Las políticas del gobierno de los Estados Unidos de América, encabezado por Donald Trump, representan un reto para México. Nuestro vecino del norte es un referente ineludible en la economía nacional y la cultura mexicana. Sin embargo, la relación bilateral ha cambiado en los últimos 40 años, y hoy, a pesar de ser el principal socio comercial de Estados Unidos y contar con un tratado comercial, tomar distancia de esa nación es un desafío complejo pero necesario de analizar.
Actualmente, la política industrial compartida basada en el nearshoring y la reconfiguración de las cadenas de valor en territorio mexicano está en riesgo. Los aranceles y la especulación financiera ejercen una presión considerable sobre la economía nacional, lo que plantea interrogantes sobre la pertinencia de los tratados de libre comercio. La falta de claridad en las estrategias del gobierno estadounidense agrava esta incertidumbre.
Desde la década de 1980, México ha estructurado su economía en paralelo a la de Estados Unidos, lo que ha llevado a una profunda dependencia comercial. Algunos sectores industriales nacionales desaparecieron, mientras que otros se fortalecieron en función de su vinculación con la economía estadounidense. Ahora, ante los cambios en esta relación, se presenta la oportunidad de diversificar los socios comerciales y fortalecer la industria mexicana, con un enfoque en el mercado interno.
La ruta hacia la soberanía económica ya fue trazada durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien impulsó una política enfocada en atender las necesidades nacionales sin subordinación a Estados Unidos. Frente a un segundo mandato de Trump, no es viable ni estratégico participar en el juego de “aranceles sí, aranceles no” sin una estrategia propia que garantice estabilidad económica.
Históricamente, México ha demostrado su capacidad para llevar adelante proyectos soberanos. La Expropiación Petrolera en el siglo XX es un claro ejemplo de cómo el país asumió la responsabilidad de desarrollar la industria de hidrocarburos, lo que permitió avances en educación y seguridad social. Hoy, el reto es similar: aprovechar la capacidad humana, desarrollar infraestructura y optimizar el uso de recursos estratégicos bajo una política orientada al interés público nacional.
México se encuentra en un momento clave de transformación económica. Para capitalizar esta coyuntura en beneficio de la población, es fundamental una visión clara del panorama geopolítico. Avanzar en la soberanía económica no significa romper con Estados Unidos, sino redefinir la relación con estrategias que prioricen el desarrollo nacional.