- Antonio Ortuño habló sobre la diferencia de las profesiones y del desarrollo de su novela “Olinka”
MÉXICO.— Para el escritor Antonio Ortuño, “Olinka” dejó de manifiesto las raíces elitistas de un pintor como Gerardo Murillo “Dr. Atl”, quien siempre estuvo convencido de que no todas las personas valían lo mismo; esto lo expresó en la conversación “Realidad mexicana vs México novelizado”, organizada por un sello editorial en el marco de las actividades de #KeepReadingEnCasa.
Con la presencia del también escritor, Daniel Rodríguez Barrón, Ortuño manifestó que en México la utopías terminan en distopías para la gran mayoría de la gente y contó que el concepto de “Olinka” (proyecto concebido por Dr. Atl como una ciudad exclusiva para artistas, científicos e intelectuales) lo tomó después de acudir a una retrospectiva del pintor.
Ortuño hizo una diferencia entre su labor de escritor y su labor como periodista al explicar que el periodismo le dio la disciplina de realizar actividades que todavía hoy en día sigue realizando, como revisar los periódicos a diario. Definió que el lenguaje del periodista debe ser muy diferente al del narrador, pues el primero debe escribir para todos, incluso para la persona menos enterada.
Señaló que el narrador puede jugar con la verdad y la exageración, e incluso aseguró que eso hizo con su primera novela Buscador de cabezas, en la cual indagó sobre qué pasaría si el conservadurismo más exacerbado llevara al extremo sus postulados a nivel nacional; aclaró que un periodista no podría escribir algo así porque necesita datos y pruebas.
Sobre su más reciente novela, Olinka, contó que la idea nació a raíz de una noticia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre lavado de dinero en Zapopan; quiso narrar una historia desde su perspectiva, pero sin la necesidad de investigar actas notariadas durante un año; el tema solamente fue un disparador.
Por último, consideró que tanto en la literatura como en el cine mexicano prevalece una óptica de las clases altas narrando a los desheredados; estimó esa visión como sobreexplotada. Se dijo más interesado por explorar la clase media y estimó como un ejercicio de hipocresía escribir y sentirse con el derecho de narrar la historia de los más pobres.