencia, la reflexión de las debilidades evidenciadas durante la pandemia”, asimilar lo aprendido y aprovechar las lecciones que deja esa situación.
El secretario acotó que la pandemia evidenció la brecha digital. La falta de equipos adecuados y acceso a conexiones estables de internet, con suficiente capacidad para transmitir datos e información, es un factor que reproduce y amplifica la desigualdad. “Esa es otra de las grandes lecciones que debemos recuperar: el derecho a la conectividad es fundamental y debemos asumirlo”, como lo hizo la Universidad de manera destacada.
“La demanda de servicios de atención psicológica y emocional ha crecido en las facultades y escuelas de nuestra Universidad”; ya había problemas, pero después del confinamiento hay mayor vulnerabilidad, manifestó.
ESPACIO DE LIBERTADES
La directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Mónica González Contró, aseveró que las ciudades son espacios de oportunidad y esperanza, pero también escenarios donde se manifiestan con crudeza desigualdades, exclusión y violencia.
El derecho a la ciudad, relativamente nuevo, surge ante la realidad de que la mayoría de las personas vive en zonas urbanas, lo que presenta desafíos importantes en los derechos humanos, civiles y políticos, pero también sociales, culturales y ambientales, recalcó.
La pandemia puso al desnudo los vicios y virtudes de la ciudad. Por ello, este Congreso requerimos una reflexión de los aprendizajes de la emergencia sanitaria para salir de esta, mejores y más fuertes. Los siguientes meses serán determinantes para la reconstrucción del tejido social, para hacer posible el derecho a la ciudad, a fin de transformarla en un espacio de libertades y oportunidades para todos sus habitantes y transeúntes, sostuvo.
Javier Delgado Campos, director del PUEC, apuntó que la pandemia obliga a revisar viejos conceptos sobre la ciudad y, esencialmente, formas de estudiarla. Ese podría ser uno de los resultados del Congreso.