PUEBLA, MÉXICO.- “¿Qué debemos de hacer o cómo es eso que hacer una película?”. Esas fueron las palabras de Teófila Palafox hace 35 años cuando le plantearon la idea de hacer un filme; hoy es reconocida como la primera mujer indígena en hacer cine en México.
Leaw amangoch tinden nop ikoods (La vida de una familia ikoots) es el nombre de la obra pionera del cine indígena, que filmó en el marco del Primer Taller de Cine Indígena en 1985 en colaboración con un equipo de capacitadores cinematográficos y que hoy se exhibe gratuitamente en Filmin Latino como parte del programa “Raíces: cine sobre la colectividad”.
A sus 29 años inició con su primera producción, más tarde dirigió el documental Las ollas de San Marcos; y hoy a sus 64 años piensa en una tercera obra para hablar sobre la artesanía textil que hacen en el pueblo Ikoots, de San Mateo del Mar o sobre la partería tradicional, como narró en entrevista con el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine).
Tres décadas después de que se inauguró como cineasta, expone que “no hay un reconocimiento para la mujer”, pues “estamos muy refundidos y lejos de la ciudad”.
Para visibilizar la historia de las comunidades en México, sus luchas, retos, sueños, formas de preservar la autonomía y su relevancia en el país, junto a Leaw amangoch tinden nop ikoods, el canal de FilminLatino Raíces presentará 48 producciones indígenas.
EL CAMINO
Nosotras como tejedoras buscábamos exponer nuestras piezas, en varias ocasiones salimos a México y a Oaxaca. Esa vez fuimos a Oaxaca, a la Plaza de la Danza que está por la Iglesia de la Soledad. Ahí estábamos cuando unas del INI, el Instituto Nacional Indigenista en aquel tiempo, entrevistaban a diferentes grupos. Nos plantearon los proyectos que traían, como el taller.
Nos dijeron que necesitábamos un poco de tiempo para aprender cómo hacer un guion, una historia. Les dijimos que estábamos en San Mateo y que estaría bueno, pero que quién sabe si íbamos a poder. En aquel tiempo yo tenía 29 años.
Llegaron a San Mateo con el plan del proyecto.
—Pero, ¿qué debemos de hacer o cómo es eso qué hacer una película? —le dijimos.
—Nosotros vamos a dar el taller —nos dijeron—, vamos a traer todos los materiales, nada más que ustedes van a dar el tiempo y tienen que hacer un trabajo finalmente.
Nos plantearon el trabajo y lo aceptamos las mujeres. Nos juntamos con otras mujeres que estábamos trabajando en eso.
Todas las tardes teníamos talleres, ellos nos enseñaron, primero, a ordenar imágenes en fotografía y en la noche veíamos películas. Así nos fueron enseñando, primero en dibujo, después en fotografía y después cómo hacer una historia para hacer el guion.
Nosotras hicimos la historia. No sabíamos en qué tiempo la íbamos a hacer, tampoco sabíamos de dónde sacar los elementos que íbamos a ocupar. Estaba difícil, pero con el guion terminado ahora había que buscarle para comenzar a grabar.
Nos ayudaron los compañeros, los hijos, los maridos, los más cercanos. Con la autoridad siempre ha habido conflicto, no sé por qué no estaban dispuestos a apoyarnos. Hicimos la agrupación de mujeres, fue difícil porque queríamos sacar más elementos que ya no se pudieron, pero le echamos ganas hasta que se pudo.
Cuando terminó nos dijeron que había que esperar la edición. Tardó mucho para terminar la película, como un año. Primero se fue a México, después aquí en el pueblo. Nos dijeron que la película tenía que regresar para verla, y así fue, regresó y la vimos. Fue una satisfacción para nosotras que hicimos esa película.
A veces exponemos la película y nos han reconocido por ellas. Pero yo creo que la historia que nosotros hacemos en las piezas artesanales, nos ha ayudado mucho para poder expresar nuestros sentimientos en otra forma como en la película.
En una de las escenas, una de las mujeres que compra camarón dice que no quiere que la retraten, pensaba, ¿qué decía el pueblo al verlas con la cámara y el micrófono?
En ese tiempo había fotógrafos que venían, nos agarraban de sorpresa y nunca volvían. Es algo que se lo llevan, se lo graban y se lo roban. La gente pensaba: “Ahora ya nuestros paisanos nos van a robar la foto, ¿quién sabe para dónde?”. Respondimos: “No, es que este es un trabajo que vamos a regresar, vamos a verlo”. Pero de una manera u otra no sabíamos si era verdad o si debíamos desconfiar.
¿Y cuando vieron las películas les gustó?
Les dio alegría que sí se realizó. Ahora en la actualidad la juventud la ha visto y el pueblo ha cambiado. Ya son 35 años que tiene la película y ha cambiado.
Después usted hizo otro trabajo, Las ollas de San Marcos, ¿me puede platicar sobre él?
Fue en el valle de Oaxaca, me gustó ver cómo elaboran las ollas y en qué lugar lo hacen. Hice un guion de allá, con otros compañeros fuimos a grabar. No fue muy largo, soy artesana y tuve esa oportunidad de hacerlo en Oaxaca.
Sus películas son importantes, las primeras que hacen personas indígenas en su comunidad; además fueron mujeres antes que hombres. Es importante lo que ustedes hicieron aquel año de 1985.
Gracias por el valor que le dan, porque ese es el orgullo, el privilegio de alguien que trabajó. Es un esfuerzo que no cualquiera lo valora ni lo entiende, no cualquiera lo quiere ver y pues gracias por darle la importancia.
¿Le gustaría volver a hacer cine? Ahora ya es más fácil registrar imágenes con una cámara de celular, ¿ha pensado en intentar una nueva película?
Pues solamente con apoyo de mi hija Gloria, porque yo me he cansado mucho, me he dedicado a trabajar. Yo también fui partera, he trabajado y me he desgastado mucho. Pero de que se puede, se puede, pero me va a tener que apoyar mi hija o alguien para organizar, porque no sé si puedo sola.
¿De qué tema le gustaría hacer una película?
De la artesanía que hacemos. Y cuando era partera quería hablar de medicina tradicional, pero no pude porque tuve que trabajar en otras cosas y como mis hijos estaban estudiando no me di el tiempo.
Ojalá se pueda dar el tiempo ahora y con su hija podamos tener una nueva película suya, ya tendría tres películas.
Voy a platicar con mi hija, con Gloria, la que está aquí en el pueblo, por que la otra está en Oaxaca, voy a platicar con ella.