Fotografía: EsImagen

Sufren acoso callejero el 80 por ciento de las poblanas

En PUEBLA Shanik David

PUEBLA, MÉXICO.- Cuatro de cada cinco mujeres que viven en el Barrio de Santiago han sufrido de acoso callejero en cualquiera de sus modalidades, que van desde miradas lascivas hasta tocamientos en el transporte público.

Este dato toma especial relevancia considerando la cantidad de centros educativos que hay en esta zona de la ciudad de Puebla, como es el caso de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) donde se estima que son cerca del 70 por ciento de las estudiantes que han sufrido acoso en el transporte público.

Esto lo dio a conocer Diana Galaviz Briones, estudiante de Ciencias Políticas de dicha casa de estudios e integrante del proyecto “Yo Podría Ser Tu Hija”, el cual desde hace dos años realiza estudios acerca de la problemática de la violencia que sufren las mujeres, para lo cual aplicaron una encuesta a 500 mujeres de esta zona de la capital poblana.

“El acoso no es sólo que te chiflen o que te vean, es que te toquen o incluso te persigan” puntulizó la estudiante al destacar la importancia de realizar este tipo de estudios para saber cómo hacer frente a esta problemática.

Por esta razón, consideró que el programa de Freno al Acoso que lanzaron las autoridades no es efectivo pues sólo parece ser reactivo y no tiene un diagnóstico de fondo que explique cuáles son las rutas en las que se da en mayor medida el acoso o si quiera cuáles son los factores que lo provocan.

Si bien dijo que la estrategia sirve para visibilizar el problema, apuntó que “no existe una ley donde puedas denunciar al acosador, por lo que da lo mismo que lo bajen porque saldrá como si nada”, por lo que dijo que lo primordial es que primero se tipifique el acoso para que se pueda proceder en contra del agresor.

La joven explicó que uno de los conceptos más claros de esta conducta es el que da el Observatorio contra el Acoso Chileno que la define como “todas aquellas prácticas de connotación sexual que busquen intimidar a las mujeres en el espacio público”, aunque identificarlas en el día a día puede ser complicado, reconoció.

Por ejemplo, las miradas lascivas o las expresiones verbales que llegan a recibir las mujeres son espontáneas y no se pueden medir o castigar, mientras que el acercamiento indeseado o que contacto físico sin consentimiento es más fácil de catalogar bajo esta figura.

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