- Esta disciplina pone de relieve la relación que existe entre el humano y aquello que le rodea
MÉXICO.- Para Eduardo Kac el bioarte “es una nueva forma de arte basada en el trabajo directo con la vida”, sobre la cual afirma que ésta tiene “sus misterios y por más que queramos comprenderla, siempre tendrá una dinámica imprevisible y una plasticidad que es propia de la vida biológica”.
En la conferencia Bioarte, impartida en el marco del Festival de Arte y Ciencias El Aleph, el artista multidisciplinario explicó que “cuando hablamos de biología, estamos hablando de la tecnología que manipula la vida y que lo hace de manera muy distinta. Seguramente lo digital cambió profundamente la vida a finales del siglo XX y sigue cambiando nuestra vida a principios del siglo XXI, pero sabemos de manera muy clara que no se puede reducir la vida biológica a los algoritmos digitales”.
“Hay una distinción muy profunda entre la representación digital de la vida y la lógica de la vida como un elemento que no puede ser controlado, el cual al mismo tiempo tiene una plasticidad que sí permite un nivel específico de cambios de control bajo condiciones de laboratorio”.
Kac resalta que en este momento la humanidad es consciente de la importancia de la vida biológica; en este sentido, el bioarte “puede traer una dimensión muy poética, lírica y quiza política a la discusión de los aspectos variados y variables de la vida”.
El término bioarte fue creado por Eduardo Kac en 1997, momento en el que trabajaba con la tecnología digital en el arte. En la década de los ochenta lo digital representaba una nueva frontera, misma que para el artista no sólo era un nuevo medio de creación aplicable a otras disciplinas como la pintura y la escultura, sino que significaba un cambio en la manera de pensar y de actuar.
La fusión de la computadora “como especie de taller portátil y la posibilidad de la comunicación a distancia, una vez fusionadas abrirían posibilidades nuevas para la creación poética y artística”.
LAS OBRAS
Las primeras creaciones del artista en esta disciplina, surgieron a principios de la década de los noventa, cuando desarrolló una serie de obras interspecie, es decir, obras pensadas para seres que no pertenecen a la misma especie en las que una planta y un ave, por ejemplo, podían comunicarse.
El año 1997, cuando creó el término “bioarte”, fue una data muy particular y de cambios, pues al trabajar con una dinámica digital y electrónica percibió que la noción misma de la vida, a finales de los noventa, comenzó a cambiar. En ese momento, “la noción de la vida como un sistema exclusivamente biológico que esté confinado al nicho de las dinámicas de las mecánicas de metabolismo, ya no servía… no era suficiente”.
De este sentimiento surgió la idea para la obra Time capsule, en la que se implantó un microchip encapsulado en un vidrio biocompatible, con la intención de que su cuerpo pudiera aceptarlo y absorberlo. “Esta obra creó una situación, en la cual no hay distinción entre la información digital que circula por la red” y la información digital que estaba integrada a su cuerpo, pues la gente podía leer en internet aquello que la cápsula en su cuerpo contenía.
De acuerdo con el artista, cuando se trata el tema del bioarte no hablamos de la vida como metáfora ni de la materialidad plástica, sino que nos referimos a trabajar la vida misma como medio de creación. En 1999 mostró su primera obra transgénica llamada Génesis, en la cual tomó una cita de la biblia y la tradujo a código morse, el cual, a su vez, tradujo a ADN y sintetizó la secuencia genética.
En el 2000 creó una segunda obra transgénica que llamó GFP Bunny-Alba, en este caso sacó la secuencia fluorescente verde de una medusa, misma que introdujo en un cigoto que implantó en una conejita que, bajo una luz especial azul, brilla de manera verde. Respecto a esta obra, el artista afirma que existen muchas personas que ante algo desconocido, lo tratan como si fuera un monstruo; pero para él, aquello que la hacía distinta a Alba era, precisamente, lo que la hacía bella y esta diferencia radicaba en que no se parecía a ningún otro organismo vivo.
Durante 2001 creó el Octavo día, obra en la que una serie de organismos vivos verdes se encontraban en una esfera; algunos de estos seres eran las amebas, mismas que controlaban los pies de un robot que se encontraba al centro de la esfera. La parte de arriba de este robot era controlada por los humanos a través de una computadora. De esta creación el artista llegó a reflexionar que “la vida no existe aislada, sino que todo está en comunicación con el todo constantemente, por más que tengamos la apariencia de estar aislados, por más que los límites del cuerpo nos den la noción de que un tiempo está aislado de su entorno, la verdad es que todo está en comunicación constante”.