UEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- El escritor mexicano Álvaro Enrigue imparte en Nueva York un taller de literatura para “dreamers” o jóvenes traídos a Estados Unidos en su niñez, donde se fragua una suerte de subgénero testimonial de la ficción basado en la constante angustia de la posible deportación.
Promovido por el Club PEN Estados Unidos, el taller terminó este mes su tercer ciclo con una lectura ofrecida en el marco del festival internacional de literatura que cada año celebra esta institución en Nueva York.
Los sobresalientes textos compartidos en la lectura reflejaban la tensión de familias en constante riesgo de separación y la angustia ante un futuro incierto que depende de que cortes federales en Estados Unidos mantengan o rechacen el programa de deportación diferida o DACA.
“Lo que estamos viendo es el testimonio de una generación viviendo en una situación excepcional, que quiere a un país que no los quiere y que pertenece a una tierra que no quiere que pertenezcan a ella. Sí, todos sus textos están recorridos por la angustia y la ansiedad”, explicó Enrigue.
En entrevista con Notimex, el escritor ganador del Premio Herralde de Novela 2013 por “Muerte Súbita” destacó que esta literatura ha sido creada por personas que atraviesan condiciones únicas, con vidas transcurridas durante largas temporadas bajo las sombras y que tienen mucho que decir.
Enrigue indicó que la intención original había sido crear un taller para trabajadores inmigrantes sin documentos de Nueva York, aunque PEN terminó por decidirse por darle voz a un grupo que en 2016 aún no era muy visible: “los dreamers”.
En su segundo año, ya electo Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el proyecto se tiñó de ansiedad. Este año, ya cuando el presidente había anunciado su intención de eliminar DACA, el impulso original se tornó en urgencia ante la amenaza de la deportación.
El taller en un inicio atrajo esencialmente a alumnos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), institución que promovió también estos ejercicios. Ahora acuden 12 jóvenes de toda toda la ciudad, la mayoría mexicanos, que incluso reciben una beca modesta.
“Con mucho trabajo hemos conseguido que en una ciudad con una enorme población de migrantes, algunos de los mejores escritores entre ellos hayan terminado en el taller”, consideró Enrigue, que dedica un día a la semana al proyecto que imparte como voluntario.
Si en la primera lectura del taller asistieron nueve personas, la mayoría familiares de los talleristas, en la tercera lectura, celebrada el pasado 22 de abril, el Nuyoricans Café de Manhattan registró el lleno completo de sus 75 asientos, con asistentes que incluso permanecieron de pie.
Enrigue aseguró que la intención es mantener de manera permanente el proyecto. Aclara: “aunque cualquier día deportan a estos chicos y se termina el taller”, lo que para Enrigue resulta increíble en términos humanos e incluso por puro cálculo social.
“Estos chicos son lo mejor que tiene este país. Son chavos que estudian, que terminan un turno de trabajo y que luego al día siguiente acuden al taller. Ojalá que fuera así todo Estados Unidos, tan dedicado. Este país sería mucho mejor”, enfatizó Enrigue.