PUEBLA, MÉXICO.- De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, las epidemias de influenza causan entre 3 y 5 millones de casos de enfermedad grave y de 250 mil a 500 mil muertes al año en el mundo. Las vacunas son un remedio preventivo y en caso de contagio se administran medicamentos orales. No obstante, existe una resistencia viral a los fármacos y ello aumenta la necesidad de tener nuevos antivirales efectivos.
Este fue el caso del brote de un nuevo virus de la influenza A (H1N1), que en 2009 provocó una pandemia. A partir de esta contingencia y tras dos años de simulaciones moleculares computacionales, el doctor en Ciencias Thomas Scior, investigador de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) de la BUAP, creó nuevos antigripales orales contra este padecimiento que hoy han sido patentados.
En la fase de pruebas experimentales colaboró el doctor Gerardo Santos López, del Centro de Investigación Biomédica de Oriente (CIBIOR) del IMSS, ubicado en el Hospital General de Zona No. 5, en Metepec. En el trabajo multidisciplinario participaron también los doctores Ygnacio Martínez Laguna, Julio Roberto Reyes Leyva y Juan Carlos Flores Alonso, de la BUAP y CIBIOR IMSS. Además, durante el proyecto se formaron los estudiantes de maestría y doctorado Karina Cuanalo Contreras y Luis Márquez Domínguez, respectivamente.
Al contar con resultados positivos en los bioensayos, en 2014 se procedió a la solicitud de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). En 2017 se concluyó exitosamente el proceso formal de patente para las primeras dos moléculas publicadas en la Gaceta de la Propiedad Industrial del IMPI, en diciembre de ese año (352708 y 352709).
Este hallazgo farmacológico deriva de la investigación iniciada en 2009, año en que emergió un nuevo virus de la influenza A (H1N1), el cual provocó cerca de 18 mil 337 decesos a nivel mundial. Para febrero de 2010, de acuerdo con la Secretaría de Salud, en México se reportaron mil 32 muertes y se confirmaron 72 mil 233 casos.
EL APUNTE
El desarrollo de un medicamento conlleva de una a dos décadas de investigación antes de la producción industrial. Luego de muchos ciclos (sreening tests, drug profiling) de repetir estudios de propiedades fisicoquímicas, bioquímicas, farmacológicas y toxicológicas en combinaciones con bioensayos preliminares in vitro (enzimas, receptores puros), ex vivo (tejido celular) e in vivo (animales), de casi 10 mil moléculas sobrevive apenas una para terminar en la fase preclínica y clínica antes de la producción del medicamento final.