Fotografía: Especial

Dr. Atl legó un estilo innovador en el paisaje agreste, telúrico, de grandes nubes y montañas

En ICONOS Redacción Leviatán

MÉXICO.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) recuerda este 15 de agosto a Gerardo Murillo Dr. Atl (3 de octubre, 1875-15 de agosto, 1964) en su 60 aniversario luctuoso, considerado como el ideólogo del muralismo mexicano, así como uno de los paisajistas más importantes del siglo XX, creador de los atl-color y el aeropaisaje.

El curador del Museo de Arte Moderno (MAM), Carlos Segoviano, utilizó una anécdota para describir la audacia del también vulcanólogo, quien registró el nacimiento del Paricutín durante la década de 1940: “En una de las erupciones del Paricutín, él estaba con vulcanólogos alemanes, quienes salieron corriendo, mientras el Dr. Atl se quedó registrando el fenómeno. Es un personaje mítico, un tanto caricaturesco cuando recordamos estas hazañas”.

Fue un artista que “experimentó con materiales, ángulos aéreos, pero también estuvo en la Revolución; fue filósofo, abogado y termina por ser vulcanólogo”, describió en entrevista el también investigador, quien recordó al pintor jalisciense a través de la colección del MAM, recinto del Inbal que resguarda 12 de sus obras: cinco dibujos y siete pinturas.

“Es un personaje sumamente polifacético: solemos ubicarlo por esta cuestión del Paricutín, pero su relación con el arte y con la vida cultural de México es más amplia. El Dr. Atl tuvo una carrera muy interesante: pasó por la Academia de San Carlos y tuvo una importante estancia en Europa, donde se relacionó con las vanguardias, con los posimpresionistas, los fovistas, incluso, algunas de sus obras parecen tener un latido futurista, de las cuales se pueden ver en la exposición de Germán List Arzubide”, actualmente expuesta en el Museo Nacional del Arte (Munal).

Sobre las obras del MAM, detalló que son dos dibujos y cinco pinturas las relacionadas con el volcán michoacano: “A los seis días se trasladó a Parangaricutiro, donde pasó casi todo el año de 1943 y regresó en 1945, 1947 y 1948, con cual hizo un gran registro, tanto en dibujos preparatorios, carboncillos, así como espectaculares piezas que reflejan esta obsesión por el paisaje”.

Explicó que sus obras registran el fenómeno desde diversos lugares y a distintas horas del día: “Por ejemplo, los gases del volcán por la noche generaban colores fluorescentes, que registra en algunas pinturas, pero no dejan de ser una visión romantizada del artista sobre el volcán. Le interesaba este fenómeno porque creía que el volcán era un objeto plástico, vibrante, cuya intensidad quería representar”.

Agregó que para 1950, el gobierno le organizó una gran exposición en el Palacio de Bellas Artes, donde se adquirieron algunas de las piezas que hoy resguardan el MAM y el Munal, las cuales “dan cuenta de ese periodo desarrollista del país, porque los volcanes (Iztaccíhuatl, Popocatépetl y Paricutín) se volvieron una especie de metáfora sobre México, un país agreste, pero a la vez potente y que se sigue desarrollando, retratados por estos artistas viajeros, como Dr. Atl o José María Velasco.

Ideólogo y muralista

Segoviano comentó que tras su estadía en Europa, el Dr. Atl imprimió un ánimo renovado al panorama artístico de México: “Estudió derecho y filosofía en Roma, Italia: de ahí el título de “doctor”, al que después Leopoldo Lugones, el poeta argentino, le agregó atl (“agua” en náhuatl). Ahí tuvo la oportunidad de ver los murales del renacimiento y, particularmente, se interesó por la figuración hipermasculinizada de Miguel Ángel.

“Esto es interesante porque, cuando uno comienza a revisar sobre lo que se dice de él y su relación con el muralismo, se nos olvida que no solo fue un ideólogo, sino también muralista”. Agregó que en 1906 impulsó, a través de la revista Savia Moderna, la realización de una exposición de artistas jóvenes que rompiera con el estilo academicista, “pompier, simbolista, más europeo de la época, y exigió que se hiciera un arte nacionalista”.

En 1910, con el centenario de la Independencia, volvió a impulsar una iniciativa similar, frente a una gran exposición de artistas europeos, particularmente, españoles: “Este fue uno de los primeros impulsos del muralismo”.

Sin embargo, también explicó que en los años veinte, cuando el movimiento muralista tomó vuelo con José Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación Pública, (SEP), se suele mencionar los primeros murales de Diego Rivera y de Roberto Montenegro, “pero se nos olvida que el Dr. Atl también pintó murales en la Antigua Academia de San Carlos y en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, los cuales, desgraciadamente fueron borrados”.

Sobre estas obras desaparecidas, Segoviano detalló que en ellas está expresada esa musculatura que vio en Miguel Ángel, “con imágenes muy simbólicas, donde ya aparecen algunos volcanes y también elementos que recuerdan el arte popular, otra de sus grandes vertientes”, murales de los que ahora ya se cuenta con un registro más completo, pues para la exposición con la que el MAM celebró los 100 años del muralismo, el investigador encontró en el Archivo General de la Nación placas fotográficas.

De la década de 1920, el recinto también cuenta con una de las obras más longevas y especiales del artista: “En La ola ya podemos ver este movimiento, un tanto simbolista, que también da cuenta de su experimentación, pues utilizó los materiales que posteriormente conformarían sus atl-colors, hechos de resina, cera y petróleo, con los que lograba colores mate y al mismo tiempo luminosos. Una pieza muy especial, pues por un lado está la obra de Atl y por la otra un retrato de la artista Carmen Mondragón Nahui Olin, su pareja en esa época”.

Finalmente, invitó a conocer a este creador: “En su obra se conjuga el hermoso paisaje del país, ese México agreste, telúrico, de las grandes nubes, de las montañas inmensas; pero al mismo tiempo fue un artista que desarrolló un estilo innovador, que se enfrentó a los gobiernos y abrió nuevos caminos para los jóvenes y el arte. Uno puede empezar por sus volcanes, pero será el primer paso para fascinarse con un artista, admirador de la vida, que nos acerca al mundo, en una época llena de pantallas y avances tecnológicos”.

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