Fotografía: Especial

“Mis amigas están cansadas” de Iveth Luna Flores, un asomo a los vínculos femeninos

En CAMALEONES Redacción Leviatán

PUEBLA, MÉXICO.- Un universo íntimo y desgarrador que resuena en la experiencia femenina, así es la poesía de Iveth Luna Flores (Nuevo León, 1988), quien en Mis amigas están cansadas (Dharma Books, 2024) no sólo se da voz a los cansancios cotidianos —físicos, emocionales y sociales—, sino que también ilumina la resiliencia y la complicidad.

A lo largo de los poemas se va transformando el peso del agotamiento en una declaración de resistencia, a través de un lenguaje directo cargado de imágenes:

“Mis amigas están cansadas, como yo, y quiero decirles que vengan, que las quiero recibir en esta casa quebrada y que los vidrios no las van a tocar, que vengan, que las arropen mis gatas, mi gato naranja, el gran anfitrión, que les voy a preparar comida, que les voy a escuchar hasta que se les acabe la saliva y que en este hogar donde limpio cada día una pelusa de mi pasado, hay un espacio para ellas, hay un descanso para ellas”.

Los poemas de la también autora de Comunidad terapéutica (Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal 2016) y Ya no tengo fuerza para ser civilizada están cargados tanto de melancolía como de empatía, transformándose éstos en un espacio seguro para reconocer las heridas invisibles y las batallas cotidianas.

@danyisauria El otro día conocí a Iveth Luna Flores y nos leyó un poco de su nuevo libro. Es inevitable que se te estruja el corazón 🫀 (y me firmó mi libro) 🫶🏽#MisAmigasEstánCansadas #poesíademujeres #poetiktok #EscritorasMexicanas #PoetasMexicanas #IvethLunaFlores ♬ sonido original – danyisauria


En Mis amigas están cansadas la amistad se convierte en un refugio, y cada poema parece un abrazo entre esas mujeres que caminan juntas, sosteniéndose en medio del caos. Los versos que lo componen son un grito contenido, una confesión, una celebración de la resistencia colectiva.

Sobre el libro, la poeta Yolanda Segura señala que “no hay en estos poemas lugar para la auto conmiseración ni para la autoindulgencia porque si de alguien somos enemigas es siempre de nosotras mismas”. Sin embargo, concluye, “aprender a tratarse con ternura es aquí una de las tareas más urgentes, que Luna logra sin caer en los dogmas y los slogans de las trampas del individualismo neoliberal; los resquicios para la suavidad se disponen como una piel nueva para el mundo: un espacio para las amigas, para las compañías no-humanas, y para inventar nuevos modos de parentesco y de familia.”

 

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