MÉXICO.- No hay términos absolutos de una independencia completa, nunca, ni individuales y tampoco nacionales, siempre estaremos relacionados como individuos y como país en distintos sistemas de interdependencia; de manera permanente han existido y pueden remitirnos a dependencias económicas, fiscales, comerciales, de diverso tipo, asegura el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Rodrigo Moreno Gutiérrez, en ocasión del Día de la Independencia de México.
Para saber si el país obtuvo libertad, “la pregunta se tendría que llevar a cada una de las comunidades, de los pueblos de los indios, que en algún momento se relacionaron, y saber qué era lo que realmente buscaban en aquella revolución, que no era necesariamente lo mismo que los insurgentes”, expresa.
Las necesidades de aquellas poblaciones marginadas no estaban vinculadas con la creación de un Estado-nación, no fue lo que animó al pueblo a levantarse en armas, pero con el transcurso de la guerra y nuevas ideologías se dio el tránsito de súbdito a ciudadano, “un ciudadano que tiene derechos y obligaciones con la comunidad política y, por lo tanto incide en la toma de decisiones”.
“Lo único que sí es cierto como consecuencia de este proceso revolucionario, es que en 1821 se establece una entidad política soberana llamada imperio mexicano, que luego mutó y se fragmentó para reconstituirse como una República federal”, explica Moreno Gutiérrez como el final esencial de la guerra en 1821.
Y añade: “ser un ciudadano es un proceso revolucionario, que nos compete tanto, porque seguimos creyendo en estos principios políticos y de legitimidad, como la soberanía popular y nacional, la opinión pública, ciudadanía, igualdad, representación política; todo se comienza a discutir hace 200 años y hoy sigue formando parte del sistema que imaginamos, que nos compromete e involucra a todos y todas”.
De acuerdo con el experto, conocer el proceso de Independencia de México “es una preocupación en la que deberíamos estar reflexionado siempre, hay que problematizar el origen de cosas que hoy nos corresponde decidir, pero que tienen una explicación histórica. Los historiadores creemos que tenemos una perspectiva que aportar, pero sin censurar ningún tipo de celebración”.
Conseguir igualdad y justicia
Moreno Gutiérrez recuerda que inició como un movimiento social armado extremadamente violento, los discursos de odio que se promulgaban dentro de la rebelión eran cada vez más incontrolables, las críticas externas crecieron. “Con el tiempo ha sido analizado por ser un grupo que tenía políticas que iban por la omisión y exterminio racial, mejor conocido como ‘gachupinicidio’”.
La guerra fue tan violenta, que con el tiempo miembros del grupo insurgente cuestionaron los actos cometidos por el cura Miguel Hidalgo y Costilla. “Él mismo admitió tales actos promulgando en su juicio final un sentimiento de culpa, pero sin arrepentimiento, ya que era necesario llegar a esas instancias con tal de conseguir igualdad y justicia”, añade.
Después de numerosos descontentos, los grupos se desfasaban de tal manera que cambiaron radicalmente sus ideales y es ahí cuando el militar Agustín de Iturbide se unió al movimiento con la intención de aliarse con Vicente Guerrero, propiciando que los ejércitos rivales se unieran y negociar para que prevaleciera el respeto al Rey Fernando VII, destaca el historiador.