Uno de los escritores que me acompaña en épocas de incertidumbre es Saul Bellow, hombre de ideas claras y gran creador de personajes. Su novela Herzog es prueba de ello (¡Oh, Moses! Sobreviviente de los tiempos, cosechador de cartas).
Philip Roth, otro de los monstruos de la literatura norteamericana, dijo alguna ocasión que Bellow y Faulkner constituyen la “columna vertebral de la literatura estadounidense del siglo XX”. No lo dudo. Tampoco en incluir a John Cheever en esa lista.
En Todo cuenta. Del pasado remoto al futuro incierto, reunión de artículos y ensayos, el autor de Las aventuras de Augie March escribe que “el grado en que el autor pone a prueba las propias creencias y las expone a la destrucción da la medida de su valor como novelista”. Y lo mismo para toda la literatura.
En un artículo publicado en The Ries Literary Supplement (1960), escribió:
“En cuanto al novelista, ha de proceder con cuidado y modestia. No tiene que lamentar el mal general por motivos puramente literarios. El mundo no le debe nada, y no le corresponde indignarse con él en nombre de la novela. Que no espere que la vida se reduzca a la estabilidad para complacerlo o satisfacer sus ambiciones. O bien, como Flaubert, que ‘aborrezca la existencia ordinaria’. Pero no debería caer en la desesperación por nimiedades. Uno de los elementos que ha heredado del romanticismo es la sensibilidad hacia lo feo y lo trivial, común de origen de gran parte de la calderilla de la narrativa moderna: lo dientes torcidos, la ropa interior sucia, el burócrata con forúnculos. De ahí viene una indebida mediocridad convencional, una amargura hacia la existencia que no es sino simple moda.”
Continúa:
“El enorme incremento de a población parece haber empequeñecido al individuo. Lo mismo que la física y la astronomía modernas. Pero podemos situarnos entre una grandeza ficticia y una falsa insignificancia. Al menos podemos dejar de presentarnos una imagen tergiversada de nosotros mismos y comprender que en este mundo sólo podemos ser humanos. Estamos provisionalmente tocados por el milagro y se nos va un poco la cabeza.”
Pienso en eso, una y otra vez.
Pienso, además, que ante la incertidumbre, better call Saul Bellow.