CIUDAD DEL VATICANO.- Las experiencias personales recopiladas durante años sobre la lucha contra los demonios y su influjo en las personas, quedaron plasmadas en un relato que bien podría considerarse como el diario de un exorcista mexicano y que fue apenas publicado en Italia.
Ell sacerdote César Truqui ofreció detalles de su ministerio de atención a poseídos y endemoniados, que fueron recogidos por la periodista Chiara Santomiero en el libro “Profesión exorcista”.
“Lo que más le impacta a un exorcista es poder tocar con mano la realidad espiritual del demonio que, como sabemos, es un ser espiritual, sin cuerpo y ni siquiera palabra pero que, cuando posee a una persona por permiso divino, se expresa a través de ella”, reveló.
“Así podemos ver la mirada satánica, podemos ver el tono diabólico, percibir su soberbia, sentir el odio que puede tener hacia los hombres. Todo esto, que puedes aprender en el evangelio, lo tocas con mano durante los casos de posesión”, añadió.
En el texto, publicado para el mercado italiano por la editorial Piemme, Truqui no sólo repasa algunas historias verdaderas de fenómenos paranormales, también ofrece reflexiones sobre las fragilidades y las dificultades de quienes afrontan un ataque demoníaco.
Entre otras cosas, reconoció que en los últimos años se ha dado un incremento en el número de personas que buscan sacerdotes creyendo ser víctimas de posesiones diabólicas, tanto en Europa como en Latinoamérica, incluso en México.
Esto, dijo, se explica por un aumento en la conciencia sobre la existencia del mal en la sociedad moderna, un mal que crece y se hace cada vez más presente, “en las familias y a todos los niveles”.
Al mismo tiempo puso en guardia ante el “peligro de querer ver al demonio en todos lados cuando no es así”, producto de “una gran confusión en las personas”, que le atribuyen a él incluso las crisis económicas que los llenan de estrés y provocan conflictos familiares.
“El demonio no es ni omnipresente ni omnipotente. Los exorcistas nos damos cuenta de la confusión en las personas cuando creen que una enfermedad psicológica o un ensañamiento de las circunstancias (son el origen de una acción satánica)”, precisó.
Aclaró que, para certificar que existe una posesión, el exorcista debe hablar con la persona que pide ayuda, escucharla y hacer un discernimiento para conocer las características del caso.
El sacerdote debe buscar los signos de una posesión que son cuatro: hablar lenguas muertas como latín, griego o hebreo; tener una fuerza que va más allá de la naturaleza, ser capaz de decir cosas ocultas, escondidas o lejanas y tener aversión a lo sagrado.
“Estos signos vienen explicitados en el manual de exorcismo. Al mismo tiempo se deben buscar elementos que le hagan descubrir al exorcista que se ha recurrido a un mago, que se han hecho ritos satánicos, esotéricos, mágicos”, agregó.
Truqui reveló haber pedido el permiso para fungir como exorcista al obispo de Coira, la diócesis suiza donde trabaja, luego que diversas personas le pidieran ayuda espiritual.
“Lo mismo sucede con todos los sacerdotes. Cada vez se encuentran con más casos, hombres o mujeres, ancianos o jóvenes con necesidad espiritual, no sólo de una bendición normal o de un sacerdote para un exorcismo”, siguió.
Aclaró que el Vaticano no tiene un sistema de coordinación de los exorcistas del mundo y deja a la decisión de cada obispo nombrar uno o más responsables de este servicio en su propia diócesis.
Por este motivo, consideró, la distribución planetaria de los exorcistas es variable: en algunos países como Italia existen diócesis con una presencia adecuada (como Roma, Milán y Turín). Algo similar ocurre en la Ciudad de México, donde un grupo de ministros “bien formados y numerosos” desempeñan esta labor.
“Hay otros países, ciudades y diócesis, donde no encuentras nada; por lo tanto, hay un desequilibrio. ¿Cuál sería el número adecuado de exorcistas? Uno por diócesis. Bastaría eso para que todas estén suficientemente preparadas para atender los casos”, estimó.
Implícitamente, Truqui reconoció que esa falta de exorcistas en muchas zonas se debe a que, incluso dentro de la misma Iglesia católica, sacerdotes y obispos han perdido el sentido sobre la presencia real del demonio.
Recordó que, en 1970, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un texto titulado “El demonio”, en el cual se vio obligada a explicar la existencia de esta figura a los ambientes católicos. “Si la Santa Sede tuvo que emitir un documento eclesial sobre esta realidad es que había necesidad”, subrayó.
Finalmente, a quien perciba ser víctima de un ataque del demonio, el sacerdote le recomendó que rece todos los días, “con fervor y atención”, que lleve una “asidua vida sacramental”, sin faltar nunca a la misa de los domingos.
“En el caso en que, desgraciadamente, se pueda caer en pecado mortal acercarse a la confesión y, en los casos en los cuales se necesite de una intervención mayor porque se percibe que hay algo extraordinario, buscar un sacerdote, en lo posible un exorcista, para pedirle ayuda”, concluyó.