Fotografía: UNAM

La importancia de conservar el patrimonio cultural

En CAMALEONES Mauricio Cárdenas

MÉXICO.- Cada 27 de enero se celebra el Día Internacional del Conservador Restaurador, una fecha que resalta la labor crucial de los profesionales dedicados a preservar el patrimonio cultural. En palabras de Yareli Jáidar Benavides, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, estos expertos son guardianes de la historia y la memoria de la nación, enfrentando retos complejos que van mucho más allá de reparar objetos dañados.

El patrimonio cultural de México abarca desde bienes paleontológicos hasta obras modernas y contemporáneas, incluyendo esculturas, murales, textiles, fotografías e instrumentos musicales. Según Jáidar Benavides, “tenemos en nuestras manos el patrimonio histórico, la historia misma de nuestro país”, destacando el prestigio internacional de los especialistas mexicanos, quienes han contribuido en proyectos relevantes a nivel mundial.

La UNAM y su contribución al patrimonio

La UNAM, a través del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), desempeña un papel esencial en la preservación cultural. Con un acervo de más de 22 mil objetos documentales, la Universidad Nacional lidera esfuerzos interdisciplinarios que combinan química, física, biología, historia del arte y arqueología para garantizar la conservación de bienes culturales.

Un ejemplo destacado es el análisis realizado a una cabeza de serpiente prehispánica descubierta en la Antigua Escuela de Jurisprudencia, cuya extraordinaria conservación permitió documentar su policromía original con pigmentos visibles en el 80% de su superficie. Además, los especialistas del LANCIC han participado en la investigación y conservación de los murales de David Alfaro Siqueiros en La Tallera, Cuernavaca, enfrentando desafíos asociados con las condiciones ambientales extremas de la región.

Conservación y restauración: una labor interdisciplinaria

Jáidar Benavides explica que la conservación abarca acciones preventivas, como el control de condiciones ambientales y la estabilización de bienes culturales para prolongar su vida útil, mientras que la restauración busca facilitar la apreciación y el uso de un objeto estable. En ambos casos, el proceso debe sustentarse en investigación y diagnóstico, con el objetivo de respetar los valores de autenticidad, legibilidad e integridad del patrimonio.

La labor interdisciplinaria es crucial en este campo, ya que cada pieza nos habla de su época, tecnología y contexto cultural. Este enfoque permite tomar decisiones informadas sobre los materiales y tratamientos aplicados, evitando daños irreversibles y garantizando la estabilidad de los bienes a largo plazo.

Formación de nuevos profesionales

Cada año, alrededor de 50 conservadores y restauradores egresan de instituciones especializadas en México, como la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), del INAH, y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Estos profesionales continúan el legado de preservar el vasto y diverso patrimonio cultural del país, demostrando la relevancia de su trabajo en un mundo que valora cada vez más la conservación de su memoria histórica.

Con esta efeméride, establecida en 2011 durante el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales en Granada, España, se reconoce la importancia de un oficio que, en palabras de Jáidar Benavides, “es la mejor manera de mantener vivo nuestro pasado para las generaciones futuras”.

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