- Nahua Tecuani, rapero zacapoaxtla de la Sierra Nororiental de Puebla, formó parte de la larga cifra de contagiados porel nuevo coronavirus, cuya capacidad de contagio aumenta de forma alarmante en el mundo.
PUEBLA, MÉXICO.- Es la madrugada del sábado 20 de junio. El reloj marca las 3:00 de la madrugada y despierto con un terrible dolor en la garganta que se extiende hasta los pulmones cuando respiro. La angustia me invade, al suponer que el diagnóstico que me dio la doctora el lunes pasado no es certero. No se trata de una gripa común, me infecté de Sars-CoV-2.
Cuando supe que tenía la enfermedad, lo que más me preocupó y lo que me derrumbó fue que mi hija ese mismo sábado tuvo temperatura. Prácticamente eso agravó todo. Me empecé a desesperar, me puse muy triste; empecé a sentirme culpable por si mi familia estuviera enferma.
Repasé mis pasos: ¿Dónde me pude haber infectado? Seguro fue en el transporte público. ¡Claro! Los viernes no podía ir hasta mi trabajo —donde laboro de mantenimiento industrial— en carro por el “Hoy no Circula” que aplicó el gobierno para bajar la movilidad en la ciudad. Ni siquiera esperar a que pasara el camión más vacío me sirvió de ayuda: veía a las personas en el transporte sin cubrebocas, sin “sana distancia”, tosiendo… !Casi como si la enfermedad fuera un supuesto!
Afortunadamente mi pequeña hija sólo tuvo una infección en el estómago pero yo, como portador del Sars-Cov-2 tenía que atenderme. Los mitos sobre los malos tratos en los sistemas de salud pública, así como la recomendación y temores de mi madre me llevaron con un médico particular, quien me atendió en la casa de ella, a donde me aislé mientras tanto. Me asusté demasiado y me dio mucho miedo, pensé que ya no iba a regresar a mi casa ni ver a mis hijos.
Tuve que echar mano de mis ahorros y la cooperación de mis tíos, primos, hermanos y otros familiares para poder pagar el tratamiento, análisis, medicinas, oxígeno, comidas y transportes, algo así como unos 18 mil pesos.
Traté de ser fuerte, pero lidiar con la enfermedad es todo un reto porque los doctores aún no la entienden por completo la enfermedad, y un diagnóstico preliminar puedes ser equivocado. Conozco amigos que también estuvieron enfermos y los síntomas varían mucho, desde taquicardia, presión alta, mucha temperatura o diarrea.
LOS ESTIGMAS
En el Seguro Social dicen que tienes que tener abajo de 80 de oxigenación para poder hacerte la prueba del nuevo coronavirus; está crítico porque prácticamente tienes que ir moribundo para que te realicen la prueba.
Pienso que si se pudieran quitar los estigmas, la falta de información, la ignorancia de la gente y dar un pronóstico verdadero de la enfermedad, iría a mejor.
La gente debe saber que no se sale en 14 días de la enfermedad, no te recuperas en 14 días y las secuelas pueden ser desde un dolor de cabeza hasta una lesión en el pulmón, el riñón, el hígado que después te provoca hipertensión, enfermedades cardiovasculares. Esa falta de información no nos está sirviendo como sociedad.
No sé si el rap me llevó al activismo, o el activismo me hizo rapero; sin embargo, disfruto y he aprendido mucho de los pueblos: su resistencia, su palabra, su lucha. Y hoy más que nunca creo que es muy importante que el gobierno genere un verdadero plan de contingencia y realice protocolos de salud consistentes para salvar vidas.
De la enfermedad no sales solo. Es como un cáncer mortal que te va comiendo, y la angustia también te come. Como población tenemos que salir adelante juntos, apoyarnos económicamente, moralmente.
SIN CONFIARSE
Hace unos días me recuperé de la gravedad de la enfermedad, pero no me fío. Cuando parece que todo acabó aún falta la recuperación, esta parte donde te sientes más vulnerable. Mi cuerpo no responde como antes, tengo daños en el pulmón, ahora el aire me falta, bajé mucho de peso y tengo poca fuerza, no me responden bien las piernas y uso bastón para mantenerme en pie.
Lo sé, la recuperación es lenta pero ustedes imaginen a un animal salvaje enjaulado, así me siento, a veces quiero llorar cuando mis piernas no responden, a veces pienso si volveré a hacer lo que me gusta, el rap. Pienso en el tercer disco y no sé si lo voy a terminar.
El sueño de los justos, se llama. Es un disco de 16 rolas con letras que tratan los problemas que enfrentamos en el país y América Latina. Puse una rola en son jarocho dedicada a Samir Flores, mi amigo activista que murió en manos de sicarios por defender la tierra en febrero del año pasado; Amiltzinko, la radio comunitaria que él fundó, y a todos los pueblos que defienden la vida y están contra la maquina devoradora del capital.
HOSTILIDADES
La pandemia no sólo ha traído incertidumbre a México. El ambiente se ha vuelto hostil, el trato humano se extingue. Mantengo un perfil bajo, me da miedo que la gente al saber que tuve Covid quiera quemar mi casa como ha pasado en otras ciudades. Me siento vulnerable por esta vez no poder ser la voz del pueblo, abrirme y decirles que se cuiden porque la enfermedad acaba.
Ya pasaron tres semanas desde aquella noche en que la angustia me despertó. Me siento desorientado. La Covid como enfermedad es un pedo, unos la libramos otros no. Mi mente es fuerte; mi corazón, mi espíritu, son inquebrantables.