PUEBLA, MÉXICO.- Aunque ficción y realidad suelen pensarse como conceptos antagónicos, el reconocido cineasta Rodrigo Reyes ha logrado amalgamarlos en su universo cinematográfico al modo de que la ficción se ha convertido en el camino para llegar a una realidad más profunda, sobre todo de contextos que se viven en el México actual.
Así lo demuestra en su más reciente producción 499, película galardonada en 2020 en el Festival de Tribeca, Nueva York; en los premios especial del jurado en el Hot Docs de Toronto, Canadá; en el EBS International Documentary Festival Corea; y la Rana de Oro a Mejor Fotografía en el Camerimage de Torun, Polonia.
El filme está contextualizado en el aniversario de los 500 años de la caída de Tenochtitlan; retoma el personaje histórico de Hernán Cortés, quien a lo largo de su viaje desde las costas de Veracruz hasta la capital azteca se encuentra con tertimonios reales de personas que se enfrentan a la crisis de la violencia en México.
A propósito de la masters class “El arte de la no ficción. Narrativas híbridas”, que impartió a jóvenes cineastas poblanos como parte del Festival Docs Puebla, Reyes platicó en entrevista para LEVIATÁN sobre su trabajo creativo en el documental y las formas que ha utilizado para contar historias reales desde la ficción.
“Creo que se vale romper las reglas del arte, se vale robar algo de la ficción y algo de la realidad para llegar a algo más verdadero. Creo que se vale usar la ficción para llegar a una realidad más profunda”, aseguró.
RESPONDER A LA REALIDAD
¿Por qué decidiste adentrarte en la creación de fines de no ficción?
Lo mágico de hacer documental y el arte de no la no ficción es que estamos respondiendo a la realidad. Creo que en México en particular vivimos una realidad muy complicada, que nos abruma, que nos llama, nos apasiona, y el arte de la no ficción permite conectarnos con ese universo que es una inquietud real que queremos procesar y conocer mejor con nuestro arte. Creo que por eso hemos visto una explosión tremenda de la presencia de la no ficción, porque incluso grandes producciones de ficción tienen elementos de realidad en circunstancias muy apegadas a lo que está ocurriendo en el mundo y eso para mí es un motivo de alegría, de saber que el arte se renueva y el cine busca seguir relevante y estar presente en la vida de la gente.
¿Cómo has hecho para formar narrativas híbridas sin faltar a la verdad?
Justo por ahí va la cosa, de usar la ficción para serle fiel a la realidad y de repente creo que se vale romper las reglas del arte se vale robar algo de la ficción y algo de la realidad para llegar a algo más verdadero.
(Por ejemplo), 499 revive a un conquistador del siglo XVI y lo sigue sobre el camino, sobre la ruta de Cortés en el siglo XXI, y esta es la figura de ficción que tiene que tiene que encontrarse con personas reales que han vivido con situaciones de violencia, son personas de verdad pero al usar esa ficción se genera un diálogo muy interesante con nuestra cultura; pero no es nada inventado porque es algo que de alguna manera existe, ese fantasma existe en nuestro imaginario colectivo. Nuestro país ha sido marcado por la conquista y yo creo que se vale usar la ficción para llegar a una realidad más profunda y creo que el público también lo agradece porque traduce el documental y lo transforma en algo más creativo divertido que te genera más ideas.
En 499 retomas un hecho histórico y lo traes a la realidad actual de México, ¿cómo lograste trascender esta temporalidad?
Creo que de repente estamos muy acostumbrados a que nuestra historia se cuente desde arriba, y yo quería poner la historia a ras de suelo, y más que nada echar la luz a este personaje de la historia que es un conquistador que llevamos en la sombra nuestra historia como país, sacarlo a la luz con esas herramientas de la ficción para que se confronta este pasado con nuestro presente.
Salirnos un poco de los estereotipos clásicos de la historia de México, esa ruta narrativa donde siempre somos las víctimas victoriosas por las víctimas resilientes de una conquista que fue mucho más complicada de lo que a menudo nos cuentan. Y en Puebla lo ven, en Cholula. A pesar de que han pasado 500 años se ve el eco clarísimo al ver este símbolo de la iglesia encima de la pirámide y lo que ocurrió en esa zona y nos hace reflexionar lo que pasado en estas 500 años.
¿Cuáles fueron las dificultades que enfrentaste para retratar la realidad de un país como México, que incluso ha sido señalado como “surreal”?
En México tenemos una magia de muchas cosas que están escritas una encima de la otra y la película retrata sus elementos de la realidad. Es algo muy particular que tiene México y muchos han comentado sobre esa magia qué la gente convive con muchas cosas. Eso me gusta mucho hacer una película mientras vas viajando de Veracruz hasta la sierra mala pasando por Tlaxcala y Puebla de la ciudad de México e ir descubriendo estos espacios donde hay niveles del pasado el paisaje y el presente.
¿Qué le dirías a la audiencia que no está habituada a mirar cine de no ficción?
El público quizás a veces se siente intimidado por entrar a otro espacio a conocer otro tipo de cine, pero la experiencia que tenido es que cuando se presenta la película de una plaza o algún lugar más popular te das cuenta de que hay una conversación riquísima que no se ve, porque son películas que hablan de algo real que se conectan con la experiencia de la gente y hay que darnos esta oportunidad de conocer estos días porque nos van a enganchar por su autenticidad que no vas a encontrar al ver a Superman, porque es algo que la corrió tu familia alguien de tu casa o lo que está ocurriendo a dos cuadras.
¿Y a los creadores del documental?
Los creadores tienen que defender su trabajo y entrarle a los que les llama a las historias que los enamoran y defender el valor de sus pasiones. Las historias que ellos tienen en sus especies son las que importa, no necesariamente las que están en el centro. Nos hace falta de saber lo que está pasando en Puebla, a lo largo de toda la república y también con nuestros paisanos fuera del país.