MÉXICO.- Karen Villeda ya no tiene miedo de ser mujer en México; de caminar, de habitar y sobre todo de llamar a las cosas por su nombre. Cuenta la poeta que su abuela se llamaba Lourdes y que en casa de su mamá hay un frasco de agua “supuestamente bendita”. Cada que Karen sale de casa, su madre le aconseja ponerse “agüita de Lourdes”, para que no le pase nada. Ahora, Villeda publica un ensayo con ese nombre.
“Forma parte de la idea de que entre nosotras nos debemos de cuidar” y el lenguaje juega un papel importante para lograrlo, dice la autora en entrevista, mientras rememora que de unos meses hacia acá ya hemos normalizado situaciones como los chats grupales, en donde “las mujeres solemos avisar en dónde estamos, si ya llegamos a nuestro destino, hacer capturas de pantalla del servicio de transporte, enviar fotografías y compartir nuestra ruta. Que al menos en lo digital se registre nuestra presencia”.
Agua de Lourdes. Ser mujer en México (Turner, 2019) nació en este contexto, pero viene de una historia personal y familiar: “no sabemos si mi tía fue víctima de feminicidio o si se suicidó. Esta experiencia también determinó la dinámica familiar en donde crecí: Tlaxcala”.
“El ensayo está entrecruzado con cómo fue mi infancia, cómo fue crecer en este sitio donde desaparecen mujeres, en donde las encuentran muertas, pero sobre todo, en donde la mujer parece ser una moneda de cambio. Y en el libro abordo lo que llevó a las personas a dedicarse a la trata de personas”.
Villeda buscó una postura intermedia, “porque el tema ha sido tratado por periodistas y antropólogos”. A ella le interesaba continuar con el diálogo porque “no es normal la violencia de género, hacia las mujeres” y porque quería incluir nuevas preguntas a la conversación: ¿cómo acercarse a los feminicidios? ¿cómo sensibilizar a las personas? ¿qué hacer para detener el problema?
“Sobre todo quería relacionar las cifras con casos muy concretos para poder tocar al lector, porque de pronto si uno se acerca a los números nos pueden parecer un poco distantes, porque pensamos que nos sucederá a nosotras. Sobre todo a mí me tocó a nivel personal el caso de Mara Castilla (asesinada por un chofer de Cabify en Puebla en 2017) porque fue a partir de lo que sucede con ella que se crea un chat grupal con varias amigas, con varias conocidas, en donde empezamos a dar santo y seña de en dónde estamos”.La poesía fue la respuesta a lo que quería hacer, pero el ensayo era el género que le daba la oportunidad. ¿Cómo dejar de lado la poesía? No. Karen Villeda no lo hizo, al contrario la integró en el texto y entre cifras uno se puede encontrar con palabras como:
“No camines por lugares oscuros.
No camines por lugares.
No camines por.
No camines.
No.”
Para mí la poesía fue una herramienta que me permitió posicionarme políticamente. Estos versos los reduje a una palabra, porque para mí era bastante relevante poder entender que a nosotras las mujeres, desde que nacemos, ya nos dan el NO de entrada. Además para ir dándonos cuenta de cómo el lenguaje se nos ha ido arrebatando. Es esta forma de cómo nos desapropiamos del lenguaje, pero por otro lado, el libro lo que digo es apropiarnos del lenguaje, nombremos las cosas”.
LIBRO COLECTIVO
Quien firma el libro es Karen Villeda, pero detrás de este trabajo hay más mujeres y hombres. Karen lo reconoce, así como se identifica con el asesinato a Karen Ailén, asesinada en el barrio de Mixcoac.
“Es a partir de la escritura de este libro que me acerqué a muchas mujeres. No sólo a mi madre, ni a mi abuela; aparece mi tía, mis amigas, es el conjunto de muchísimas voces, para entonces darte cuenta que no estás sola y que nos estamos uniendo para hacer acciones políticas en donde vamos a exigir lo mínimo, que son derechos humanos, y que es lo que nos pide el feminismo de manera muy general”.
El libro está sustentado con cifras y con visiones feministas, como la de Rita Segato. “La declaración sobre el feminicidio tiene diez años”, pero “el fenómeno que describe es tan viejo como el mismo patriarcado”, apunta Villeda.
—Enunciar es importante para visibilizar, para darnos cuenta de lo que está pasando. Así como dices que la poesía fue tomar una postura política, ¿enunciar el feminicidio es enfrentar el problema?
—”Para mí era importante decir: si vamos a hablar de lo que está sucediendo hay un término que no sólo es una categoría que nos ayuda a pensar en ese término, sino que ha hecho que se pueda penalizar ese delito y tenemos que entender que la violencia de género ha existido desde que el patriarcado es patriarcado y eso es desde siempre. Me interesaba nombrar a las cosas y sobre todo en el proceso de escribir sentirme libre, porque era bastante sanador, aunque suene contradictorio, poder entregarme a la forma y que el lenguaje fuera lírico.
En México 9 mujeres son asesinadas cada día, según cifras de la ONU. Por otro lado, el INEGI apunta: “22 mil 428 mujeres fueron mutiladas, asfixiadas, ahogadas, ahorcadas, degolladas, quemadas, apuñaladas o baleadas” entre 2007 y 2016”. Los número están en las páginas que escribió Villeda.
“Me impactaba encontrar cifras dispares. Cuando me acerqué al mapa de feminicidios de María Salguero pude darme cuenta que estaban matando mujeres cerca de mi colonia o en mi propia colonia”.
NO ESTAMOS SOLAS
Agua de Lourdes fue sanador para Karen Villeda, porque la llevó a entender su contexto social y así esclarecer historias personales. Pero, ¿qué hay para quién lo lea?
“El miedo se nos quita sabiendo que no estamos solas, sabiendo que podemos hacer mucho juntas, sabiendo que también podemos abrir un diálogo entre nosotras mismas y esa es la manera en que se nos está quitando el miedo, pero claro, siempre siendo conscientes y sobre todo no normalizándolo; no es normal que tengamos miedo, no es normal salir a la calle teniendo miedo, no es normal salir a la calle estando alerta”.