MÉXICO.- En el marco del Día Internacional contra el Maltrato Infantil, la académica Carmen Gabriela Ruiz Serrano advierte que el castigo físico y otras formas de violencia infantil no solo no corrigen conductas, sino que generan daños duraderos en el desarrollo neurológico, emocional y social de niñas, niños y adolescentes.
De acuerdo con cifras de Unicef, en México más del 60% de la población infantil sufre agresiones físicas o psicológicas durante su formación, muchas veces bajo la falsa creencia de que se trata de un método disciplinario eficaz. Sin embargo, estas prácticas impactan directamente en la autoestima, el comportamiento y la salud mental de quienes las padecen.
Ruiz Serrano, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, señala que la violencia hacia menores adopta diversas formas —física, emocional, sexual y por negligencia— y ocurre con frecuencia en los entornos más cercanos: el hogar y la escuela. Además, apunta que factores estructurales como la migración o la pobreza aumentan el riesgo de vulneración de derechos.
“Todavía en la cultura mexicana se cree que el golpe a tiempo es útil, pero erradicar esas prácticas es una aspiración que implica entender que el castigo no transforma de forma consistente el comportamiento”, afirma. Explica que el cerebro infantil, al estar expuesto a violencia crónica, puede sufrir alteraciones que inhiben la empatía y fomentan la agresividad.
La especialista subraya que, si bien existe en México un marco legal sólido —como la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes—, el desafío sigue siendo su aplicación efectiva. Asimismo, recalca que la violencia en la niñez perpetúa círculos de exclusión, ya que las víctimas suelen ser etiquetadas, expulsadas de entornos escolares y marginadas por otras familias.
“Las niñas y los niños se pertenecen a sí mismos, pero también son responsabilidad de toda una comunidad. Solo con ambientes respetuosos y seguros podemos construir una sociedad más fuerte y humana”, concluye.