Fotografía: Magdiel Olano

“Cuaderno de trastornos”, reunión de enfermedades mentales e introspección

En ENTREVISTA Magdiel Olano

PUEBLA, MÉXICO.- Antes de saber de su nuevo libro ya había escuchado sobre la obra de Andrea Tovar. La poblana apareció junto a otras escritoras en el libro Resonancias que antologó el minificionista Fernando Sánchez Clelo. Pero particularmente la recuerdo por “La muerte no es un lugar para charlar”, un breve relato sobre el estado bipolar y esquizoide de Zelda Fitzgerald, esposa del también escritor Francis Scott Fitzgerald.

Confieso el miedo que me causó la primera impresión de su narrativa. Y es que al leerla uno puede despertar dentro de sí aquello que en la jerga coloquial llamamos “crisis existencial”. La sensación no es gratuita, sino una especie de introspección que la escritora provoca en el lector, según supe cuando la misma Tovar lo comentó.

“Pretendo ayudar a ver hacia adentro, y ver que somos superficiales para con los demás, porque cada quien está viviendo su propio infierno”, me dijo casi al final de la entrevista que le hice a propósito de su más reciente publicación: Cuaderno de trastornos.

En esta plaquette editada por la Secretaría de Cultura de Puebla, Andrea Tovar incluye tres cuentos, aunque independientes unidos por un mismo hilo conductor: enfermedades mentales. La “argiria”, el “trastorno zombi” y la “mano alien” son los padecimientos de sus personajes so pretexto de profundizar en temas aún más complejos como la depresión, el miedo o la locura.

Sus estudios tanto en biología como en literatura, han llevado a la becaria del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) 2017, a crear historias que brincan entre la realidad y la ficción y construir universos donde curiosamente encuentra algo divertido dentro de lo oscuro que puede llegar a ser la mente humana.

Fotografía: Magdiel Olano

ENFERMEDADES

¿Cómo nace la idea para crear tu nuevo libro?

Por mis estudios de bióloga empecé escribiendo cuentos de naturaleza para niños, pero cuando me dediqué más a la escritura fui evolucionando y escribí sobre cosas que me causan curiosidad. Tenía algunos cuentos sobre trastornos mentales que son los que ahora están en este Cuaderno de trastornos.

¿Por qué hablar de enfermedades?

Siempre me han dado curiosidad ciertos trastornos que son “raros” o no son comunes, trastornos que no se sabe realmente de dónde vienen.

Entonces, ¿te interesa explorar sobre lo oscuro de la mente humana?

Sí, creo que la locura es ese punto donde se mezcla la fantasía con la realidad; estos casos son reales pero los mezclé con fantasía para crear ficción. Es una plaquette que me gusta mucho porque desde su creación está un poco loca, al mezclar esta fantasía con cosas reales y volverla ficción, entra dentro de lo mismo que yo considero que es locura.

¿Encontraste en Cuaderno de trastornos una relación entre la biología y la literatura?

De alguna forma sí. En mi etapa de bióloga me dedicaba a la ecología, pero lo que me dejó la biología fue la investigación, la sed de saber más, el buscarle la razón a las cosas y eso deriva en mi forma de trabajo, porque al mezclar la verdad con la fantasía aflora mi creación para escribir estos relatos. Un científico tiene mucha imaginación, y yo transporté esto a la escritura porque tengo la imaginación, pero también algo de científica, que es esta sed de investigar.

¿Cuáles son los trastornos mentales que abordas en la obra?

“Argiria”, una enfermedad que da por consumir plata y pigmenta la piel de azul sin que haya cura. Es como el punto central pero al ser uno de mis cuentos más recientes en realidad lo que abordo son trastornos como el miedo a la pandemia, a la enfermedad, la desesperación, la depresión que, ahora con la cuarentena, la sentimos tan fuerte al estar encerrado porque estabas solo con tus emociones.

También el trastorno “zombi”, personas que pueden tener un accidente o un tumor y cuando despiertan saben que están en el mundo real pero sienten que no pertenecen porque creen que ya están muertos, que se están pudriendo. Realmente están muertos en el mundo de los vivos.

Y la “mano alien”, gente que tras un acontecimiento traumático su extremidad comienza a tener independencia, no la pueden controlar y tiene vida propia. Este cuento me tomó mucho tiempo escribirlo, lo he tallereando, le hice modificaciones porque nunca me satisfacía cómo quedaba, pero ahora estoy muy contenta porque leyendo la conclusión dije: ‘si, es lo que quería transmitir’.

Da miedo pensar en estas enfermedades porque al leer los cuentos de pronto decimos: “ay, yo he pensado esto”. ¿Qué buscas al empatizar de este modo con el lector?

Transmitir sentimientos. Traté de meterme mucho en los personajes para reflejar lo que siente la persona que está viviendo esta situación, pero también el sentimiento que tengo respecto a nuestros problemas sociales, como la gente que busca a sus desaparecidos, el dolor, la pérdida. Expresar lo que sienten las personas, esa desesperación de quien tiene el trastorno mental, que siente que no lo comprenden, que no le creen pero que es real y no saben qué hacer.

¿Cómo entiende Andrea Tovar la psique humana?

Considero que todos tenemos nuestra dosis de locura, no todos tenemos un trastorno marcado pero sí momentos en que estamos metidos dentro de nosotros mismos pensando solamente en lo que hay adentro, y eso provoca desesperación, depresión tal vez. No siempre lo manifiestas con esquizofrenia o algún trastorno tan fuerte, pero todos tenemos momentos de locura.

¿Por qué acercarse a Cuaderno de trastornos?

Es un libro que transmite muchas emociones, puede hacer que te sumerjas en ti mismo y te des cuenta de que todos estamos dentro de nosotros, pero también se puede tomar como un libro divertido, porque son casos que llaman la atención. El hecho de que haya alguien que se sienta muerto causa cierto divertimento: ¿en serio tu brazo te daba cachetadas sin que tú lo controlaras?

Es un libro que pretende ayudar a ver hacia adentro y también a ver que somos superficiales para con los demás, porque tal vez cada quien está viviendo su infierno propio.

 

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