Siempre el anuncio del final de una serie de televisión que me gusta lo siento como un asunto medio agridulce. Por un lado me da tristeza saber que ya no habrá más episodios y perderemos en cierta medida a los personajes que nos acompañaron por años. Pero también, el hecho de que se le dé un final oportuno es algo bueno, así no se estiran de más las historias y se mantiene la esencia original.
Este fue mi primer sentimiento cuando escuche del final de Arrow -ojo, es final, muchos lo están manejando como cancelación, pero todavía tendremos una última temporada, por lo que habrá resolución de muchos puntos que quedan en el aire-. Sin embargo, en el caso de Arrow, hay un elemento adicional: esta serie del arquero verde nos abrió todo un universo de superhéroes en la panatalla chica, el famoso “Arrowverse”, y le dio a DC algo con qué mantenerse de pie a pesar de las críticas de sus películas.
Para los que todavía tengan dudas: Green Arrow es un personaje de DC que apareció por primera vez en 1941 y ha tenido diferentes versiones en los comics, y es miembro de la Liga de la Justicia.
He de confesar que tardé en llegar a Arrow. La empecé ya cuando iba avanzada la temporada 2, y fue en parte porque estaba a punto de salir The Flash y quería ver el capítulo en el que Barry Allen aparecía con Oliver Queen antes de tener sus poderes. Ese primer ejercicio que nos dio no sólo una de mis series favoritas, sino que se volvió una tradición anual de crossover entre todo el “Arrowverse”.
Al principio lo que más me llamó la atención de Arrow fue este niño rico convertido en vigilante nocturno al estilo de Batman, dispuesto a matar si era necesario, lo cual ya hacía peculiar. Las primeras temporadas son oscuras, y eso me enamoró. Las secuencias de peleas que parecen grabadas con cámara en mano, el encanto de niño malo de Stephen Amell como Oliver Queen, y por supuesto su relación con Felicity Smoak, quien después de tantos años sigue siendo el alma de la serie.
Desde entonces Arrow es de las series que siempre tengo en mi lista de pendientes, aunque a veces tarde semanas -sino meses- para ponerme al día, cuando lo hago puedo pasar horas felizmente desconectada de la realidad, perdida en las calles de Star City.
Pero todo lo bueno tiene que llegar a un final, y esto ya se veía venir desde la temporada pasada. La aparición del hijo de Oliver desde finales de la temporada 5 hizo que se comenzara a cuestionar muchas cosas, e incluso colgó por un tiempo su arco para pasar tiempo con su familia, lo cual podría ser uno de los temas que se desarrollarán a futuro para cerrar la historia que comenzó con un viaje de barco que salió mal.
Así que espero con ansías ver cómo concluirá la serie, si esta vez Oliver tendrá su final feliz que tantas veces se le ha prometido a lo largo de siete temporadas, o si se irán por un final más oscuro. Una de mis teorías es que Barry Allen va a volver a alterar la línea del tiempo y salvará al papá de Oliver, evitando que los acontecimientos de los últimos años pasen. Una puede soñar, ¿no?
Se dice que será hasta finales de año cuando se lleve a cabo el crossover anual, que en esta ocasión será Crisis in Infinite Earths, cuando tendremos el final de Arrow, por lo que por lo menos podremos ver una última vez a Oliver con Barry, quienes en lo personal son mi pareja favorita de todas las series de este universo.
Mi única duda es qué pasará con el resto del universo. A raíz de Arrow, Greg Berlanti se ha convertido en uno de los productores de televisión con un universo bien estructurado, en el que se reúnen The Flash, Supergirl, Legends of Tomorrow y ahora el proyecto de Batwoman -que ya tiene aprobado filmar su piloto-. ¿Quién quedará al frente del universo? ¿se seguirá llamando “Arrowverse” o ahora será “Berlantiverse”?