Fotografía: Especial

Mauro Habacuc Avendaño Luis, tintorero de hilo con caracol púrpura

En CAMALEONES Redacción Leviatán
  • Utilizada en distintos estados del país, la técnica tintorea se conserva en Pinotepa de Don Luis, Oaxaca, gracias al trabajo de 15 tintoreros

MÉXICO.- Desde hace más de seis décadas, Mauro Habacuc Avendaño Luis se dedica al teñido de hilo con caracol púrpura, un molusco que vive entre las piedras en las que azota la marea del mar de Huatulco, Oaxaca, lugar al que el artesano llegó en 1956, llevado por su tío quien le enseñó la técnica prehispánica a la edad de 15 años.

El maestro Mauro es el presidente de la cooperativa de teñidores de caracol púrpura en Pinotepa de Don Luis, donde es uno de los 15 artesanos de la región que se dedica a conservar el molusco y usarlo para teñir textiles, que, si bien no está en peligro de extinción, corre riesgo por el turismo y la contaminación, asegura.

Aunque el teñido con caracol se practicaba en otros estados, solo se conserva gracias a ellos, que lo han empleado para pintar madejas de algodón, mismas que entregan a sus esposas, quienes se dedican a la elaboración de los enredos tradicionales, que elaboran con telar de cintura y bordados.

“Mis dos hijos son teñidores de caracol y sus esposas, junto con la mía, son las encargadas de elaborar las prendas, todos somos familia y hacemos equipo”.

Para “ordeñar el caracol”, comenta el tintero, se usa una estaca de madera de hasta un metro, que toman de la raíz del mangle, con ella desprende el caracol de la piedra y suelta un líquido transparente, que es la orina, y una sustancia blanca, como mecanismo de defensa ante los depredadores, dichos elementos son los que los tintoreros esparcen sobre la madeja de algodón, previamente enredada en una de sus manos. Al contacto con la luz solar y el oxígeno, el algodón se torna de blanco lechoso a amarillo, luego se hace verde y por último alcanza el morado.

“Nosotros no matamos el caracol, lo cuidamos, eso me enseñó mi tío. Una vez que lo ordeñamos, el molusco es devuelto a la piedra, en la parte esté húmedo, con la idea de que vuelva a su hábitat. Tenemos un permiso y vamos al Parque Nacional de Huatulco a teñir nuestros hilos, para lo que hacemos un largo viaje, ahora es de 16 horas en camión, antes cuando no había mucho transporte lo hacíamos caminando por ocho días y haciendo escalas porque era muy cansado”.

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